[…] EN MÉXICO NO ES POSIBLE CERRAR LOS OJOS AL ESPECTÁCULO DE LA MISERIA, Á LAS DEGRADACIONES Y REPUGNANCIAS QUE INCUBA; NI Á LAS RUINAS O VETUSTECES QUE UNA ÉPOCA REVUELTA NO HA LLEGADO EN SUS CASERONES DESTARTALADOS. […] EL ESPECTÁCULO COTIDIANO DE MENDIGOS QUE LEVANTAN LA FRENTE Y LUCEN HARAPOS EN LA ATMÓSFERA DE DIOSES HAN PRODUCIDO EL SENTIMIENTO DEL RIDÍCULO, Y EL ATICISMO CITADINO DE NUESTRO PUEBLO: ALEGRE Y BURLÓN EN TIEMPOS DE AGUAS: BURLÓN Y SANGUINARIO EN EL DE SECAS: PERO QUE RECHAZA SIEMPRE CON RISAS, TODA COSTUMBRE, MODA, Ó EMPRESA QUE ROMPA LA ARMONÍA DE UN ASPECTO HABITUAL[1].
La herencia positivista y porfirista, se hacía presente en el estudio de lo mexicano -casi a la par de la publicación del ensayo de Ezequiel Chávez, denominado: La sensibilidad del mexicano- en 1901, mismo año en que se publicaría el estudio de: La génesis del crimen en México[2],por parte del jurista Julio Guerrero (1862-1937) -abogado y sociólogo, precursor de la sociología mexicana-, el cual ejemplificaría el usar del pensamiento de Augusto Comte y Emilio Durkheim en lo social. Cabe señalar que Julio Guerrero es considerado un naturalista, liberal, moralista, capaz de aportar un profundo toque pesimista al estudio de lo mexicano[3].
En el estudio de la criminalidad mexicana toma encuenta factores característicos de la sociedad, enfocado especialmente en encontrar el origen de los fenómenos, sumado a la importancia de la herencia histórica procedente de la violencia generada en el siglo XIX, o bien desde el México independiente, definido de la siguiente forma: “no hay nada más lúgubre que nuestra historia independiente”[4]. Utiliza también, el concepto de“circunstancias” para definir la importancia del acontecer cultural-histórico-social en el mexicano.
Debo mencionar que la metodología -positivista- utilizada en la obra de Julio Guerrero, involucra la descripción casi total del entorno en el que se desarrollaba la vida del individuo en la Ciudad de México, para dar respuesta a la anomia social traducida en: crimen. Su estudio involucra factores como:La Atmosfera, El territorio, así como el comportamiento social, en respuesta a los acontecimientos del fin de la dictadura porfirista y el estallido de la revolución; como El citadismo, Los atavismos, la crisis religiosa frente a los valores modernos emanados de la cientificidad en Los credos, entre más[5].
De la misma forma, Guerrero logra generar un catálogo de diferentes personajes en su estudio, tomando en cuenta las clases sociales y su vida sexual, factores que impactan en su actuar y la facilidad de caer en la realización de crímenes, véase en la siguiente tabla[6]:
Se debe mencionar el cuidado sobre la observación de su estudio, ya que en su mayoría es clasista. Esto se puede observar en la importancia que le da a los oficios, castas y posiciones sociales, entre más. Denostando abiertamente al indígena y a su herencia cultural. Empero, el positivismo no sólo ayudó a generar categorías sociales, sino también a consagrar imágenes de ídolos y santos, de héroes, villanos y criminales. Modelos que lograron consolidarse en la historia mexicana; nacionalista y patriótica durante el siglo XX. Algo no muy alejado a la relación cordial que estableció el porfiriato con el clero desde finales del siglo XIX, sabiendo que el positivismo buscó arduamente generar un control mediante la dominación social (leyes universales), sustentándose en el famoso lema: “amor, orden y progreso”.
Sin embargo, Julio Guerrero mantiene la importancia que otorga la moral para definir el comportamiento social, haciendo hincapié en la pérdida de la moral religiosa tras las leyes de reforma en el sistema educativo, optando por recuperar una “moral laica”, algo que sin lugar a dudas deja entrever una de las problemáticas que generó la modernidad en sociedades como la nuestra, cosa que para Guerrero exigió la creación de un sistema educativo eficiente y fuerte.
Por otra parte, Roger Bartra recupera la respuesta que Guerrero realiza sobre la discusión de su obra -llevada a cabo por parte de la Sociedad Positivista- con el título de: “Pasiones mexicanas”[7]. Ésta respuesta la realiza Julio Guerrero en la revista La República de la cual él fue dueño, y de ésta forma no sólo dio los agradecimientos al interés de su estudios, sino también reconoció el inicio de un “nuevo credo moral”por parte de su estudio y exhortó a participar en la investigación sobre el “el carácter de lo mexicano”.
A su vez Julio Guerrero -a manera de réplica para Miguel S. Macedo- aclara la relación que existe en el mexicano con el alcohol y la melancolía. Afirmando que el mexicano no es triste por naturaleza, pero con la ausencia del alcohol suele tener fáciles tendencias a recaer en la melancolía. Esto lo expresa de la siguiente forma:
Cuando la atmósfera no está cargada, el espíritu se sosiega; pero la reacción es en sentido depresivo, y por eso el mexicano que no tiene alcohol, aunque no es triste por naturaleza, tiene accesos de melancolía, como lo prueba el tono espontáneamente elegíaco de sus poetas, desde Netzahualcóyotl, o el que firmó las composiciones conocidas con su nombre, la serie inacabable de románticos en los tiempos modernos, y la música popular mexicana, escrita en tono menor; esas danzas llenas de melancolía que las bandas militares lanzan en los parques públicos a las brisas crepusculares, preñadas de suspiros y sollozos; y esas canciones populares que al son de la guitarra en las noches de luna se entonan en las casas de vecindad, o por los gallos que recorren las avenidas. El medio que habitamos suele transformar en tendencias melancólicas la gravedad del indio la seriedad del castellano. En la capital, sin embargo, “el uso del alcohol y otras causas que después estudiaré, a veces neutralizan este resultado, desarrollando un aticismo rudo y malévolo que hace reír del prójimo; y una filosofía semiestoica y semiburlona que hace desdeñar la vida y afrontar la muerte a balazos o puñaladas por cualquier chiste de periódico o párrafo de gacetilla[8].
De ésta manera Guerrero contradice lo señalado por Miguel S. Macedo, en donde Macedo afirmaba que el mexicano tiene una reacción diferente con el alcohol, asegurando así que el alcohol provoca en el mexicano una aproximación a “la malignidad y a la ira impulsiva”[9] y no a la melancolía o alegría. Lo cierto es que Guerrero nota claramente que el efecto del alcohol es el mismo en el mexicano de cualquier clase social, lo mismo en ricos que en pobres. Guerrero reconoce también la incapacidad de generalizar a niveles macro, ya que aclara que su estudio se realiza en la ciudad de México.
Se ha visto con la investigación de la conducta o del carácter del mexicano que desde sus orígenes el positivismo influyó; en la búsqueda de la respuesta a los fenómenos sociales -como bien lo ejemplificó Julio Guerrero en la génesis de la criminalidad en México-, presente en el desarrollo de lo mexicano desde la época independiente en el siglo XIX, así como la manera en que impactó a inicios del siglo XX.
No se puede negar los aportes que dieron los estudios positivistas sobre lo mexicano, pero tampoco se podrá generalizar en categorías a la complejidad que representa el mestizaje en nuestro país. Tanto Ezequiel A. Chávez, como Julio Guerrero, tuvieron un gran interés en generar una moral social para regular la conducta de los individuos, y de ésta manera puedo asegurar que la búsqueda del significado de lo mexicano también ayudó a la creación de una dominación político-social durante el siglo XX.
*Trabajo de investigación actual en la maestría de ciencias políticas BUAP.
*Trabajo de investigación actual en la maestría de ciencias políticas BUAP.
[1] Guerrero, Julio, (1977), La Génesis del Crimen en México, Porrúa, México, p. 53.
[2] Cfr., Ibíd.
[3] Cfr., Rodríguez Kuri, Ariel, Julio Guerrero: ciencia y pesimismo en el 900 mexicano, [consultado el 21 de septiembre de 2013 a las 7:00 p.m.], Disponible en:http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_44_43-56.pdf
[4] Cfr., Ibíd.
[5] Cfr., Óp., Cit., Guerrero, Julio, (1977).
[6]Óp., Cit.,Rodríguez Kuri, Ariel, p. 47.
[7]Bartra, Roger, (2006), Anatomía del Mexicano, Random House, pp. 47-53.
[8]Ibíd., Bartra, Roger, (2006), pp. 48-49.
[9]Óp., Cit., Rodríguez Kuri, Arielp. 49.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario