Con ritmo y métrica, las palabras le hacen una caricia al firmamento,
Ya no es un camino finito sino el sinfín de posibles parajes,
Allá mismo donde las luces revientan de colores y donde se esconden tras mareas celestiales.
Intento hablar de nuevo para despedir el peso del pasado,
Bajo letras, palabras, sonidos en armonía con el destino,

Miradas alternas, sonrisas distintas,
Hablar de nuevo para despedir aquella carga y dar pauta al feroz encuentro con el devenir.
Cuando todos estamos bajo el mismo techo de una ciudad superflua,
De hombres falsos y de máscaras bárbaras,
Lo único que queda es el tránsito y no varar en el ocaso,
Lo que sobra es la esperanza,
Lo que falta es un impulso dionisiaco y las ganas de vivir,
Con y sin tragedia,
Con y sin agonía,
Porque no sólo se nace para morir en un intento,
Se muere mil veces por un encuentro.
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