Jamás olvidaría aquella noche de magia cuando la vida regresó a mis
manos,
cuando la vida me miró de nuevo y regaló una dosis de esperanza para
aquello que jamás consideré una virtud propia.
Hoy quiero escribir algo más sencillo.
Jamás olvidaría mi
reencuentro con lo humano, aunque sublime, por encima sensible.
Un saludo, un abrazo, una mirada, mil sonrisas…
Libertad,
mitología, arte, naturaleza y gloria.
Tendría que afirmar que en mi larga búsqueda por la respuesta
del Ser —alejado de condiciones, del materialismo mundano, de las rémoras
mentales; sociales; psicológicas; religiosas; económicas, y más—, logré
entender que lo auténtico es aquello que rompe las cadenas de todo y se muestra desnudo ante el alma de Otro, es
decir; de manera original.
Hoy quiero escribir algo sencillo, sensible y sublime.
Sé
perfectamente que los seres se conforman en gran parte de recuerdos, del pasado
que incide en el presente, aunque esto no sea la condicionante de la
construcción de un futuro.
Hoy recuerdo el brillo en una mirada tras la fusión de dos
almas bajo las estrellas y una luna como fieles testigos.
Hoy recuerdo también
un secreto revelado y la exigencia por despertar de aquel sueño.
Tal vez la
vida sea difícil, tal vez la unión de dos almas sea trágicamente condenada a un
destello sin brillo permanente. Pues la tragedia es parte esencial del
romanticismo y de la vida.
Hoy quiero escribir algo más sencillo, lo que nace de un
sueño del que debo despertar y no quiero.
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