Situados en la mortalidad de nuestras limitantes humanas. Con
capacidades que pueden acrecentarse hasta el paradero de las coincidencias.
Cuando las voluntades se encuentran gracias al destino, como
música que surca por los aires al nacer de las cuerdas de una guitarra clásica
y a la vez bohemia.
Cuando las palabras sinceras de un amante de la vida, un
amante de lo alterno, un sabio con luz propia entre las multitudes, se hacen
infinitas.
Un aliado que ilustró siempre con tertulias a cualquiera que
adoptó como su amigo, dando más gratas frases que parecían lecciones para
lidiar con lo humano y con la vida.
Porque se podía ser político y a la vez científico, músico,
literato y poeta.
Cuando se marchitan las vidas florecen las almas.
Las palabras se suspenden como naves en el cielo,
recorriendo mareas y dejando paso al camino de lo trascendental. Al camino de
la inmortalidad, de la nueva vida.
Porque nada muere, todo vive.
Absolutamente todo revive con cada recuerdo y pasaje que
como novela literaria se puede leer una, otra y mil veces para vivir
eternamente.
Nuestros son los viajes a la literatura, a la poesía, a la
música, dones que regalabas como pilares para elevar fortalezas en medio del
desierto. Grandeza eterna que no se pierde en la quimérica nada sino que
prevalece como valor religioso y construcción de egipticismo, es decir; a
través del tiempo.
Vendrán los nuevos viajes que harán el encuentro de las
almas en otro plano donde la realidad no tendrá que construirse a base de
suposiciones.
Donde la felicidad dará la bienvenida,
donde la felicidad hoy te abrió las puertas y nos hace mirar
desde lejos.
Un nuevo viaje al que te nos has adelantado, pero al que
seguramente permitirá nuestro reencuentro.
Q.e.p.d. por siempre amigo Rafael Molina Jiménez.
Mis palabras quedarán siempre cortas para expresar y
agradecer lo placentero que fue coincidir con tu valiosa amistad.
ATTE: Gerardo Lozada Morales.
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