Durante el siglo XVII y XVIII el mundo atravesó por una gran cantidad de movimientos que caracterizaron al pensamiento humano por la búsqueda de progreso en diversas sociedades que se encontraban en conflictos; los referentes principales fueron procedentes de aquel triunfo de la razón mencionado por Alain Touraine[1]; desde el renacimiento hasta la ilustración, seguido también como el movimiento de modernidad en que tuvo como referente a Inglaterra y Francia; con la revolución industrial y la revolución francesa respectivamente.
Los ideales que se llegaron a instaurar y a promover en su mayoría, buscaban la liberalización del ser humano, tanto la búsqueda de derechos humanos como en la proclamación de igualdades en todo ámbito, aproximándose claramente en la instauración del Estado de Derecho que se promovió de manera bien ilustrada en el lema francés; Liberté, égalité, fraternité.
Es indudable mencionar que el mundo también fue expuesto a los inicios de la modernidad líquida -como lo describió Zygmunt Bauman[2]– que tiempo después se propagaría por todas partes y de distintas maneras[3]. Durante el siglo XIX de la época virreinal se tuvo gran influencia del pensamiento occidental, recorriendo lo largo y ancho del continente americano; desde Norteamérica –como caso excepcional–; en donde “las luces de la razón”[4] se llegaron a manifestar en la promoción de la independencia estadounidense sobre la corona inglesa, durante casi 50 años antes de distancia de la guerra independentista en México.
Uno de los detonantes principales y promotores estratégicos de la independencia norteamericana[5] fue sin duda alguna la imprenta y la libertad de expresión; la cual pudo manifestarse en el periódico que llegó a circularse con la intención de informar y mantener al tanto a sectores sociales como a los padres de la independencia estadounidense. A su vez, a inicios del siglo XIX y tras 300 años de la dominación española en territorio mexicano, el poder e influencia de la corona española se vio mermado ampliamente por la desaparición de Fernando VII que en manos de José Bonaparte -o también conocido como Pepe Botella-, despertó un gran malestar en los principales actores que resintieron las desigualdades establecidas por el orden de castas durante la época colonial –a tal grado de generar el famoso sentimiento de inferioridad incrustado en el mexicano[6], visto como el más claro ejemplo del daño causado por la desigualdad absolutista–, resultado directo de aquel gran choque de imperios que en palabras de Octavio Paz[7] representó el encuentro de dos grandes hegemonías de dominación como lo fueron: el choque del imperio español y el imperio azteca en la conquista.
Ferrer Muñoz[8] asegura que como una “bomba de tiempo” el movimiento independentista concentraría la lucha por la defensa de derechos sociales, de menor a mayor medida; ilustrando la nueva era de un Estado de Derecho que recayó en el principio de soberanía popular, como la incorporación del concepto ciudadanía[9]entre más virtudes que no podré abordar en este ensayo, pero que demuestran que en nuestro territorio la modernidad fue propia o sui generis, dejando de lado el eurocentrismo o los falsos mimetismos que se le otorgan a nuestra nación.
Fueron los criollos; aquellos personajes que encabezaron la revuelta independentista en la nueva España, lejos de ser otro grupo social en las castas los que promovieran la búsqueda de principios modernos[10], salvo algunas excepciones. Esto se reflejó en personajes como Hidalgo que dejando a un lado el emblema heroico cotidiano de la historia mexicana[11], fueron el contraste reaccionario al rechazo directo a una nueva subyugación; ya no la peninsular sino una procedente del dominio francés sobre el español, pues era preferible mantener el mismo orden y continuidad para la estabilidad política que someterse a una nueva explotación y desigualdades; manifestado en el lema hidalguense: ¡muera el mal gobierno, viva Fernando VII!
Así mismo, Manuel Ferrer Muñoz[12] señaló que después de la detonación de la guerra independentista, el periódico fungió como el principal medio defensor de los intereses virreinales, asumiendo la problemática presente en el país desde 1810, y con el surgimiento de personajes que guiaban la búsqueda de la estabilidad nacional. De esta manera encuentro la coyuntura clave que posteriormente detonaría una lucha instaurada por el dominio del poder. “Sólo tras la independencia y el fracaso del efímero imperio de Iturbide, los grupos dirigentes de la nueva república empezaron a darse cuenta de la soberanía del estado, y por ende a la construcción de un nuevo orden político”[13].
El decreto del 10 de Noviembre de 1810[14] dio partida a la libre imprenta, demarcando derechos y las precauciones que se manifestaron en el hecho de asumir la responsabilidad de quienes abusen del derecho, regulando mediante juntas de censura en el centro y la periferia de la Nueva España, sin embargo, el contraste fue el referente surgido en 1810 con la aparición del periódico insurgente El Despertar Americano que con siete números difundió información del movimiento independentista, así como las actividades de Hidalgo[15], algo que alarmo rotundamente a los intereses de la monarquía la cual tomaría sus medidas necesarias para contrarrestar el apoyo que recibían los insurgentes. También bajo el respaldo del decreto del 1810, el 10 de julio de 1813[16] se harían adiciones a la ley de imprenta especificando las bases y conformación de las juntas de censura para la imprenta.
Algunos personajes fueron encargados de mediar el descontento existente entre las desigualdades de americanos y europeos, publicando a favor de la permanencia del statu quo del orden monárquico español, promoviendo un nacionalismo con gran fidelidad a la monarquía y el respaldo “divino” que esta supuestamente recibía. Otros personajes también tendrían la oportunidad de buscar o establecer un nuevo orden político plasmando sus ideas, críticas y propuestas en aquello que se reflejó en la prensa novohispana, como en palabras de Michel Foucault[17] -mediante las relaciones de poder- la lucha contra el dominio del saber que se vio presente desde la censura establecida en el virreinato de Iturrigaray (1803-1808), hasta la supresión del derecho a la libre expresión asentada en Cádiz, tiempo después por el virreinato de Venegas (1810-1813).
Recordando que desde la promulgación de la constitución de Cádiz llevada a cabo el 19 de marzo de 1812 y decretos posteriores, se establecía en el artículo 371 el primer referente de la libertad de expresión, apartando la censura ya conocida con anterioridad por parte de la monarquía y de la iglesia con la contrarreforma que había durado en gran parte de la época colonial y su propagación pudo así tener el comienzo hacía de uno de los derecho humanos más importantes de todos los tiempos; como lo fue el libre pensamiento presente en la libre imprenta o la libertad de expresión, véase de la siguiente manera en la constitución gaditana de 1812:
TÍTULO IX DE LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA CAPÍTULO ÚNICOArt. 371.Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes[18].
A pesar de los conflictos existentes en la nueva España, sumado a las intenciones de estabilizar a la nación mediante la reformulación de la vida constitucional, los destellos modernos[19], la libertad de prensa no se vio bien favorecida en territorio nacional, ya que como bien se conoce el saber representa un instrumento de dominación, diferentes actores impidieron que la libertad de imprenta lograra desarrollarse y manifestarse en el pensamiento político que beneficiara al movimiento de insurgencia, tal es el caso del virrey Francisco Xavier Venegas; el cual ignoró completamente que las Cortés Generales y Extraordinarias de España e Indias aprobaran los decretos de 1810 que favorecían al libre pensamiento[20], haciendo caso omiso del derecho otorgado en la constitución gaditana; anulando lo establecido y tomando cartas en el asunto junto con el clero para privar y censurar todo lo referente a la política emanada desde el conflicto insurgente.
Por otra parte la lucha por la libertad de expresión se vio reflejada en grandes personajes como lo fueron aquellos periodistas que trataron de inferir, mediante propuestas y críticas en la política desarrollada a comienzos del siglo XIX –donde también algunos lograron participar directamente en la política nacional–, fueron: Carlos María de Bustamante y José Joaquín Fernández de Lizardi que reflejaron más allá de ser presas por la censura ejercida por el virreinato, los defensores de los derechos y promotores de ideas que influyeron en la política nacional. Así también las publicaciones periodísticas como las de Bustamante, lograron tener gran impacto en procesos electorales.
Si bien, estos personajes se respaldaron bajo la promulgación del artículo 371, fueron los promotores y escritores de importantes periódicos como: Diario de México, Juguetillo, La Abeja Poblana, La Abispa de Chilpancingo, El pensador Mexicano, entro otros. Haciendo una mención importante donde Diario de México fundado en Octubre de 1805 aglutinaría a impresores como: Don Mariano de Zúñiga y Ontiveros, Don Juan Bautista Arizpe y don José María de Benavente[21].
Cabe señalar también que en los inicios de la búsqueda por la independencia nacional, Bustamante realizó férreas críticas al gobierno y a los ideales independentistas, presente en La Abispa de Chilpancingo[22]; donde señalaba la falta de capacidad para establecer una estabilidad en el país durante el surgimiento insurgente, también se puede rescatar gran parte del tesoro de su pensamiento; en donde podemos encontrar amplias reflexiones sobre el contexto vivido en el México en formación, así como las críticas realizadas a la imagen de Iturbide tras su metamorfosis política que lo encaminó al poder imperial, todo presente en sus memorias sobre la Revolución Mexicana[23], a su vez, otro personaje que también contribuyó en la imprenta y en las críticas a los inicios independentistas, observando las carencias que se tenían en la Nueva España fue José María Luis Mora; afirmando que el nuevo orden en formación del México independiente tendrían grandes dificultades para salir adelante por la falta de industria y las guerras constantes que se vivían desde 1810[24], así como las circunstancias en las que se encontraba la nueva nación en relación con las exigencias globales.
En los respectivos periódicos de Bustamante y Lizardi, llegaron a plasmar las ideas que tiempo después les traerían repercusiones. Bustamante llenaba de laúdes la aparición de El Pensador Mexicano de Fernández de Lizardi y juntos -respaldados por la constitución gaditana y el articulo 371 antes mencionado- el 3 de diciembre de 1812, mientras mandaban felicitaciones al virrey Venegas un día después de la celebración de su natalicio; exponiendo la inconformidad que existía sobre la censura periodística, pidiendo como en el caso de Bustamante, el respeto a la constitución gaditana para hacer válida la libre expresión y la extinción de la famosa Junta de Seguridad y Policía promotora de la censura[25].
En el caso de Fernández de Lizardi también se sumaba su felicitación con la petición de la revocación del bando militar nacido el 3 de junio de 1812 en dónde los comandantes militares tenían la tarea de enjuiciar a clérigos insurgentes[26]. Éstas peticiones, la publicación de sus textos, el movimiento independentista y la influencia que llegaron a tener Carlos María de Bustamante y Fernández de Lizardi en el pensamiento político de la nueva España, ocasionaron no sólo la disputa detonante de la lucha por el control del saber ejercido en 1812 con la censura por parte del virrey Venegas, sino también la persecución de los dos personajes para ser encarcelados. “En 1814 Fernando VII había regresado al trono y tras ese suceso también reinstauraba con ayuda de las cortes, la constitución gaditana, pero ignorando completamente el derecho referente con la imprenta”. Así Lizardi fue apresado alrededor de seis meses, mientras Bustamante continuó con la lucha y el descontento del resultado obtenido, pero fiel a su empeño estoico por publicar y plasmar sus ideas como aportes para el ejercicio de un buen gobierno.
Tiempo atrás Carlos María de Bustamante fiel luchador de la libertad de expresión y uno de los referentes máximos en la defensa de este derecho –a pesar de haber sido defensor de la conciliación entre americanos y europeos hasta el momento cumbre de su cambio, debido al desconocimiento de la audiencia en la elección en donde fue electo-, fue también el editor principal del Diario de México fundado por él en 1805 en dónde también promovía diversos artículos referentes a la libertad de expresión siendo un destacado abogado y luchador incansable por el ejercicio real de la constitución de Cádiz[27]. De esta manera, Diario de México ilustró claramente los acontecimientos ocurridos después de la detonación del movimiento independentista, y tradujo en gran medida los acontecimientos y prácticas que se vivían en la Nueva España de 1805 a 1812.
El diario fue poseedor de una riqueza poética y precursor directo del desarrollo literario, promotor de la sátira y reflejo de lo que representó la imagen de la influencia de la dominación monárquica encabezada por Fernando VII en España y en territorio conquistado; haciendo cambiar la visión heroica que se manifestaba en sus inicios sobre la imagen de Napoleón a la de un tirano y así, tiempo después enaltecer a la imagen de sí mismo[28]. A pesar del gran éxito que representaba El Diario como promotor cultural también se vería mermado por las censuras tan características del virreinato español en ese entonces por el virrey Iturrigaray, pero no fue lo suficiente para evitar que existiera y se promoviera una participación amplia de escritores y lectores de esa época.
De igual manera el Juguetillo pudo enfocarse más en cuestiones políticas de la mano de Bustamante que ya en 1820 y tras las persecuciones y arresto tanto de Lizardi[29]como lo fue tiempo después de Bustamante, el Juguetillo volvería a surgir avalado con la reinstauración de Cádiz y por consiguiente el derecho a la libre expresión que tanto defendió como derecho del ser humano. Así la publicación número siete delJuguetillo[30] que no sólo manifestó el reconocimiento a Lizardi por su lucha incansable por la promoción de la libre imprenta, sino también denunció la censura y persecución que se había vivido desde tiempo atrás que como un buen defensor del libre pensamiento, así como del derecho y los principios que emanaron de la constitución que pudo establecerse desde 1812.
El baraje transitorio que se manifestó desde 1810 hasta los años mermados del dominio español, pudo tener grandes avances en cuestión de la búsqueda de la estabilidad política del país, con la imagen de O’Donojú tras el ocaso virreinal en 1821, encuentro en gran medida un factor de suma importancia en la imagen de este personaje, ya que desde su arribo a tierra mexicana, las tareas conciliatorias detonadas desde el surgimiento del movimiento insurgente, pudieron tener buenos frutos más allá del Plan de Iguala, plasmado en aquellas firmas que el 24 de agosto de ese año, Agustín de Iturbide y su ejército Trigarante junto con O’Donojú, dejaron ver, a mi parecer un momento significativo para el progreso de un establecimiento moderno “entre comillas” con Los Tratados de Córdoba. La aceptación se plasmó como reflejo certero en las publicaciones hechas por Bustamante y Lizardi véase de la siguiente manera:
Don Carlos María de Bustamante, rendía también saludos y cordialísimos a O’Donojú. El “Diario Político Militar Mexicano” que se imprimió en esos días en Tepotzotlán, y en cuya redacción era parte importantísima Lizardi, “El Pensador”, lo colmaba de elogios desmedidos. En uno de sus números se hablaba de que “se entrelazaría la memoria del Sabio O’Donojú”. En otro se publicaba un discurso en el que se le decía “finísimo político, valientísimo guerrero, a todas luces grande O’Donojú…[31]
El tema referente sobre la libertad de imprenta a comienzos del siglo XIX es basto, pero puedo asumir que existe una gran importancia sobre los acontecimientos que emanaron desde su promoción en Cádiz, puede haber más referentes normativos, como también lo podrían ser personajes que pueden ser objeto de investigación. La llegada de O’Donojú a territorio nacional puede consumar la primera gran etapa de esta lucha libertaria, manifestada en los insurgentes, es nuestra modernidad sui generis, en la consumación de un nuevo establecimiento en el orden político. Justo Sierra a finales del siglo y también mediante imprenta, que O’Donojú comprendió claramente lo que muchos monarquitas peninsulares estaban cegados a reconocer. Nuestro país ya necesitaba independizarse y proseguir con la tarea de la estabilidad y el orden político. Justo Sierra plasmó:
Este hombre comprendió con gran perspicacia lo que pasaba, y con un patriotismo español que España no ha podido valorizar sino después de un siglo de tremendas lecciones, reconoció el hecho irreparable y firmó con Iturbide en Córdoba los Tratados que fueron la ley suprema del flamante imperio[32].
Sin duda alguna, tanto Lizardi como Bustamante y muchos más que tras su ardua labor como referentes de la lucha por plasmar ideas, ejerciendo desde sus inicios la libre imprenta pese a todo, no sólo representaron aquella lucha por la imposición hegemónica del saber, regulado y controlado por los vestigios del mundo absolutista que dominó gran parte del nacimiento a esta nación, también esta lucha ha ayudado a comprender gracias a la reconstrucción de acontecimientos que se lograron plasmar por escrito, un referente metodológico[33] que de igual manera representó lucha social activa, ilustrada, en busqueda de la instauración de un Estado de Derecho. Puede también que el término moderno aparentemente sea una expresión eurocentrista, pero en nuestro país debemos de tomar las riendas necesarias para enunciar que nuestra formación no depende del mimetismo que siempre se le ha atribuido. Si bien, después de la oleada de 1810, a la llegada de O’Donojú, y a breve reseña con los consecuentes planes, decretos, constituciones, el surgimiento de periódicos y diarios fue acrecentándose, pero eso no alejó para nada que la lucha por el libre pensamiento desapareciera, tal es el caso, que por simple mención se puede ver en años posteriores al siglo XIX, como en 1869 donde diarios como El Lector ayudarían a perpetuar en el poder a personajes como Díaz[34], etc.
Hoy podemos encontrar parámetros similares en censura o en medidas que se llegan a conocer en nuestro país y muchas partes del mundo. Sin embargo, el saber siempre representará un arma dispuesta a atentar contra las grandes medidas de dominación social y es un ejercicio que es necesario realizar.
[1] Cfr., Touraine Alain, (1994), Critica de la modernidad, Fondo de Cultura Económica, México.
[2] Cfr., Bauman, Zygmunt, (2000), Modernidad liquida, Fondo de Cultura Económica, Argentina.
[3] La modernidad llegó a todas partes pero no de igual forma, lo que se generó no fue el mismo impacto en países de Europa Occidental como en los de América, por dar un ejemplo, haciendo la distinción del caso norteamericano.
[4] Entiéndase el triunfo de la modernidad presenten en Óp. Cit., Cfr., Touraine Alain, (1994).
[5] Cfr., Nevins, Allan, Steele Commager, Henry, Morris, Jeffrey., (1992), Breve Historia de los Estados Unidos, Fondo de Cultura Económica, México.
[6] Las desigualdades instauradas en las castas durante la colonia, fueron detonantes de anomias sociales, Cfr., Ramos, Samuel, (1993), El Perfil del Hombre y la Cultura en México, Colección Austral, México.
[7] Cfr., Paz, Octavio, (2000), El laberinto de la Soledad, Postdata, “Vuelta al Laberinto de la Soledad”, Fondo de Cultura Económica, México.
[8] Cfr., Muñoz Ferrer, Manuel, (1996), Presencia de Doctrinas Constitucionales Extranjeras en el Primer Liberalismo Mexicano, Universidad Nacional Autónoma de México, México.
[9] Cfr., Carmagnani, Marchello y Alicia Hernández, Ciudadanía orgánica mexicana, 1850-1910, en Sabato, Hilda (coordinadora), (1999), Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectivas históricas de América Latina, Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México-fideicomiso Historia de las Américas, México.
[10] Cfr., Zea, Leopoldo, (2001), Conciencia y Posibilidad del Mexicano, El Occidente y la Conciencia de México, Dos ensayos sobre México y lo Mexicano, Porrúa, México.
[11] Cfr., Crespo, José Antonio, (2007), Contra la historia oficial, Random House, México.
[12] Cfr., Muñoz Ferrer, Manuel, (1995), La formación de un Estado Nacional en México (El Imperio y la República Federal: 1821-1835), Universidad Nacional Autónoma de México, México.
[13] Annino, Antonio, (1995), Historia de las Elecciones en Iberoamérica, Siglo XIX de la formación del espacio político nacional, Fondo de Cultura Económica, Argentina, p. 178.
[14] Cfr., Decreto de 10 de Noviembre de 1810. Libertad política de la Imprenta, [Consultado el día 5 de junio de 2013 a las 2:12 a.m.] Disponible en: http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1810_115/Decreto_de_10_de_Noviembre_de_1810_Libertad_pol_tica_de_la_Imprenta.shtml
[15] Guía Práctica sobre la Libertad de Expresión en México. Lo menos que se puede decir sobre la libertad de expresión en México, [Consultado el día 7 de junio de 2013 a las 10:00 p.m.] Disponible en:http://hchr.org.mx/files/doctos/SeminarioDH/A19_Guia_practica_sobre_libertad_de_expresion.pdf
[16] Cfr., Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias desde 24 de febrero de 1813 hasta 14 de setiembre del mismo año, en que terminaron sus sesiones ; comprende además el decreto expedido por las Cortes Extraordinarias en 20 del dicho mes. Tomo 4, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [Consultado el día 6 de junio de 2013 a la 1:02 p.m.] Disponible en:http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/coleccion-de-los-decretos-y-ordenes-que-han-expedido-las-cortes-generales-y-extraordinarias-desde-24-de-febrero-de-1813-hasta-14-de-setiembre-del-mismo-ano-en-que-terminaron-sus-sesiones-comprende-ademas-el-decreto-expedido-por-las-cortes-extraordinarias-/html/0027cd54-82b2-11df-acc7-002185ce6064_106.html
[17] Cfr., Foucault, Michel, (1992), Microfísica del Poder, Ediciones Endymión, España.
[18] Cfr., Constitución Política de la Monarquía Española, [Consultado el 13 de mayo de 2013 a las 7:30 p.m.] Disponible en:http://cadiz2012.universia.es/pdf/doc_0007_cons_1812.pdf
[19] Entiéndase como la búsqueda de la instauración de un Estado de derecho.
[20] Cfr., Ventura, Ávida, Dos Siglos de libertad de imprenta en México, [Consultado el día14 de mayo de 2013 a las 5:00 p.m.], Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/cultura/68629.html
[21] Historia del Periodismo Mexicano. La prensa insurgente.- Los primeros diarios de México Independiente.- Durante el imperio de Maximiliano.- La prensa porfirista.- El precursor de “El Imparcial—Hasta “EL UNIVERSAL”, El Universal Edición Conmemorativa del Primer Centenario de la Independencia Mexicana, Septiembre de 1921, decima sección p.2. [Consultado el día 22 de mayo de 2013 a las 11:24 a.m.] Disponible en: Hemeroteca Pública Juan Nepomuceno Troncoso, Puebla.
[22] Cfr., Óp. Cit., Muñoz Ferrer, Manuel, (1995), p. 64.
[23] Cfr., De Bustamante, Carlos María, (1985), Clásicos de la Historia de México, Carlos María de Bustamante, Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, Fondo de Cultura Económica, México.
[24] Cfr., Óp. Cit., Muñoz Ferrer, Manuel, (1995), p. 65.
[25] Cfr., Galván Gaytán, Columba, Alfaro Aguilar, Norma, Juguetillo dedicado a El Pensador Mexicano, Instituto de Investigaciones Filológicas UNAM, [consultado el día 7de mayo del 2013 a las 9 p.m.] Disponible en:http://historiadoresdelaprensa.com.mx/hdp/files/91.pdf
[26] Cfr., Ibíd., Galván Gaytán, Columba, Alfaro Aguilar, Norma.
[27] Cfr., Cuevas Dávalos, Luis Carlos, Carlos María de Bustamante y su Cuadro Histórico, Vuelo Libre Nr. 1, de octubre de 2006, [Consultado el día 30 de junio de 2013 a las 9:18 p.m.] Disponible en:http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/vuelolibre/pdf/vlibre01/51.pdf
[28] Cfr., EsthEr MartínEz Luna. A, B, C, Diario de México (1805-1812). Un acercamiento. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Colección de bolsillo, no. 36, 2009, 124 pp., en Azúa Licón, Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional Autónoma de México [consultado el día 8 de mayo del 2013 a las 8:34 p.m.] Disponible en:http://www.revistas.unam.mx/index.php/rlm/article/download/29102/27730
[29] Cfr., El autor: Apunte biobibliográfico. José Joaquín Fernández de Lizardi, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, [Consultado el 7 de junio de 2013 a las 3:00 a.m.] Disponible en:http://www.cervantesvirtual.com/portales/fernandez_lizardi/apunte_biobibliografico/
[30] Cfr., Óp. Cit., Galván Gaytán, Columba, Alfaro Aguilar, Norma.
[31] Quijano, Alejandro, Los Últimos Momentos de la Dominación Española, El Universal Edición Conmemorativa del Primer Centenario de la Independencia Mexicana, Septiembre de 1921, decima sección p.2. [Consultado el día 22 de mayo de 2013 a las 11:24 a.m.] Disponible en: Hemeroteca Pública Juan Nepomuceno Troncoso, Puebla.
[32] Ibíd., Quijano, Alejandro (1921).
[33] Cfr., Garay, Graciela, (1994), La Historia con micrófono, Instituto Mora, México.
[34] Cfr., Arroyo, Israel, (2007), “Gobiernos divididos: Juárez y la representación política”, en Hernández López, Conrado e Israel Arroyo (coordinadores), Las rupturas de Juárez, Universidad Autónoma Metropolitana- Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, México.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario