[…] Traicionada en los afanes de su pueblo, que ha sido cínicamente engañado con un malabarismo de palabras revolucionarias; que después de pelear y sufrir, ve escamoteadas las promesas de mejoramiento y de libertad, y se encuentra con una miseria cada día creciente, con una tiranía cada vez mayor y con una corrupción que no tiene límites […]. “A fuerza de pensar estas cosas, me duele el pensamiento cuando pienso” […]. Mientras más malas sean las noticias de México, mayor es mi deseo de volver. Tengo como remordimiento de estar acá cuando allá sufren. Esta paz, esta civilización, no son ya un reposo sino una causa de mala pasión y de amargura. Mi México, mi pobre México. Hasta muy pronto.Manuel Gómez Morin[1].
Para entender la conformación del Sistema Político Mexicano, debemos entender en primera instancia el significado de los siguientes términos: sistema político y partido político. Para el primer concepto, David Easton nos menciona lo siguiente: “es un conjunto de interrelaciones en una sociedad, del cual se deciden y ejecutan asignaciones obligatorias y autorizadas”[2]. Por otro lado, podemos entender la complejidad etimológica del significado de partido político. El cual, poseedor de un gran antecedente histórico –como el derivado del parlamento inglés en el siglo XVIII y su desarrollo en diversos países como Estados Unidos o México–, fue formando una connotación ad hoc a las circunstancias características de cada lugar en donde la vida política se generaba en el mundo.
Sin embargo, retomando la definición de Edmund Burke encontramos que:
“Un partido es un grupo de hombres unidos para fomentar, mediante sus esfuerzos conjuntos, el interés nacional, basándose en algún principio determinado en el que todos sus miembros estén de acuerdo”[3].
Ésta definición puede quedar orillada al desprestigio de la política generada en la actualidad, y presentarse como un ideal muy difícil de alcanzar sí recurrimos a la demostración empírica, o si simplemente podemos comparar a la teoría y al dato duro (científico) con la realidad nacional.
A su vez, podemos recurrir a la etimología mencionada por Giovanni Sartori[4], en donde define que la palabra partido proviene de partite; que significa parte o división, en contraste al término romano, el cual lo podemos asumir como facción. De esta manera el desarrollo del término pudo conciliarse en la época moderna, donde pasó a ser: “participación, compartir, repartir”, entre más.
Después de tener una idea para aproximarnos a la construcción del Sistema Político Mexicano, podemos remontarnos a la herencia que nos dejó el dominio español –durante la colonia y el México independiente del siglo XIX–, como antecedente para encontrar el engranaje que articula la vida política de un régimen sui generis en el mundo: el sistema jurídico-legal que se consolida mediante el “mito revolucionario” a comienzos del siglo XX.
¿A qué se debe éste señalamiento?, la respuesta puede también estar ligada al aspecto cultural –tema muy importante que nunca puede quedar de lado en un estudio politológico–, así como a las características que conforman a la condición mexicana, las cuales impactan en diversos ámbitos de la política nacional, como el señalamiento de Octavio Paz[5], en donde afirmó la importancia que se le otorga en nuestro país a laforma y no al fondo, al igual que el ideólogo priista Jesús Reyes Heroles y la frase tan famosa que consagró: “en política la forma es fondo y el fondo es forma”[6]. Algo que puede ejemplificar la importancia del sistema jurídico, que a pesar de muchos descontentos, ha conseguido instaurar a grupos oligárquicos y elites en el poder de nuestro país.
Empero, en el sistema jurídico-legal se puede encontrar el engranaje que articula a la política mexicana, el cual tiene como antecedente la constitución de Cádiz de 1812 –sumado a los tropiezos y aportes constitucionales del siglo XIX–, hasta la constitución promulgada en 1917. Dicha constitución fue considerada, uno de los avances sociales más sobresalientes de inicios del siglo XX, logrando conciliar diversos ámbitos que la vida revolucionaria había dejado como malestar; guerra civil, ingobernabilidad, lucha agraria, problemas con la clase obrera, en fin, un sinnúmero de grupos sociales y políticos que mantenían al país al borde del caos.
De ésta manera, la constitución de 1917, logró cooptar –como comúnmente se conoce– un sinnúmero de intereses como el de caudillos, hacendados, caciques, terratenientes, partidistas, organizaciones, entre más, los cuales se irían sumando a las promesas ofrecidas por el mito revolucionario.
Haciendo un paréntesis, puedo asegurar que la dictadura porfirista había dejado un vacío de poder muy difícil de llenar –algo que pudo verse reflejado con el fracaso democratizador de Francisco I. Madero–, pero que a la larga, las esperanzas revolucionarias instaurarían a una hegemonía partidista. “La revolución va a romper el esquema político de dominación e introducirá nuevos elementos para su configuración”.[7]
La lucha por el poder, también estaría encabezada por el letargo de la circulación de las elites del país. Empero, esto se reflejó en el surgimiento de diversos partidos políticos –recordando que éstos adquieren su categoría como tal, a finales del siglo XIX–, que en su mayoría, fungirían como fieles “decoradores” de la imagen porfirista, como lo expresa Raymundo García García en el siguiente párrafo:
A principios de siglo ya se hablaba de partidos políticos, en 1906 fue publicado el programa del Partido Liberal Mexicano (PLM), encabezado por los hermanos Flores Magón; luego surgió en 1909 el Partido Nacional Antirreleccionista (PNA), organizado por Madero y Francisco Vázquez Gómez. En enero de 1909, los reyistas constituyeron el Partido Democrático (PD), disuelto en julio del mismo año; en febrero de 1909 se creó el Partido Reeleccionista (PR) de los científicos, para impulsar la candidatura del general Díaz[8].
Tras el fracaso de Madero y la escena caótica en la que se encontraba la nación, elengranaje principal del Sistema Político Mexicano se construiría con la promulgación de la constitución del 5 de Febrero de 1917, la cual otorgaría diversos aportes en materia electoral como: dar el reconocimiento a nivel constitucional del voto universal, estableciendo las facultades para votar y ser votado; a su vez, establecería de manera obligatoria la realización de cargos electorales, a nivel federal y estatal, así como los derechos y obligaciones de los ciudadanos que participen en éstas. Aparecería, a diferencia del antecedente del siglo XIX, la elección directa de representantes; diputados y senadores, así como del presidente de la república mexicana.
También, se reconoce a la cámara de diputados como representantes de la nación, estableciendo su elección, tanto para diputados y senadores, cada dos años para cambiar a la mitad de la cámara, ya que éstos podían contar con un ejercicio de cuatro años si lograban permanecer en el puesto[9].
“El titular del Poder Ejecutivo se renovaría cada cuatro años”, la división electoral de los distritos se basaría de manera demográfica de 60 mil habitantes o una facción mayor a 20 mil, en relación con censos poblacionales. El presidente podía asignar a los miembros de la corte y algo muy importante, en respuesta al mal recuerdo de la dictadura porfirista, quedaría prohibida completamente la reelección en el país[10].
Dentro de la organización nacional y de padrones locales se establecería toda la preparación de las elecciones, así como su aplicación en donde las autoridades municipales estarían encargadas en publicar los padrones correspondientes a las poblaciones demarcadas, aportando también, vigilancia a dichos procesos[11].
Tiempo después, para elecciones federales de 1918, se añadiría a la ley reglamentaria de los procesos electorales de 1917, el número de 11 capítulos para estipular fechas de elección, divisiones territoriales para censos y listas electorales, así como el derecho a votar a hombres con una edad de 18 años casados y 21 para solteros, requisitos para poder ser elegibles, tanto diputados como senadores y presidente de la república, calificación, resolución, disposiciones penales y requisitos para la conformación de partidos políticos[12].
Cabe señalar que muchos de los avances en materia electoral y constitucional, constituían una respuesta a muchas prácticas que se dieron durante el siglo XIX –como procesos electorales corruptos, coerción del voto, o procesos amañados, robo de casillas, y más[13]–, ya que el papel que jugó el estandarte democratizador, sería necesario para que las propuestas fueran bien aceptadas y así, lograr apaciguar lasviolentas oleadas que desataban los intereses de los diversos grupos o elites en busca del poder en la nación.
Para la calificación política por parte del congreso de la unión, se llevarían a cabo dos procesos: el primero sería el de autocalificación; donde las cámaras podrían evaluar sus propias elecciones, y la segunda, la heterocalificación; donde un colegio electorado conformado por diputados, validaría al presidente de la república[14].
El 6 de febrero del mismo año, señala Raymundo García[15], fue publicada una ley para validar y realizar un proceso electoral de manera extraordinaria, con la intención de elegir a diputados, senadores y presidente de la república, ya que desde la toma del poder por parte de Victoriano Huerta se había imposibilitado la realización de dicho procedimiento, y el encargado del ejecutivo nacional –fiel promotor constitucionalista– era ya desde 1915, Venustiano Carranza.
Se debe tomar en cuenta que la estabilidad de la nación se presentaba completamente caótica, y de esa forma,
El proceso posrevolucionario había colocado a los militares formados en la lucha armada, como los principales actores de la política nacional. Para qué la revolución dejara de caracterizarse como caudillista y se centralizara el poder político, era necesario cambiar la propia estructura de poder que colocaba a los generales del ejercicio en la cima de la jerarquía política[16].
La base de aquel engranaje constitucional, cambiaría por completo el desarrollo de la vida política del país, para tiempo más tarde consolidar en el poder ya no a un dictador, sino a un partido político que iría aglutinando masas y sus intereses, haciendo uso de ideales democratizadores y promesas revolucionarias, todo esto reflejado en aquellos artículos como lo fueron: 3o, 27 y 127[17]. La constitución representó por fin, la única fuerza capaz de centralizar el poder político nacional, algo que en palabras de Octavio Paz[18], representó uno de los grandes males de la política mexicana.
Las pugnas que había dejado la guerra de revolución, también comenzarían a consagrar personajes en la historia mexicana, los más sobresalientes al finalizar el movimiento armado y después de la muerte de Carranza fueron: Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.
Dadas las condiciones en las que la constitución del 17 establecían los lineamientos necesarios del proceso electoral, la nominación de Alfonso de la Huerta, tras el asesinato de Carranza, ayudaría para que tiempo más tarde el engranaje electoralfuncionara para llevar a Álvaro Obregón a la presidencia de 1920, con el apoyo de partidos como: el Partido Liberal, Constitucionalista, Partido Laborista Mexicano, Partido Nacional y el Cooperativista[19].
Tiempo más tarde, el juego político adquiría diversas modalidades para la obtención del poder, desde la descalificación de candidatos, hasta medidas forzadas como el uso de la violencia. Así fue como el jefe máximo de la revolución mexicana (Plutarco Elías Calles) logró llegar al poder. Calles también llegaría a la presidencia en 1920, respaldado por el Partido Socialista del Sureste, Partido Laborista y el Partido Nacional Agrarista[20].
La relación de la dupla Obregón-Calles, forjó un factor decisivo para que mediante las buenas relaciones de poder que llegaron a construir, tanto en la presidencia como en secretarías y con diversas organizaciones e instituciones, pudieran aglutinar y convocar a diversos grupos para la construcción del Partido Nacional Revolucionario de 1928 a 1929.
Es importante señalar que las condiciones en las que se encontraba el país, eran sumamente precarias en contraste a las exigencias que imponían las grandes potencias del mundo. De esta manera, diferentes personajes, como aquel gran número de intelectuales que alguna vez reaccionaron en contra del positivismo, como el Ateneo de la Juventud –encabezados por Antonio Caso, José Vasconcelos y Alfonso Reyes– influirían en el grupo de los Siete Sabios –o también conocidos como la generación de 1915, conformado por Vicente Lombardo Toledano, Alberto Vázquez del Mercado, Alfonso Caso, Teófilo Olea y Leyva, Antonio Castro Leal, Jesús Moreno Baca y Manuel Gómez Morin[21]–, para ayudar a construir el régimen político que ya se avecinaba, trabajando de manera directa en la creación de diferentes instituciones, bancos, universidades, sindicatos, organizaciones, entre más. El caso más peculiar o que puede resaltar, es el de La visión modernizadora de Manuel Gómez Morin[22], el cual tras la presidencia de Calles, bien respaldada por Obregón, logró consolidar el Banco de México, el Banco Nacional de Crédito Agrícola, además de ser un emblema por su excelente trabajo en la Universidad Nacional.
La circulación de las elites en el país, durante la primera mitad del siglo XX, cada vez se tornaba en una lucha de intereses políticos, los conflictos armados ya eran característicos de la escena mexicana, no sólo con la guerra revolucionaria y los caudillos, sino también se sumaba el detonar de la Guerra Cristera. El descontento de Calles hacia la imagen y el poder que representaba Obregón, se hacía cada vez más intensa. Se llega a mencionar que, tras el asesinato de Álvaro Obregón a manos de un fanático religioso de nombre José de León Toral, después de haber ganado las elecciones de 1928, beneficiaría completamente a Plutarco Elías Calles y así, consolidar tiempo más tarde el maximato,
Cuando sobreviene la muerte del general Obregón, aparece la oportunidad para Plutarco Elías Calles de cimentar en la Familia Revolucionaria las bases institucionales del Sistema Político Mexicano; de esta forma, ante la ausencia de aquél, proclama la necesidad de institucionalizar la vida política nacional[23].
Al consolidar al Partido Nacional Revolucionario y lograr cooptar, apaciguar y amedrentar a diversos grupos a la causa revolucionaria –como a los mismos obregonistas–, otro personaje saldría a disputa para frenar el poderío que poseía el jefe máximo de la revolución, su nombre fue muy popular debido a la postura socialista que llegó a forjar, Lázaro Cárdenas, ya que en la elección de 1929, Calles había colocado en la disputa presidencial a un “títere” como Pascual Ortiz Rubio para poder conservar el poder, el cual se impondría electoralmente por encima de la imagen de José Vasconcelos (Partido Antirreleccionista) y Pedro Rodríguez Triana (Partido Comunista Mexicano)[24]. Elección que dejaba muchos descontentos y que tiempo después le costaría la expulsión del país –promovida por Cárdenas– y la pérdida de gran parte de su poder.
En 1934 Lázaro Cárdenas llegaría a la presidencia por el Partido Nacional Revolucionario, compitiendo con Antonio I. Villarreal (Confederación Revolucionaria de Partidos Independientes), Adalberto Tejada Olivares (Partido Socialista de las Izquierdas) y Hernán Laborde (PCM)[25]. De ésta manera, Cárdenas daría un vuelco completo a la política ejercida por el PNR, logrando consolidar ahora al viejo Partido Nacional Revolucionario como un engranaje corporativista con la creación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM)[26], en plena crisis mundial con los conflictos de guerra en Occidente europeo. Debo apuntar algo de suma importancia, tras las expulsiones de Calles del país y el descontento de varios personajes pertenecientes a la elite del poder que había formado el jefe máximo, sumado a los espionajes nazis por intereses petroleros, frente a las políticas generadas en el cardenismo, algunos sectores de derecha, “organizaciones secretas católicas que venían de la Guerra Cristera conviene con el interés de los callistas para detener el fantasma del comunismo mexicano”[27]. Más tarde se consolidaría la creación de un partido de oposición, en 1939 el Partido Acción Nacional, encabezado por Manuel Gómez Morin, Efraín González Luna, Luis Calderón Vega y Aquiles Elorduy, para lograr cambiar la escena nacional e ir contrastando al pasar de los años con el desarrollo político mexicano en todas sus vertientes.
La segunda etapa de los cambios en el engranaje político del país, después de los grandes aportes constitucionales desde 1917, estuvieron marcados con una serie de reformas como lo fueron las de 1946, 1951, 1963 y 1969. Después de la presidencia de Ávila Camacho de 1940 a 1946, la metamorfosis del PRM a PRI (Partido Revolucionario Institucional), haría llegar a la presidencia a Miguel Alemán Valdés, el primero en no pertenecer a la milicia, y así terminar con un largo linaje prevaleciente desde el siglo XIX.
De esta manera, en 1946 aparece la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, liderada por la Secretaría de Gobernación, teniendo como presidente de dicha comisión al Secretario de Gobernación, sumado a otro miembro del gabinete; dos miembros del poder legislativo; un diputado y un senador, un notario público; el más antiguo del Distrito Federal, dos comisionados de los partidos nacionales, los cuales deberían tener la mayor votación. Dicha comisión se encargaría de coordinar y vigilar las elecciones federales, así como instalar el Consejo del Padrón Electoral para cerciorar las labores correspondientes, desaparecen las candidaturas independientes, pero se permite la confederación de partidos nacionales.
En 1951 a cargo de la Secretaría de Gobernación, aparece la Comisión Federal Electoral –bajo la Ley Federal Electoral–, la cual se conformaba por un Comisionado del poder Ejecutivo, que era el Secretario de Gobernación, dos comisionados del poder legislativo; diputado y senador, se aumentaba un comisionado más, proveniente de partidos políticos, siendo ahora tres. Desapareciendo así, la participación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en el proceso de calificación electoral. Huelga decir, que dos años después, en 1953, a nivel constitucional mediante reforma, se reconoce a nivel nacional el voto a la mujer, otorgando derechos políticos y ciudadanos como: votar y ser votado.
Las dudas en la política nacional, ya eran costumbre rumbo a la segunda mitad del siglo XX. Durante la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines la continua participación de Acción Nacional se vería reflejada en elecciones, ganando una cantidad respetable de votantes o simpatizantes. En la elección de 1952 donde Ruiz Cortines había resultado triunfador, el candidato panista Efraín González Luna había ocupado el tercer lugar en los resultados electorales, por debajo de Miguel Enríquez Guzmán, pero años más tarde, compitiendo en 1958 con Adolfo López Mateos (PRI), Luis H. Álvarez, candidato del PAN había sido el único contrincante por la presidencia de la república. Sin duda alguna el Partido Acción Nacional no sólo había logrado escalar y hacerle frente al partido que había consolidado un régimen no democrático, sino también, como lo expresa Raymundo García[28], ayudó a crear una nueva cultura política en el país.
En 1963 se da la incorporación de diputados de partido, los cuales por cada 2.5% de la votación, se obtenían 5 diputados de lista, cada medio punto adicional al 2.5% otorgaría un diputado más hasta el máximo de 20[29]. Al año siguiente, en 1964 llegaría a la presidencia de la república Gustavo Díaz Ordaz, bajo tres partidos (PRI, PP, PARM), compitiendo con el representante del PAN José Luis González Torres que por primera vez en la vida política de la oposición, logró sumar poco más de un millón de votantes.
El sexenio trágico de Gustavo Díaz Ordaz dio muestra del autoritarismo que el viejo régimen había consolidado durante décadas. Diferentes malestares llegaban a coincidir en contra del partido oficial; ferrocarrileros, médicos, agricultores, profesores, estudiantes, entre los más destacados, se sumaban a las protestas en contra del gobierno priista, hasta culminar con la represión y matanza del 2 de octubre de 1968, días antes de realizarse las olimpiadas en el país[30]. Dichos acontecimientos, bañaron en sangre una política corrupta, la cual ha sido una característica singular de aquello que se ha considerado como el Partido Hegemónico Pragmático[31].
Después de la tragedia que abarcara la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, entró a discusión por parte de algunos intelectuales como Soledad Loaeza[32], un tema que se llegó afirmar, aquel que señalaba la llegada de la transición democrática en el país, teniendo como punto de partida aquel 2 de octubre de 1968. Lo cierto es que, puedo afirmar que la “supuesta transición mexicana”[33] al pasar de los años, quedó a deber más de lo que también pudieron significar aquellas reformas que comenzaron a aparecer después del altercado. Sin embargo los cambios constitucionales que comenzaron a presentarse en la nación, la gran mayoría de las veces comenzaron a responder a las exigencias internacionales. En el año de 1969 se presentó una reforma, la cual disminuyó el requisito de la mayoría de edad para votar, ahora con la edad de 18 años, cosa que anteriormente era de 21 años, o 18 sí se estaba casado.
En el año de 1970 Luis Echeverría Álvarez llegaría a la presidencia por el PRI, PARM y PPS, a pesar del desagrado social. De nueva cuenta el Partido Acción Nacional sería el único contrincante en la justa electoral. Efraín González Morfín lograría sumar a la causa panista un incremento en las preferencias electorales, teniendo casi dos millones de votantes a su favor, a pesar de estar muy lejos de su contrincante priista. Tras la presidencia de Echeverría la situación económica del país se iría a pique, haciendo olvidar los buenos años que el milagro mexicano había conseguido brindarle a la nación con las políticas del Estado Benefactor. La situación internacional también presenciaba cambios radicales como en América Latina, el golpe de Estado en Chile contra Salvador Allende y el creciente temor de la Guerra Fría. De esta manera, comenzaría a pesar la instauración del neoliberalismo procedente de Norteamérica e Inglaterra, y su hegemonía económica a seguir en muchas partes del mundo, iría impactando en diversos gobiernos políticos.
En 1976 José López Portillo alcanzaría la presidencia siendo candidato único, corroborando ampliamente la hegemonía del Partido de Estado (PRI), el cual continuaba en coalición con el PPS y el PARM. Debido a esto, el gobierno tuvo que llevar a cabo una serie de reformas para incentivar la participación de partidos políticos en contiendas electorales. A su vez, el Partido Comunista Mexicano pudo obtener financiamiento público, representantes en la cámara de diputados, y de esta manera, logró consolidar su registro político a nivel nacional.
Los cambios constitucionales de 1977 que propiciaron la participación política de los partidos –algo que para algunos representó una vía al multipartidismo, cosa en la que estoy completamente en desacuerdo–, consistió en lo siguiente: que los partidos políticos fueran de interés público y a la vez de carácter nacional. Se les otorgó el derecho a los partidos políticos nacionales para participar en elecciones locales, a su vez, incluir a las fuerzas políticas ausentes, tanto de partidos como de asociaciones políticas[34]. A los partidos políticos se les sumaron las siguientes prerrogativas: para obtener su registro condicionado, deberían contar con una actividad política mínima de cuatro años de vigencia. Para la obtención del registro definitivo, el umbral requerido era de 1.5% de la elección por la cual se le había otorgado el registro. Para el financiamiento público se requería de concesiones mínimas, para poder así realizar las actividades correspondientes. Algo sobresaliente fue que a las campañas políticas se les dio acceso a medios de comunicación de manera permanente, para poder también, tener un buen desarrollo de sus campañas[35].
La representación en la cámara de diputados también tuvo modificaciones en 1977, la Representación Proporcional fue de 100 diputados, los cuales sólo podían otorgarse a los partidos que tuvieran menos de 60 escaños, en cuánto a Mayoría Relativa se le otorgó la fórmula de representación mínima y la fórmula de la primera proporcionalidad[36].
Se le dio extensión a la nulidad y a los recursos, a cargo del Sistema Impugnativo Electoral, el cual mediante los colegios electorales, se encargaba de todas las cuestiones de nulidad y de calificaciones electorales vistas como últimas instancias. La Suprema Corte de Justicia de la Nación, se encargaba de dar resoluciones que iban en contra a los dictámenes del colegio electoral de la cámara de diputados. A su vez, el registro nacional de electores, era la instancia encargada en casos como la negación de registro de domicilio a los electores. Dichos comités serían también distritales, conociendo los recursos de protestas al finalizar el conteo de votos, en las actas finales de casillas, y de esta manera, mediante los recursos de quejas interpuestos contra los resultados de cómputos distritales que designaban a diputados de mayoría relativa, el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados, se encargaba de dar resolución a dichos conflictos. Existieron dos de recursos, el de revocación; que se resolvía por el órgano en el que se impugnaba y el de revisión; el cual se interpondría ante el órgano más alto a nivel jerárquico en el que se presentaba la queja[37].
Bajo estas reformas –las cuales considero la tercera etapa más importante en la construcción del engranaje electoral– en el año de 1982, se pudo ver en las elecciones presidenciales una gran participación por parte de partidos políticos. El PRI seguiría conformando coalición con el PPS y el PARM, saliendo victorioso con Miguel de la Madrid Hurtado, compitiendo con personajes como Pablo Emilio Madero por parte del PAN –el cual lograba incrementar la cantidad de votantes para Acción Nacional con poco más de tres millones de preferencias electorales–, Arnoldo Martínez Verdugo (PSUM), Ignacio González Gollaz (PDM), Rosario Ibarra de Piedra (PRT) –siendo la primer mujer en competir en una contienda presidencial–, Cándido Díaz Cerecero (PST) y Manuel Moreno Sánchez por el Partido Social Demócrata[38].
Cabe señalar que en ésta elección se presentó una gran cantidad de votantes para la selección del presidente de la república, así, sumadas las crisis tan características de los gobiernos priistas y el terremoto de 1985 que develó una incapacidad más del gobierno para responder a las necesidades sociales, el PRI perdería una gran cantidad de votantes y en las elecciones de diputados y senadores federales de 1985 y se logró obtener un abstencionismo del 50%[39].
Al año siguiente, en 1986 el Congreso de la Unión se integraría de la siguiente forma: la Cámara de Diputados se conformaría con 300 diputados de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, estableciendo 5 circunscripciones plurinominales fijas, y éstas dejaron de ser determinadas por la Comisión Federal Electoral. Así, ningún partido político podía tener más de 350 diputados, aunque el número de votos superara dicho porcentaje. En cuanto a la cámara de diputados, también se modificaría la renovación de sus integrantes, pasando a ser cada 3 años[40].
El mismo año de 1986 se le da importancia a las candidaturas comunes, las cuales funcionaban como una manera alternativa de participar en la política, como aquellas coaliciones que aparecen desde 1977. Para dichas candidaturas comunes, se debían de registrar los candidatos con el nombre y emblema de aquellos que se aliaban, y así, la candidatura no se presentara bajo un emblema y registro único. De esta manera, el costo político se había reducido en la forma de coaligarse, o dar de alta a algún partido, ya que en 1988 surgiría como respuesta el Frente Democrático Nacional, algo que para Raymundo García[41] representó una ruptura en las entrañas del partido en el poder, en rechazo a las medidas neoliberales que ya se habían hecho presentes. Los personajes sobresalientes en dicho percance priista, fueron Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas –hijo del conocido general Lázaro Cárdenas del que ya hablamos con anterioridad–.
La Comisión Federal Electoral tendría por representación de partidos políticos: por cada 3% que obtuvieran de votaciones electorales a un comisionado. A sabiendas de esto, el partido en el poder (PRI) sin extrañar a nadie, tenía derecho a tener hasta 16 comisionados, a pesar de tener como dirigente de la presidencia electoral al Secretario de Gobernación, sumando a dos representantes del poder legislativo; un diputado y senador.
Se publica el 12 de febrero de 1987 el Código Federal Electoral, donde “se justificó la nueva denominación en lugar de ley porque el término código define a un cuerpo de disposiciones referente a una rama del derecho (el electoral), cuerpo que integra sus diferentes materias”[42], dando a conocer 9 libros. El Tribunal de lo Contencioso Electoral tendría las siguientes características: se le otorgaría autonomía y sería un órgano administrativo, estaría subordinado a los colegios electorales ya que sus dictámenes no eran definitivos porque no podían anular las votaciones. Dictaba funciones, a más tardar en la tercera semana de octubre al año anterior a las elecciones ordinarias federales, terminando junto con el proceso electoral en turno, éste podía aplicar en caso de elecciones extraordinarias[43]. Contaría con siete magistrados nombrados por el Congreso de la Unión. De esta manera estaban obligados a dar respuesta a los recursos para el Registro Nacional de Electores.
Bajo la reestructuración del Sistema Electoral, el sistema impugnativo electoral contaría con tres recursos durante la preparación de la elección, el primero sería el recurso de revocación; el cual era interpuesto frente a las resoluciones de la comisión federal electoral, el segundo es el recurso de revisión; el cual sería asignado contra las resoluciones de comisiones locales electorales y el registro nacional de electores, y por último el recurso de apelación, el cual se daba contra los dictámenes de resolución la comisión federal electoral sobre el recurso de revocación[44]. A esto se le sumaba también, quejas y protestas de jornadas electorales y etapa de resultados.
La famosa reestructuración del sistema electoral mexicano pudo representar un avance en el aspecto democrático de la política, sin embargo, un año más tarde, tras celebrar en 1988 las elecciones presidenciales, la disputa por el poder aparentemente habría quedado más pareja que en otras ocasiones. Las rupturas internas del partido que habría impuesto una hegemonía por décadas, tocaban en lo más profundo de las fibras de su la estabilidad en el poder. Una gran mancha caería sobre aquella elección, con la tan sonada caída del sistema para dar los resultados de la justa presidencial, a manos del organismo que supuestamente sería el encargado de garantizar un proceso limpio, cómo no recordar a Manuel Bartlett Díaz Secretario de Gobernación, personaje al cual se le otorgaron un sinnúmero de adjetivos y calificativos para denostar. Mediante este ruin engaño y “faramalla electoral” tomaría la presidencia Carlos Salinas de Gortari (PRI), compitiendo con personajes como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (FDN, PARM, PPS, PFCRN, PMS), Manuel J. Clouthier (PAN), Rosario Ibarra de Piedra (PRT) y Gumersindo Magaña Negrete (PDM)[45].
La falta de reconocimiento social hacia la presidencia salinista, fue tratada de mediar bajo programas sociales como lo fue PRONASOL arropado con la famosa frase“Solidaridad, unidos para progresar”, haciendo uso de medios de comunicación y a la vez, del famoso “quinazo”, el encarcelamiento al líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, para legitimar la imagen presidencial tan sucia de Carlos Salinas de Gortari.
La política del país iría cambiando notoriamente bajo la presidencia salinista, la izquierda en oposición iría incrementándose. En 1989 el Partido Acción Nacional hace historia ganando la gubernatura de Baja California por parte de Ernesto Ruffo Appel, también surge el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y el PRI pierde la mayoría calificada en la cámara de diputados. Bajo esta crisis, el partido que se había mantenido en el poder durante décadas, y debido a su inestabilidad en diferentes sectores, se convocó al Acuerdo Nacional para la Ampliación de la vida Democrática, para dar pauta a la cuarta transformación y reestructuración del sistema electoral en el país.
Las reformas electorales se harían presentes en 1990, surgiría el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), se reinstauró la cláusula de gobernabilidad, la cual estipula que aquel partido que obtuviera el mayor número de constancias mayoritarias, se le otorgaría una constancia de mayoría de diputados, para así obtener la mayoría absoluta en el congreso. A su vez, el partido que obtuviera el 35% de la votación a nivel nacional, se le asignaban dos diputados de representación proporcional más, a la mayoría absoluta, por cada 1% de la votación obtenida por encima del 35% y menos del 75%[46].
Por otra parte, el financiamiento de los partidos políticos correspondería al número de votantes obtenidos en las elecciones de diputados y senadores (actividad electoral), por el 10% de la actividad igualitaria (actividades generales), había un reembolso hasta del 50% de los gastos hechos en rubros concretos (actividades específicas). También se estipuló la subrogación del Estado de aquellas contribuciones realizadas por los legisladores para el sustento de sus partidos, y así, a cada partido político se le brindaba el 50% del total, el cual percibían los legisladores de su bancada en un proceso inmediato anterior. También se estipula a en el COFIPE la fiscalización de los partidos[47].
Surge el Instituto Federal Electoral, sustituyendo al CFE, fungiendo como el órgano de vigilancia de los procesos electorales, conformado por un consejo general, el cual era encabezado por un presidente que continuaba siendo el Secretario de Gobernación designado por el ejecutivo. Por parte del poder legislativo, su representación se conformaba por dos diputados y dos senadores, uno de mayoría y otro de primera minoría de cada cámara. En cuanto a los representantes de partidos políticos, eran asignados dependiendo al 10% de la obtención de votos de su elección, aclarando que ningún partido podía obtener más de cuatro representantes. Se designaban también a 6 consejeros, libres de pertenecer a cualquier partido, teniendo una sobresaliente vida académica y jurídica, los cuales se nombraban por mayoría calificada por parte de la cámara de diputados propuestos por el poder ejecutivo. Éstos durarían 8 años en el cargo y podían ser ratificados por el poder ejecutivo.
Surge el padrón electoral y la credencial para votar con fotografía, con el Registro Federal de Electores, la cual a pesar de tener años de vigencia no garantizaba la confiabilidad que ahora otorgaba, ya que contaba con los datos mínimos sobre la información de los votantes a partir de los 18 años ya establecidos. Aparece el Tribunal Federal Electoral cambiando su orden administrativo por jurisdiccional, como un órgano completamente autónomo para hacer frente a los procesos electorales, éste tribunal se conformaba por una sala central ubicada en la cabecera del Distrito Federal; integrada por cinco magistrados, cuatro salas regionales temporales ubicadas en las cabeceras de las circunscripciones plurinominales, la cual era conformada por tres magistrados. Cabe señalar que las resoluciones que otorgaban eran evaluadas y modificadas por los colegios electorales. De esta manera, aparentemente se crea un sistema de justicia electoral.
A su vez, al sistema de impugnación se debía de contar con los recursos previos dos años antes de la elección, y los encargados en dar resoluciones eran en escala jerárquica desde el IFE hasta el TRIFE[48].
Durante los últimos años de la presidencia salinista, los conflictos no dejaban de hacerse notorios, las medidas de privatización de empresas nacionales auguraban diversos malestares no sólo sociales, sino económicos. De 1993 a 1994 surgieron otra serie de reformas electorales con la intención de responder a las exigencias internacionales para democratizar al país. En 1994 México se incorpora al Tratado de Libre Comercio, estalla también el conflicto en Chiapas surgiendo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y otro sexenio trágico baña en sangre a la política nacional con la represión en Chiapas y el asesinato de Luis Donaldo Colosio candidato oficial por parte del PRI a la presidencia.
El país había experimentado doce años de neoliberalismo, por lo tanto las nuevas relaciones económicas y sociales impactarían en el sentido del voto mostrándose un estancamiento del candidato del PRD y un acelerado crecimiento del PAN en la candidatura de Diego Fernández de Cevallos, quién compitió por la nominación con Adalberto Rosas y Javier Livas Cantú[49].
Las reformas de 1993 consistieron en lo siguiente: en la cuestión del financiamiento quedaría prohibido dar aportaciones a los partidos políticos de manera monetaria o por donativos de cualquier especie. Se presentaron también, cambios en el congreso de la unión, la cámara de senadores bajo la reforma constitucional se conformaría de cuatro senadores por entidad, estableciendo así, una nueva modalidad en su asignación, aumentando el número de senadores de 64 a 128. Se asignarían tres por mayoría relativa y uno por primera minoría. De esta manera la cámara de diputados habría marcado un límite de representación máxima de 315 diputados, o sea el 63%[50].
Un proceso histórico marcó al Instituto Federal Electoral. Se ciudadanizó en todos los órganos y niveles mediante la reforma constitucional, se conformó por consejeros ciudadanos aumentando de 6 a 9. En cuanto al TRIFE, podría dar resoluciones definitivas, siendo el máximo órgano con autoridad del sistema electoral, y se suma la sala de segunda instancia. Desaparece el principio de autocalificación legislativa por parte del congreso de la unión, también se adquiere la capacidad de tener observadores en los procesos electorales, al igual que visitantes extranjeros, así respondiendo al contexto de apertura internacional[51].
Tras el asesinato de Colosio, Ernesto Zedillo Ponce de León, coordinador de la campaña del ya occiso, asumiría la candidatura para competir en la elección presidencial de 1994, de la cual resultaría triunfador por encima de Diego Fernández (PAN), Cuauhtémoc Cárdenas (PRD) y Cecilia Soto (candidata ciudadana). La presidencia de Zedillo comenzó con una problemática económica heredada del salinato, la cual se reflejó en la devaluación de la moneda en el famoso “error de diciembre” y el caos que generó a nivel nacional, producto de la ineficacia del sistema económico mundial y nacional, de la mano del neoliberalismo. Los conflictos nacionales con grupos de resistencia como el EZLN, mostrarían una vez más las represiones y matanzas contra comunidades indígenas en Chiapas[52].
En 1996 el IFE consolida su autonomía, el consejero ciudadano es sustituido por un consejero electoral. Los consejeros eran ya electos por grupos parlamentarios y seleccionados por las dos terceras partes de miembros de la cámara de diputados, la duración en el cargo era de 6 años. De esta manera, se establecen comisiones de consejeros para supervisar el trabajo de las juntas ejecutivas, todas las funciones del secretario general y el director general, pasaban a ser tarea del secretario ejecutivo propuesto por el consejo general y aprobado por las dos terceras partes del consejo general[53].
El mismo año de 1996 se presentan cambios en el congreso de la unión, la conformación de la cámara de senadores y de diputados, cambian bajo reforma constitucional. La primera se conformaba por dos senadores correspondientes a la mayoría relativa, y otro por primera minoría en cada entidad federativa, de la cual 32 conformaban la representación proporcional de una circunscripción nacional. La cámara se renovaría totalmente ya no cada tres años, sino por seis. De la misma forma, a la segunda cámara (diputados) se añadía lo siguiente: que ningún partido político podría tener más de 300 diputados por ambos principios, así, cada partido podía tener la participación de diputados mayor a 8% frente a su votación a nivel nacional, exceptuando que un partido obtenga esa diferencia en escaños mediante los triunfos en los distritos de mayoría relativa. Así mismo, en cuestión de partidos políticos se incrementó a 2% el umbral para acceder a representación proporcional, hay tope en gastos de campaña y también, la afiliación individual hacia los partidos[54].
Cabe mencionar que para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tendría la incorporación del Poder Judicial de la Federación como un órgano especializado, la sala de segunda instancia pasa a ser la sala superior con carácter permanente y sus 5 salas sólo funcionan en procesos electorales, controlando todos los órganos federales y locales. Se le da la autorización de calificar también la elección de presidente de la república. Así, la designación de magistrados correspondiente a la SCJN con una duración de 10 años.
A nivel de impugnación, corresponde al Sistema Integral de Justicia en Materia Electoral, teniendo control legal y constitucional, mediante el juicio de revisión constitucional electoral y juicio para la protección de los derechos ciudadanos como votantes. Así, puede también representar a la SCJN en procesos de impugnación a nivel federal y local.
Más allá de los conflictos presentes en la presidencia de Ernesto Zedillo, otro factor se recuerda más, debido a las continuar rupturas internas del partido institucional, así como desacuerdos con grupos con gran poder, lo cual en el año 2000 ocasionaría que el PRI perdiera la presidencia de la república, algo que para muchos pasó a ser un espejismo asegurando tener en México una transición democrática, pero que en la actualidad no ha dejado de ser una quimera mediática[55].
El triunfo en la elección presidencial del año 2000 fue encabezada por Vicente Fox Quesada –más caracterizado por una imagen populista que por sus grandes dotes y logros[56]– que iría en la primera coalición del PAN junto con el PVEM, frente a sus contrincantes como Francisco Labastida Ochoa por parte del PRI, Cuauhtémoc Cárdenas por el PRD, PT, PCD, PSN y PAS, Porfirio Muñoz Ledo por el PARM, Manuel Camacho Solís por el PCD y Gilberto Rincón Gallardo por SDPPN[57].
Otra etapa en las transformaciones electorales del país, llegarían durante la presidencia de Fox, de 2002 a 2005, añadiendo las cuotas de género y otorgando el voto a mexicanos en el extranjero. Las cuotas de género tendrían un sistema de excepción por incumplimiento (con excepción), sin rebasar el 70% de candidatos del mismo género. El sexenio de Vicente Fox se caracterizó más por darle prioridad a las reformas encaminadas a la gobernabilidad del país, por medio de cambios constitucionales encaminadas al mejoramiento de administración pública, y así generar estabilidad y eficiencia del órgano gubernamental. Dicho sexenio respondió a las exigencias internacionales, muchas de ellas procedentes desde Norteamérica y el comercio internacional[58].
La presidencia de Vicente Fox pasó de la penumbra al ocaso, su imagen sucumbió con más tropiezos que certezas, contrastando con la presencia del jefe de gobierno del Distrito Federal, en el que ese entonces se encontraba el perredista Andrés Manuel López Obrador, el cual pudo incrementar su popularidad no sólo con su trabajo en el Distrito Federal, sino también por la buena campaña manejada por su partido, sumada al famoso desafuero promovido por el ejecutivo que en lugar de desprestigiar al perredista, lo ayudó a encaminarse a la contienda electoral del año 2006. Dicha contienda, en la cual la campaña populista de Andrés Manuel lo colocara en los primeros lugares de popularidad, fueron contrastados con una campaña negra, corrupta y sin igual, haciendo uso del desprestigio público por parte del partido en la presidencia (PAN).
De esta manera, la elección del 2006 fue en decadencia, al igual que los viejos años priistas en el poder, muchos descontentos llegaron a ser notorios con el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa candidato del Partido Acción Nacional. Algo que generó un sinnúmero de reacciones sociales sin escrúpulos, ya que el ahora presidente del 2006, a falta del reconocimiento social, desataría una guerra estúpida en contra de uno de los negocios que siempre ayudaron a florecer a los gobiernos mexicanos; el narcotráfico. La guerra declarada contra el narcotráfico y el envío del ejército a las calles de diversos Estados del país, al fiel estilo del fascismo del siglo pasado, se planteó para adquirir una legitimidad completamente carente.
Tras los acontecimientos de la elección tan controvertida de 2006, el año siguiente se emprendieron reformas para regular las campañas electorales para evitar que se hiciera uso del desprestigio a la imagen de candidatos. De esta manera, se emprendió también una regulación en gastos de campañas y se redujeron a 90 días (presidenciales) y a 45 (congreso de la unión). También se colaboró en el fortalecimiento de las atribuciones del IFE y el TRIFE, con el fin de mejorar sus funciones.
En cuestión de medios de comunicación, quedó estableciendo el uso de tiempos regulados, tratando de impedir que se compraran espacios en radio o televisión fuera de los límites establecidos, ya fuera por empresas o por particulares. También se planteó la necesidad que mediante el COFIPE, el mismo Instituto Federal Electoral creara un Comité de Radio y Televisión junto a un reglamento. De igual forma se trató de verificar la procedencia y control de recursos obtenidos por los partidos políticos para los gastos de campaña. Así las controversias que dejó la elección de 2006 posiblemente llegaron a tener una regulación por medio de las reformas electorales[59].
Como se apuntó, la Ley para la Reforma del Estado de 2007 definió las materias prioritarias y susceptibles de ser modificadas: Régimen de Estado y Gobierno, Democracia y sistema electoral, Federalismo, Reforma del Poder Judicial[60].
A su vez, el financiamiento público hacia los partidos políticos se había reducido para el presupuesto de las elecciones, así como la vigilancia de la procedencia de dichos recursos, para corroborar la transparencia legal del financiamiento. Dicha reforma de reducción de presupuesto entraría a la praxis en 2009 con las elecciones intermedias. De esta manera, también se tiene la precaución de salvaguardar la integridad de las instituciones, prohibiendo el uso de frases negativas.
La presidencia de Calderón dejó una cantidad escabrosa de asesinatos en el país, generando reacciones de repudio a nivel nacional e internacional. El sexenio se fue sin pena ni gloria, tras las más recientes elecciones celebradas en 2012, los candidatos Josefina Vázquez Mota (PAN), de nueva cuenta Andrés Manuel López Obrador en coalición con todas las izquierdas y Gabriel Quadri (Nueva Alianza), harían frente al candidato Enrique Peña Nieto (PRI, PVEM). Esta campaña nuevamente desató un revuelo a nivel nacional, la maquinaria corporativista del PRI daba marcha según periódicos como The guardian[61], desde muchos años antes para la promoción de la imagen del ex gobernador del Estado de México, así como un sinnúmero de negociaciones y obtención de recursos de manera irregular.
Cabe señalar que el malestar social se vio reflejado en la aparición de protestas en contra del candidato priista, así como del surgimiento del movimiento yo soy 132 que tuvo una gran difusión entre diversas universidades del país. De igual forma, se le debe dar importancia al factor que jugaron las redes sociales en la presente elección, ya que fue un factor primordial para que gran parte de la sociedad reaccionara frente a dichos acontecimientos, recordando que gracias a las redes sociales el flujo de información fue más fácil de consultar y tuvo una mayor difusión.
El regreso trágico del PRI a la presidencia ha significado no sólo un retroceso democrático en la política generada durante casi un siglo, sin embargo, no se puede olvidar que el Sistema Político Mexicano nació de la mano del PNR, se fortaleció con el PRM y se desarrolla con el PRI. La forma más clara de ilustrar dicho acontecimiento, se reflejó en la toma de protesta por parte del candidato priista, corroborando la falta de democratización por parte de medios de comunicación, y una vez más tiñendo en sangre, rechazo y dolor, la inconformidad social generada por la falta de legitimidad.
La tarea que se ha tomado para conciliar el rechazo social, se han visto con medidas muy similares a las del salinato; el Pacto por México, un nuevo “quinazo” con el encarcelamiento de la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, sumado al sinnúmero de reformas constitucionales que siguen en discusión.
En materia electoral se tiene en discusión la propuesta enviada por el Partido Acción Nacional, la cual discute la creación de un nuevo instituto electoral, un tribunal de justicia electoral, la legislación única en esta materia, los cambios a los artículos 116 y 117 sobre las candidaturas independientes, y la reelección en el congreso[62]. Estas medidas se promueven para erradicar la influencia del poder de los gobernadores en estados donde nunca se ha conocido una alternancia, proponiendo también que un comité evaluador –conformado por el INEGI, INEE y la CNDH– calificara y evaluara la elección de estos aspirantes que serán propuestos por la cámara de diputados[63]. Sin embargo, la discusión sigue en pie, ya que una de las propuestas es regular los financiamientos y recursos obtenidos por los partidos, ya que en caso de comprobar rebases de campaña, se solicita la descalificación de aquel partido y candidato que caiga en dichas irregularidades, cosa que actualmente el PRI, tiene una postura de rechazo rotunda.
Conclusión.
El desarrollo constitucional siempre representó el medio contundente para hacer prevalecer los intereses de las elites dominantes, así como el de la oligarquía. Lamentablemente el mexicano siempre ha quedado a un lado, desplazado si es preciso utilizar una lógica sistémica.
Ya lo mencionaba Foucault hace algún tiempo, el derecho ejerce un engranaje primordial para la dominación:
La teoría del derecho, desde la Edad Media, tiene esencialmente el papel de fijar la legitimidad del poder; es decir, que el principal problema alrededor del que se organiza toda la teoría del derecho es el de la soberanía.
[…] el discurso y la técnica del derecho han tenido esencialmente la función de disolver en el interior del poder el hecho de la dominación para hacer aparecer en su lugar dos cosas: por una parte, los derechos legítimos de la soberanía y, por otra, la obligación legal de la obediencia. El sistema del derecho está enteramente centrado en el rey, que enmascara por consiguiente la dominación y sus consecuencias… El derecho es en general, el instrumento de esa dominación –lo que es evidente– sino también cómo, hasta dónde, y bajo que formas el derecho (y cuando digo derecho no pienso simplemente en la ley, sino en el conjunto de aparatos, instituciones reglamentos que se aplican al derecho) transmite, funcionalista relaciones que no son exclusivamente relaciones de soberanía sino de dominación. Y por dominación no entiendo el hecho macizo de una dominación global de uno sobre los otros, o de un grupo sobre otro, sino de las múltiples formas de dominación que se ejerce en el interior de la sociedad[64].
El mito mexicano quedará encerrado en suponer que el Sistema Político Mexicano surgió para promover una democracia real. Una democracia donde aun transitan fantasmas.
Al igual que el comienzo de la construcción del Sistema Político Mexicano, muchos intelectuales que depositaban sus sueños en el mito revolucionario, sucumbieron tristemente con la decepción de ver que el México que se soñaba, quedaba muy lejos de la escena real, desde Antonio Caso, José Vasconcelos o Alfonso Reyes, culminando con la devastadora herencia de Gómez Morin, la decepción mutua de José Revueltas o el maestro Daniel Cosío Villegas, hasta culminar con la soledad eterna de Octavio Paz. Sin embargo, aquella herencia, continuará traduciéndose en una palabra: Esperanza.
Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después: que no se podrá encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.Juan Rulfo[65].
En memoria del Doctor José Raymundo F. García García.
Con toda la sencillez del mundo y con la humildad que un trabajo escolar pueda representar, agradezco todo el semestre que compartió con la Maestría en Ciencia Política. Jamás se olvidará su vasto talento intelectual y su gran capacidad para acercarnos a la realidad mexicana. Q.e.p.d.
Con toda la sencillez del mundo y con la humildad que un trabajo escolar pueda representar, agradezco todo el semestre que compartió con la Maestría en Ciencia Política. Jamás se olvidará su vasto talento intelectual y su gran capacidad para acercarnos a la realidad mexicana. Q.e.p.d.
[1] Carta del descontento de Manuel Gómez Morin, haciendo referencia a la política mexicana que desde su perspectiva representó un fracaso, publicada el 2 de octubre de 1927, en Krauze, Enrique, (2007), Caudillos Culturales en la Revolución Mexicana, Tusquets, México, pp. 270-277.[2] Cfr., El Sistema Político Mexicano y El Cambio Institucionalizado, [consultado el día 28 de septiembre del 2013 a las 11:19 p.m.], Disponible en:http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/914/9.pdf[3] Burke, Edmund, (1942), Textos Políticos, Fondo de Cultura Económica, México, pp. 259-293.[4] Sartori, Giovanni, (2000), Partidos y Sistemas de Partidos, Alianza, España, p.17[5] Cfr., Paz, Octavio, (1992), El Laberinto de la Soledad, Posdata, “Vuelta al Laberinto de la Soledad”, Fondo de Cultura Económica, México.[6] Amador Leal, Fausto, Reyes Heroles: la forma es fondo, Milenio, [Consultado el día 29 de septiembre del 2013 a la 1:06 a.m.], Disponible en:http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/8735337[7] López Villafañe, Víctor, (1999), La formación del Sistema Político Mexicano, Siglo Veintiuno Editores, México, p. 22.[8] García García, Raymundo, (1997), Derecho Político Electoral, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, p. 260.[9] Óp., Cit., García García, Raymundo, (1997), pp. 262- 263.[10] Ibíd.[11] Centro de Capacitación Judicial Electoral, “Reformas electorales en México”, Material didáctico de apoyo para la capacitación, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, noviembre de 2010, [Consultado el 8 de octubre del 2013 a las 9:13 p.m.], Disponible en:[12] Óp., Cit., García García, Raymundo, p.264.[13] Posadas Carbó, Eduardo, Malabarismos electorales: una historia comparativa del sufragio en América Latina, 1830-1930, Journal of American Studies/Volume 32/Issue 03/ October 2000, pp. 611-644, DOI: null, Published online :03 November 2000, Link to this article: http//journals.cambridge.org/abstract_S0022216X00005782.[14] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[15] Óp., Cit., García García, Raymundo, (1997), p. 263.[16] Óp., Cit., López Villafañe, Víctor, (1999), p. 26.[17] Garrido, Luis Javier, (2000), El Partido de la Revolución Institucionalizada, La formación del Nuevo Estado en México (1928-1945), Siglo Veintiuno Editores, México, p. 36[18] Cfr., Óp., Cit., Paz, Octavio, (1992).[19] Cfr., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX), UPAEP, México.[20] Cfr., Ibíd.[21] Cfr., Óp., Cit., Krauze, Enrique.[22] Cfr., Campos López, Xochitl Patricia y Velázquez Caballero, Diego Martín, (2013), La Visión Modernizadora de Manuel Gómez Morin, Popocatépetl, México.[23] Ibíd., p. 114.[24] Cfr., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX), UPAEP, México.[25] Cfr., Ibíd.[26] Cfr., Óp., Cit., Garrido, Luis Javier, (2000).[27] Op., Cit., Campos López, Xochitl Patricia y Velázquez Caballero, Diego Martín, (2013), p 141.[28] Cfr., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX), UPAEP, México.[29] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[30] Dichos acontecimientos pueden ser ilustrados en la obra de Gilberto Guevara Cfr., Guevara Niebla, Gilberto, (1998), La Democracia en la calle: crónica del movimiento estudiantil mexicano, Universidad Nacional Autónoma de México, México.[31] Definición que le otorga Giovanni Sartori al Partido Revolucionario Institucional Cfr., Óp., Cit., Sartori, Giovanni, (2000).[32] Cfr., Loaeza, Soledad, Los Orígenes de la Transición, [Consultado el día 20 de noviembre del 2013 a las 6:30 p.m.], Disponible en:http://codex.colmex.mx:8991/exlicris/aleph/a18_1/apache_media/J67DD6Y2HH4H1RXQSAE2867LXCLR1.pdf[33] Puede consultarse el estudio de las teorías transitológicas encabezadas por Guillermo O’Donnell y P. Schmitter: “Cfr., O’Donnell, Guillermo, Schmitter, Philippe C., y Whitehead, Laurence, (1986), Transiciones desde un Gobierno Autoritario, perspectivas comparadas, Tomo 3, Paidós, España y O’Donnell, Guillermo, Schmitter, Philippe C., y Whitehead, Laurence, (1994), Transiciones desde un gobierno Autoritario, conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas, Tomo 4, Paidós, España”, para corroborar los parámetros nacionales que se fueron presentando en el país, tuvieron a nivel de política comparada, un sinnúmero de exigencias que se fueron respondiendo ad hoc al contexto internacional, al igual que Samuel P. Huntington: “Cfr., Huntington, Samuel P., (1994), La Tercera Ola, la democratización a finales del Siglo XX, Paidós, España”, afirmó que tanto Occidente Europeo como Estados Unidos de Norteamérica, impusieron parámetros a seguir en varias partes del mundo, como en Oriente Medio y América Latina, entre otros. Para que diversos países transitaran desde gobiernos autoritarios a regímenes democráticos. La forma de imponer a los regímenes democráticos fueron: desde la política internacional generada desde la Primera y Segunda Guerra Mundial, hasta factores económicos como la Unión Europea y el neoliberalismo.[34] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[35] Cfr., Ibíd.[36] Cfr., Ibíd.[37] Cfr., Ibíd.[38] Cfr., Óp., Cit., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX).[39] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[40] Cfr., Ibíd.[41] Cfr., Óp., Cit., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX).[42] Óp., Cit., García García, Raymundo, (1997), p.281.[43] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[44] Cfr., Ibíd.[45] Cfr., Óp., Cit., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX).[46] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[47] Cfr., Ibíd.[48] Cfr., Ibíd.[49] Óp., Cit., García García, Raymundo, (1997), p.22.[50] Cfr., Óp., Cit., García García, Raymundo, Perspectiva de los Procesos de Sucesión Presidencial en México (repaso de las sucesiones presidenciales del siglo XX).[51] Cfr., Ibíd.[52] Cfr., Ramales Osorio, Martin Carlos, El Sexenio Zedillista (1994-2000), El agotamiento del sistema, [Consultado el día 27 de noviembre de 2013 a las 11:57 a.m.], Disponible en:http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2005/mcro-zed.htm[53] Cfr., Óp., Cit., Centro de Capacitación Judicial Electoral.[54] Cfr., Ibíd.[55] Dicho suceso, así como el sinnúmero de espejismos sobre estudios transitológicos, pueden estar bien ejemplificados en la carencia de reformas constitucionales que dieran validez al encadenamiento de un régimen democrático. Sin embargo, la situación nacional bajo las presidencias siguientes (2000-2012), dejarían más dudas sobre los progresos democrático. Cfr., Cansino, César, (2008), El Evangelio de la Transición y otras Quimeras del presente mexicano, Random House, México.[56] Debo señalar lo siguiente, la candidatura panista puede verse bien respaldada por la conformación de todas las derechas nacionales, al igual que el apoyo de grupos radicales que surgieron desde la mitad del siglo XX, como lo fueron los grupos secretos del Yunque o los Tecos que en palabras de Álvaro Delgado, lograron llevar la triunfo electoral a Fox en el año 2000 Cfr., Delgado, Álvaro, EL Yunque, Random House, México.[57] Óp., Cit., García García, Raymundo, (1997), p.23[58] Dichos cambios se encuentran en la famosa Reforma de Estado propuesta por Vicente Fox Cfr., Valencia Escamilla, Laura, Reforma del Estado para la gobernabilidad democrática en México, Polít. Cult. No. 29, México 2008, [Consultado el día 27 de noviembre del 2013 a las 6:40 p.m.], Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0188-77422008000100002&script=sci_arttext[59] Cfr., César Augusto Rodríguez Gómez, La reforma electoral, avances y pendientes, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Documento de Trabajo núm. 73, México, julio 2009, en Meixieiro Nájera, Gustavo y Pliego Moreno, Iván H., Reformas Electorales en México: Evolución y Pendientes, Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, documento de trabajo No. 91, mayo del 2010, [Consultado el día 26 de noviembre del 2013 a las 4:26 p.m.], Disponible en:http://www3.diputados.gob.mx/camara/content/download/240059/675217/file/Docto_91_Reformas_electorales_Mexico_2010.pdf[60] Cfr., Ibíd., Meixieiro Nájera, Gustavo y Pliego Moreno, Iván H. p., 13.[61] Publica The Guardian pagos de EPN a Televisa, Proceso, [Consultado el día 27 de noviembre del 2013 a las 9:25 p.m.], Disponible en: http://www.proceso.com.mx/?p=310146[62] Chocan PRI y PAN por reforma electoral, El Universal, [Consultado el día 27 de noviembre de 2013 a las 10:00 p.m.], Disponible en:http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2013/impreso/chocan-pri-y-pan-por-reforma-electoral-210586.html[63] PAN presenta su propuesta de reforma política-electoral, El Universal, [Consultado el día 27 de noviembre de 2013 a las 9:40 p.m.], Disponible en:http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2013/pan-presenta-reforma-politica-electoral-953015.html[64] Foucault, Michel, (1992), Microfísica del Poder, Ediciones Endymión, España. pp. 141-142.[65] Rulfo, Juan, (2000), El llano en llamas, ANAGRAMA, España, p. 9.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario