Habría que viajar a las claves ontológicas de la existencia,
mirar desde la cumbre los confines del universo; de un
verso…
Contemplarte en ello.
Estar de pies frente al todo como parte de él,
descubrir la nada como la interrogante que existe a pesar de
concebirse como lo irreal,
admirar los bordes de la estrella cardinal bajo la bóveda
celestial,
con cuatro pilares de un plano extendido,
donde somos dos con todo y con nada,
donde somos y no somos,
donde creemos en lo que es y depositamos esperanza en lo que
no lo es,
donde somos parte de todo.
Dos espíritus sujetos a paradigmas que convergen,
situados en el medio del origen,
en un desierto que se encuentra debajo de mil mareas,
en el centro de la estrella polar,
desacralizando los nuevos y los viejos mitos,
dando vuelta al estatuto,
para aferrarse tomados de la mano…
Junto a aquello de lo que fueron expulsados,
aquel edén subvertido,
que ahora conecta con el cielo y la tierra como el Hiperión,
que ahora pretende soportar mil versos como un atlante.
Tiempo eterno que
regala la dicha del descubrimiento mutuo,
Estoicismo ante lo
trágico que nos ancla a la existencia en claves de amor,
Alegría fugaz que
reclama nuevas significaciones y simbologías,
Moraleja de vida
que regala sabiduría,
Ontología auténtica,
Desvelo
consciente,
Esperanza eterna,
Nada y todo,
Navío de odiseas,
Yacimiento de
tesoros.
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