sábado, 2 de abril de 2016

CIENCIA POLÍTICA. DISECCIONANDO UN CADÁVER.







§  Reseña sobre la muerte de la Ciencia Política. 
“¿Qué hacer ahora? La respuesta es: fundar un mundo donde seamos libres de crear y pensar. “Un mundo nuevo tiene necesidad de una política nueva”, ya decía Tocqueville, y a Arendt le gustaba citarlo”[1].
César Cansino.
Hace algunos años tuve la gran intención de dedicar mis estudios universitarios  a una ciencia social, teniendo la oportunidad de escoger y decidir posiblemente sobre el futuro que me depararía en la vida laboral. Pude creer que lo que ahora es mi disciplina –la Ciencia Política–  me daría no sólo una respuesta satisfactoria, y que ésta pudiera también tener aportes para responder a aquellos malestares que a todo joven le pueden parecer injustificables en un país con un régimen de gobierno muy cuestionable.


Al principio de la licenciatura todo iría surgiendo con esperanzas prometedoras, sembradas en una ingenuidad característica de la nobleza de cualquier joven universitario en contra de las injusticias sociales. Comenzábamos de manera simple a conocer el surgimiento de la política, su significado, viendo el linaje de la historia de las ideas políticas, así como su desarrollo por distintos ámbitos.
Era majestuoso encontrar en cada pensamiento o palabra que emanaba del saber, el significado de todo lo que nos llegaba a rodear como formas o expresiones de las estructuras sociales. Recuerdo claramente los viajes hacia la antigua Grecia, al medioevo, a la metamorfosis de las formas de gobierno, a todos aquellos pasajes que por más amenos que podían expresarse para un joven que se acerca al conocimiento, encontré una profunda seducción por la Ciencia Política día a día.
Sin embargo, mientras el conocimiento que llegaba adquirir me hacía reflexionar sobre mi entorno, o como diría Ortega y Gasset “mis circunstancias”[2], fue el punto cumbre de mi desapego o desencanto hacia la disciplina que tiempo atrás había decidido estudiar. Lo más contundente fue que mientras uno mismo trataba de razonar lo visto en clase o lo aprendido, en contraste con lo que pasaba en la realidad, se podría decir que se encontraba un gran cisma entre esos dos ámbitos. A esto se sumó el egocentrismo de algunos profesores universitarios por su gran apego a teorías, no sólo políticas sino económicas que llegaban a bombardearnos como “cúmulos del conocimiento certeros”, como verdades absolutas que no tenían cuestionamiento. Algo que como alumnos, nos hacían ver que a base de estadísticas, de política comparada, entre mucho más, el significado de ser un científico social, muy adentrado en la ciencia social dura, generó en mi consciencia una duda sobre la utilidad de la Ciencia Política; si ésta servía o no para nuestro contexto o realidad.
Mientras comenzaba a ir por otros rumbos –en su mayoría a leer y estudiar cosas que jamás me enseñarían en las aulas; como filosofía–, y concluía la licenciatura, más cosas escabrosas se iban presentando, por ejemplo: recuerdo claramente aquel libro de Ingeniería Constitucional Comparada de Giovanni Sartori[3], donde el posfacio aseguraba que nuestro país (México) era un caso ejemplar, muy distante de los países de centro y sur de América, porque aquí jamás había existido un golpe de estado o el establecimiento de una dictadura militar en la conformación de nuestro sistema político, sino que todo aparentemente había sido pacifico.
Fue un golpe muy duro que desenmascaró el desapego o desquicio de la Ciencia Política en la que yo estaba inmerso. Tiempo después, mientras más me acercaba al final de la carrera universitaria descubría, en palabras de César Cansino, que no sólo con el ensayo tan famoso de Giovanni Sartori publicado en 2004 titulado: “where is Political Science going?”[4], revelaba la inconsistencia de una ciencia social sumida en el pragmatismo de la escuela norteamericana; como el cuantitativismo y que a la larga daría, incapacitaría y hasta se pondría en duda la utilidad de la disciplina.
De esa manera, el referente estaba claro, y con la publicación del Estudio de César Cansino, la Ciencia Política se declararía muerta. Este calificativo a finales de la licenciatura fue algo muy llamativo, así que tuve que adentrarme en el caso y averiguar por qué la disciplina había sido declarada como tal.
César Cansino nos da la pauta intrínseca de aquella búsqueda de identidad que en sus inicios la disciplina trató de encontrar tras sucesos como aquellos que habían marcado al mundo a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Las crisis mundiales presentes en la conformación del bloque soviético y su desaparición en 1989, el reposicionamiento del mundo a nivel económico como el auge del neoliberalismo, la hegemonía norteamericana o el despertar de las desigualdades islámicas-occidentales, etc.
El análisis central de la investigación de Cansino parte de dos aspectos: 1) las diferentes etapas evolutivas de la ciencia política, y 2) Las diferentes áreas definitorias de la ciencia política.
En primera instancia el autor nos define el objeto y método, en donde es de suponer que la ciencia política es una disciplina “que estudia o investiga, con la metodología de las ciencias empíricas, los diversos aspectos de la realidad política, con el fin de explicarla lo más completamente posible”[5]. Sin embargo, tanto él como uno mismo podemos encontrar que las promesas de la disciplina se han quedado muy lejos de lo que podría ser realmente. Aclarando que también encontramos tanto el Estado, poder, representaciones, formas de gobierno y eticidad, acción, representaciones y valores, como factores que podemos identificar en la disciplina, sumado a que el objeto de estudio de la ciencia política es el “sistema político”.
Cansino aclara que a pesar de ésta enmarcación conceptual, la disciplina se ha hecho pluralista en la concepción de su objeto de estudio. Si bien el desarrollo de la disciplina puede apegarse a la enseñanza que uno mismo puede encontrarse en la carrera, aclaro teniendo una buena formación. De esta manera se suma a lo planteado por el autor, que supuestamente es algo que la licenciatura ofrece, desde el estudio de la política, lo político, las políticas, hasta la teoría política.
Cabe aclarar que en el desarrollo de la disciplina, fue fuertemente influenciada por la economía, la cual dio aportes de cientificidad que para muchos llegó a representar el “espejismo” de la exactitud y un pie completo a lo que Cansino menciona esa “falta de identidad”. En cuanto a la política comparada se puede decir que aportó un sinnúmero de conceptos, hipótesis, tipologías, ayudando a formar un cuerpo teórico para que esta disciplina fuera considerándose una disciplina seria y que no pidiera nada a las ciencias duras. Es importante señalar que los aportes de la política comparada dieron beneficios claros sobre el estudio de los fenómenos políticos, enfocándose en: 1) el estudio de instituciones políticas que tienen importantes aportes en investigaciones como gobiernos, parlamentos, partidos y sistema de partidos. 2) Los procesos de partidos con aportes en crisis en regímenes políticos, transiciones democráticas, problemas sobre la consolidación de la democracia, etc. 3) Comportamientos políticos con aportes en cultura política, participación política que han ayudado a comprender los cambios de las sociedades.
Cansino menciona que llegó un punto en que la disciplina logró adquirir un discurso especializado, diferenciándose por fin de otras disciplinas como la sociología, la filosofía, la historia, etc. A esto lo consideró como una autonomía. Por otro lado también consideró a la institucionalización como aquel logró que tuvo la ciencia política por haberse ganado un lugar en la vida académica, determinado por la existencia de publicaciones especializadas en licenciatura y posgrados.
El autor nos nombra cuatro etapas evolutivas de la ciencia política:
1) Precientífica, 2) baja institucionalización, 3) alta institucionalización pero aclara que en búsqueda de su autonomía y 4) la consolidación.
La ciencia política empírica tiene más auge en países como Norteamérica, Canadá, Italia, Francia, Alemania y de menor manera en países del resto de Occidente u América latina como México.
Lo más relevante en los inicios formales de la ciencia política fue aquel acercamiento a la especialización, al dato duro que también para Sartori representó una amenaza. Puedo afirmar con certeza que la hegemonía de la escuela norteamericana ha influido mucho para el deterioro de la disciplina en el continente, recordando también al igual que el autor que apenas el siglo pasado el paradigma dominante había sido el marxista. La ciencia política presentó una incorporación por tener una influencia de las teorías funcionalistas, desde teoría de juegos y teoría de la elección pública. En sus los aportes de la época en donde Almond y el esquema del “nutrimiento” de otras disciplinas, contribuyó a la conformación de la identidad de la disciplina. También con Schumpeter se le dio a la ciencia política un enfoque economicista, apegado a la medición, racionalizando y viendo a la democracia como una competencia de mercado, oferta y demanda. De esta manera se representó la pérdida de la identidad de la ciencia política porque se vio colonizada por la economía y la cuantificación.
También con David Esaston tras el enfoque sistémico se encontró el impacto de la hegemonía norteamericana como lo menciona Cansino. Se incorporó al lenguaje el concepto de sistema y este a su vez con el de lo político, para hacer la diferencia, así los sistemas parciales que lo conformaron fueron: la política, la economía, el derecho, la ciencia, la religión, los medios de masas, etc. Tanto Luhmann como Habermas la racionalidad que impactó a la ciencia política, como una disciplina en comunicación, al igual que para el autor, se le concede a la disciplina un apego al utilitarismo, como la acción de medir los beneficios comunes, reparto de bienestar y de justicia. Se tiene importancia por los procesos históricos como un factor imperante en la racionalidad comunicativa.
El caso es que se ha llegado a abusar gracias a la cuantificación, de medir hasta la democracia, exagerando en postular cuál es buena y cuál es mala. El asunto es que no siempre una democracia asegura ser o tener un buen régimen de gobierno, y mucho menos la relación de éste con su sociedad. Esto ha quedado claro también en el desarrollo de estudios de política comparada, así como de los transitorios.
En mi humilde opinión con la lectura del libro, la ciencia política se forjó en Estados Unidos como un producto de la dominación, o como estudio para aplicarla no sólo internamente sino a nivel mundial, esto puede traducirse por aquella acción imperante de la hegemonía norteamericana. Al igual que el avance del siglo pasado, se sumaron las crisis económicas presentes en el mundo donde también se creó un espejismo, haciendo ver al Estado como un ente sobreprotector, como lo fue el Estado benefactor, que tiempo después se vio mermado por el neoliberalismo. Sin embargo el reflejo de la realidad que se encontraba en un cisma con el desarrollo de la ciencia política también contribuyo durante mucho tiempo, a notar que estas disciplinas que supuestamente darían mediante mediciones o reparticiones de bienestar estaban desapegadas del contexto real, algo que acierto en decir que hasta el día de hoy el fracaso es notorio con la inconformidad de las sociedades, presente en manifestaciones en contra de gobiernos y modelos económicos.
El tema sobre la crítica de la disciplina llegó como menciona el autor a cuestionar la salud mental de Sartori, pero en cierta medida el postulado o reflexión que deja en su famoso ensayo, desenmascara lo que para Cansino se desconsideró una desfachatez a tal grado de señalar que la Ciencia Política, o mejor dicho sus estudiosos apostaban a la cuantificación despreciando a los clásicos como los filósofos griegos como Aristóteles o Platón, o los modernos como Maquiavelo o Montesquieu, Hobbes, etc. Pero hace una certeza el autor al mencionar que la definición de la disciplina no puede encasillarse a un solo concepto porque el campo de estudio de la ciencia política es muy basto, desde grandes escalas de poder como la política, el gobierno, la economía, hasta las bajas escalas donde encontramos el accionar de partidos políticos, sindicatos, etc.
Algo importante en el desarrollo del análisis de la ciencia política es aquella distancia que logró llevar a la separación o casi divorcio de la teoría política y la filosofía política, donde también podemos encontrar a la suma de los métodos empiristas y los cuantitativos. Sin embargo Sartori trata de conciliar estas dos vertientes generando, o tratando de hacerlo, en la creación de la teoría de la democracia pero que no contraería nada positivo a futuro, menciona el autor que tiempo después el mismo Sartori se encontraría desencantado por la disciplina. Esto es de resaltar en un personaje como Sartori, ya que la misma ciencia política después de la Segunda Guerra Mundial quedaría en manos de la hegemonía norteamericana, Cansino acierta en el intento de Sartori por tratar de mediar la relación entre la filosofía y la ciencia en la disciplina, pero notamos penosamente que el intento fracasó contundentemente.
Otra cuestión que también se debe mencionar y que a mi parecer durante la licenciatura, no sembró en mi conocimiento, sino más dudas sobre la efectividad de la disciplina fue lo que menciona, describe y critica Cansino, es aquella búsqueda sobre la eficiencia o efectividad de la democracia, como ya he mencionado antes se llegó a un punto de medir que tipo de democracia es buena o mala, o que tan mala y tan buena puede ser. Resalto lo que el autor menciona sobre la aproximación de la definición hacia la filosofía política, algo que había quedado totalmente de lado para los cientificistas, pero que sumada a las deficiencias que se fueron presentando en estudios de política comparada, como en los aportes y concepciones utilitaristas o cuantificables como la definición de poliarquía de Robert Dahl, el desarrollo de los estudios transitorios de O’Donnell, Schmitter. Nos hemos podido percatar y lo defino así, que la democracia muy aparte de que se trate de observar o estudiar si es o no buena o mala, se demuestra una serie de inconsistencias presente en los diferentes sistemas de gobiernos del mundo, pero si esa exageración llevo al desborde de la locura postulando el famoso concepto de “calidad de la democracia”.
Así también el autor nos hace referencia a la tercera ola de Samuel P. Huntington que tras el intento describir gobiernos autoritarios que transitaban a democracias, fue muy difícil encontrar establecimientos democráticos reales o eficientes, sino que también se presentaron consolidación de regímenes autoritarios así como democracias débiles.
Posteriormente el autor hace el señalamiento que aquello que configuró a la ciencia política contemporánea fueron conflictos del siglo pasado como la segunda Guerra Mundial, la caída del bloque soviético, la crisis del Estado Benefactor, el surgimiento del neoliberalismo económico que también sumergió a pises en crisis financieras. También se puede señalar que debido a esto, a la concepción que dejó este desarrollo en los gobiernos se pudo tener una gran actividad o despertar de la sociedad civil, algo que para mí es muy importante, porque no sólo demuestra la incapacidad y las inconsistencias de nuestra disciplina, sino que también resalta que el generar política y su estudio es algo muy complicado.
La sociedad civil refleja mediante sus malestares y las famosas protestas que hasta el día de hoy se pueden encontrar en el mundo, las desigualdades que se suman al desinterés o la incapacidad de los gobiernos por responder a las necesidades sociales, de ahí encuentro algo que también pude entender en la licenciatura -tras la terminal que pude tomar para concluir la carrera- que las políticas públicas representaron, y continúan siendo, aquella salida para las ineficiencias de un gobierno y también se puede decir que estas suelen ser un fracaso constante.
Es rescatable la sociedad civil y su relación con el Estado pero esta también debe tener de lado el ejercicio democrático, sumado a la regulación y supervisión de ambas partes. A su vez, también la sociedad civil es la que regula y configura la democracia, falso a decir que como en los estudios transitorios, se ha tratado de buscar una forma eficiente de la democracia, desapegándose de la vida social, o mejor dicho de la sociedad civil.
Encuentro también que uno de los términos importantes que en palabras del autor, desde su configuración hasta su concepción actual, que pasó de ser Estado a “sistema político”, puede ser también un gran tema a tratar, y como se realiza en el libro, éste ha tenido un calificativo visto en concepciones negativas, coercitivas de poder o de uso de violencia para regular la actividad social, como también se puede presentar el caso de ser un medio regulador basado en leyes. Estoy de acuerdo en que la democracia y la sociedad civil deben ser determinantes en la época contemporánea, como Cansino nos señala, la democracia no se puede apartar de una concepción vital, ya “se reinventa desde la acción social, en espacio público, porque la política no puede acabar en la representación o la institución”[6]Algo que podría servir para el estudio de nuestra disciplina aunque sea dada por muerta ya que es muy difícil que el paradigma dominante cambie.
El análisis sobre el desarrollo democrático, Casino hace una fuerte crítica al planteamiento de Chantal Mouffe sobre la recuperación del antagonismo en la democracia radical, algo que menciona en no confundir con la reconstrucción democrática que se lleva día a día. Se hace la crítica señalando que lo expuesto por Mouffe pertenece a un ideal neomarxita, abusando en la acusación de tomar cml enemigo principal al neoliberalismo. También para Cansino puede representar violento el enmarcarse en el decreto de Mouffe, si uno es de derecha o de izquierda, algo que señala fue del siglo pasado y que actualmente la ciudadanía ha manifestado tener tintes pacíficos.
Mencionando esto me encuentro de acierto en el construir la democracia día a día y como una forma de vida, pero asumo que también Chantal Mouffe[7] puede tener algo certero en demostrar que en países como el nuestro, falta ese antagonismo real entre partidos que exijan el buen trabajo de aquellos que se perpetúan en el poder, sin embargo también la postura de Cansino es de gran peso, ya que declara que la ciudadanía es la principal constructora de la democracia.
Otro de los temas relevantes a tratar en La muerte de la ciencia política es el dilema que existe entre la historia de las ideas políticas y la filosofía política. Si bien la historia de las ideas políticas presenta un desarrollo como lo enuncia, a nivel histórico, ha representado un saber cronológico o evolutivo del pensamiento o manifestaciones de lo político, por otra parte no se puede considerar como filosofía política porque ésta es la encargada de construir conceptos. El autor nos señala que el problema en la discusión de estas dos vertientes se muestra de manera metodológica, pero no es razón para echar a un lado su aporte.
La discusión llega hasta encontrarnos con Hobbes y con Carl Schmitt y lo que para mí representó uno de los puntos magistrales en la lectura, en esa conformación del Estado moderno de Schmitt a través de Hobbes y el Leviatán. De esta forma se puede traducir que con la aparición del Estado moderno cimentado en la legalidad, sumado a su decadencia se daría el surgimiento de partidos políticos. También Arendt entra en el trabajo, rescatando por el autor esa concepción que tiene el ser humano como personajes que viven con sus “semejantes, en medio de una polis, e inter hominesdesinere, dejar estar en los hombres, es sinónimo de la muerte”[8].
La propuesta de Cansino va a favor de la recuperación de los clásicos como Maquiavelo, Tocqueville, Hobbes, etc., esto para poder comprender nuestro entorno, él lo ejemplifica con el caso de Schmitt y Arendt, por un lado dando el vuelo hacia los clásicos modernos y por otro a los clásicos antiguos. Esto sin duda menciona que representó el rechazo de algunos científicos duros que habían mandado ruinmente al retiro. Sin embargo estoy completamente de acuerdo en nutrir mediante los clásicos tanto la disciplina como a la filosofía política. Algo cumbre se muestra en el siguiente párrafo:
¿Qué hacer ahora? La respuesta es: fundar un mundo donde seamos libres de crear y pensar. “Un mundo nuevo tiene necesidad de una política nueva”, ya decía Tocqueville, y a Arendt le gustaba citarlo[9].
Las revoluciones modernas como la francesa y la norteamericana fueron muy importantes para Arendt porque representaron el despertar de la conciencia social, pero esto debe quedar en claro en que la revolución debe construir y así ésta pueda justificarse. Debe existir una trascendencia enmarcada en el cambio y el despertar de las conciencias humanas, algo en que puedo estar de acuerdo porque no puede existir un cambio en cualquier ámbito si no se despierta al ser humano, como el pathos mencionado. Arendt para el autor es la que mejor pudo interpretar a un clásico como lo es Tocqueville y encuentro el sustento y la importancia de tener presente a los “titanes” de nuestra disciplina.
Es majestuosa la manera de sustentar la propuesta de la recuperación de los clásicos mediante Schmitt, recuperando a clásicos antiguos y modernos. Como aquella justificación del Estado en las leyes como aquel leviatán bien interpretado por Schmitt, hasta el sustento revolucionario por Arendt, enfocándonos en la imagen humana, en aquel ciudadano que es capaz de ir en contra de la corriente más temible, cuando el pathos es transgredido como la revolución francesa, o como aquel establecimiento de la republica norteamericana y su constitución, sumada a la crítica de Arendt y buena lectura sobre Marx que hace referencia Cansino, donde menciona también el desacuerdo de la autora con aquella visión dialéctica de la historia, enunciando que no puede existir una violencia sobre otra. Esto trajo a mi mente la defensa por la sociedad civil que menciona el autor, que en estos tiempos ha cambiado muchísimo, lo cual puede hacer referencia a la propuesta donde se manda a retiro lo que está fuera de contexto.
La propuesta se suma a generar lo que el autor menciona como “metapolítica”, que implique el nutrimento de diversos estudios sociales que sean vigentes, encontrándose por encima de los paradigmas dominantes pero sin caer en una formula universal o totalizadora. La ciencia política debe acercarse a saberes diversos, como los que se mencionan en el libro, debe existir una metamorfosis y tener una apertura porque la metodología y el dato duro sólo la han cegado hasta el día de hoy. Se debe tomar en cuenta los sucesos o fenómenos sociales que al día se hacen presentes en el mundo, señalando que la importancia recae también en los ciudadanos.
El día de hoy estudiando la maestría de ciencias políticas, puedo seguir afirmando que tristemente la disciplina sigue muerta, aun teniendo remedios para “levantar a lázaro”.

[1] Cansino, César, (2008), La Muerte de la Ciencia Política, Sudamericana, Argentina, p. 233.
[2] Cfr., Ortega y Gasset, José, (1914), Meditaciones del Quijote, La Residencia de Estudiantes, España.
[3] Cfr., Sartori, Giovanni, (2003), Ingeniería Constitucional Comparada: una investigación de estructuras, incentivos y resultados, Fondo de Cultura Económica, Mexico.
[4] Cfr., Sartori, Giovanni, Where is Political Science going?, Columbia University, [Consultado el día 3 de junio de 2013 a las 3:00 p.m.], Disponible en:  http://ww2.odu.edu/al/jchen/Comparative%20Politics%20(Graduate)/Additional%20Readings/Where%20is%20Political%20Science%20Going.pdf
[5] Óp., Cit., Cansino (2008), p. 24.
[6] Ibíd.
[7] Cfr., Mouffe, Chantal, (1999), El Retorno de lo Político, Paidós,  Argentina.
[8] Óp., Cit., Cansino, (2008), p. 232.
[9] Ibid., p. 233.


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