Debería existir la posibilidad de reescribir el destino y poder transformar a gusto cualquier secuela que el propio devenir trae consigo.
Una posibilidad
para mirar al pasado y cambiarlo para conocerte a tiempo,
en otro tiempo,
en otro espacio,
en otra
circunstancia.
Estaría mil veces seguro de mirar tus ojos y buscar el brillo que alumbra el ocaso del existencialismo que la mayoría de las veces dificulta valorar el verdadero vitalismo,
al que como seres
nos encontramos débiles y expuestos.
Todo para poder
encontrarte a tiempo.
Volvería a mirar
tus ojos aunque el pasado fuera muy diferente al presente,
y aunque al
primero sea imposible de llegar invocando las palabras,
hoy me queda aún
la esperanza del futuro,
la esperanza por
encima de la incertidumbre,
la esperanza por
encima del ocaso;
por encima del
abismo;
por encima de la
nada.
No fue hasta el presente cuando logré conectar con tu mirada,
ante adversidades
y circunstancias no gratas,
ante mí tragedia.
Hoy ese presente
se quedó en el pasado.
Hoy ese presente
ya es historia, y tiene vida.
Hoy dicho
presente puede volcar hacia el futuro y volar al infinito,
por encima de lo
incierto,
por encima del
temor,
por encima del miedo,
por encima de la
incertidumbre.
Hoy ese futuro puede
escribirse.
No fue hasta el presente cuando logré encontrarte,
cuando la
tragedia volcó nuestras miradas,
cuando del caos
surgió vida para develar a un verdadero ser libre de cadenas y de condiciones,
para mostrar lo
auténtico por encima de lo servil.
Ya mañana será otro día, el nuevo día que se transformará en un presente,
un presente
abierto a las posibilidades que variando a éstas,
darán como
respuesta el palpitar de dos corazones para acabar con el eterno retorno.
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