viernes, 8 de abril de 2016

ANTONIO CASO Y EL SURGIMIENTO DE LA FILOSOFÍA DEL MEXICANO. (PARTE III DE GÉNESIS DE UNA HERENCIA ACRIBILLADA).

Antonio Caso y el surgimiento de la filosofía del mexicano.
ImagenOs convoqué esta noche para deciros cómo pienso que ha de ser la cultura del mexicano: abrid de par en par vuestros pechos a los cuatro vientos del espíritu, como decía Víctor Hugo; sí, a los cuatro vientos del espíritu. Dejad que penetren en él todas las innovaciones, todas las teorías, todas las civilizaciones; pero mantened incólume una tradición, mantened incólume un alma colectiva […]. No destrocéis el pasado, aprovechadlo: la obra humana es siempre un atavismo, una herencia; no desoigáis la voz de nuestros mayores: un progreso no se hace con saltos; es indispensable construirlo con antecedentes y después injertarlo con consiguientes. Maravilláos si esos consiguientes son los polvos de aquellos lodos, es decir, la construcción derivada de aquellas construcciones iniciales[1].
Antonio Caso.
Antonio Caso es uno de los grandes exponentes de la filosofía del mexicano -junto con otros personajes como Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y José Vasconcelos-, encabezaría el grupo de intelectuales llamado: El Ateneo de la juventud; el cual, surgiría como réplica en contra del positivismo que imperaba desde la dictadura porfirista, y que sin duda alguna, marcaría el comienzo del siglo XX; a nivel educativo, político, intelectual, institucional, artístico entre más[2].

La reacción intelectual del ateneo se opuso al determinismo positivista; generado por Comte y Spencer, tratando de recuperar valores que sólo la filosofía, el arte y la música podían otorgar. Cabe señalar también la importancia que otorgó Caso, al conflicto de las civilizaciones que fueron fuertemente azotadas por la cultura occidental; durante la conquista y la colonia, ya que esto representaba un gran problema para el maestro del ateneo, porque el país carecía de una colectividad cultural, o bien dicho, se carecía de una unidad racial que desde su punto de vista, pesaría notoriamente en el transcurso del siglo XX[3].
Caso y el ateneo tomarían la tarea de emprender campañas para el fomento cultural, ya que para ellos era importante la educación del pueblo para obtener un buen funcionamiento de la nación, y a su vez hacerle frente a los retos que exigía el comienzo del siglo XX. De esta manera Antonio Caso encabeza una oleada intelectual para recuperar el pensamiento reflexivo que pudiera impactar en la educación, sustentado en las obras de Platón, Emmanuel Kant, Henry Bergson, Friedrich Nietzsche, entre otros, lo cual influyó fuertemente en el surgimiento de una filosofía mexicana para dar respuesta a los conflictos que se avecinaban.
Antonio Caso tomaría conciencia de los cambios que se presentaban  a nivel mundial durante el comienzo del siglo XX[4], así como de los sucesos que acontecían en México; con la guerra de revolución y la instauración de un Estado moderno, en donde se buscaba olvidar la dictadura porfirista, con las promesas que ofrecía la revolución en nombre de la democracia, haciendo de esto varias reflexiones en ensayos y artículos publicados en diferentes periódicos o revistas como: Revista de Revistas o el Universal Independiente[5]. Entre los más destacados podemos encontrar los enunciados por Roger Bartra: “El problema de México” -publicado el 23 de diciembre de 1923 en Revista de Revistas– y “México: ¡alas y plomo!” -publicado el 10 de febrero de 1924-[6].
Caso describe que la incapacidad para conciliar las secuelas del choque cultural que dejó la conquista y la colonia, sería un factor primordial para fracasar en el intento por conseguir avances democráticos, “Nuestra turbulenta democracia, caótica muchas veces y delincuente, es, no obstante, la mayor defensa de los pueblos latinoamericanos ante la avasalladora acción de los Estados Unidos”[7]. Asumiendo también que el socialismo estaría lejos de representar un beneficio a la nación. Exigencias provenientes e impuestas por Occidente, las cuales nunca dejarían de llegar, y éstas en el intento de adoptarlas, nunca dejarían de fracasar. Es preciso apuntar que Antonio Caso, acusa al exceso de imitar a Occidente o Norteamérica, tanto en su desarrollo político-social como en las ideologías que llegaban a generar, en específico las que imperaban a inicios del siglo XX, como lo fue la positivista y socialista.
Un ejemplo clave para ilustrar la problemática nacional, se presenta en el artículo donde aclara el “Por qué somos tan pobres”[8]; comparando al México naciente de la revolución con países como: Francia, Inglaterra, China y Estados Unidos. Denunciando la presunción de vivir como en la antigua Grecia; con un abuso por la política, la guerra o el ocio[9], dejando de lado por completo a las actividades productivas del país; como la industria y el comercio en manos extranjeras en vez de sacarles beneficios propios.
De la misma manera observaba de una manera crítica, la incapacidad que tiene la nación para inventar o tener creatividad, señalando también que ésta afección no sólo se presenta en el ámbito social, sino también en el psicológico  del actuar los individuos. Es evidente que Antonio Caso realizó un vasto número de comparaciones con naciones que sí llegaron a tener un buen desarrollo a comienzos del siglo XX, asumiendo de manera grave ésta problemática para el porvenir del país.
México no ha sido un pueblo que se caracterice por generar inventos que revolucionen al mundo, como lo hizo Einstein, y mucho menos por generar una creatividad que se refleje en el desarrollo tecnológico. Caso señala que la actividad productiva del país –tanto industrial o tecnológica-, recae fuertemente en manos extranjeras, lo cual no permite que se pueda tener una independencia plena para su desarrollo, “un progreso no se hace con saltos; es indispensable construirlo con antecedentes y después injertarlo con consiguientes”[10].
Huelga decir que su propuesta puede traducirse en resolver la problemática que dejó la conquista y la colonia, algo que se refleja en la distinción social de nuestro construir como nación, en donde se debe echar un vistazo al pasado, a la historia que se ha heredado con la incorporación “al mundo moderno”. “Maravilláos si esos consiguientes son los polvos de aquellos lodos, es decir, la construcción derivada de aquellas construcciones iniciales”[11].
Antonio Caso menciona que:
[…] la nación mexicana se deriva de España y la cultura autóctona; porque, esta última, lejos de significar poco en la evolución social del mundo, es, con la cultura incaica, una de las pocas elaboraciones originales de todos los tiempos. Su sitio, colócase inmediatamente después de las grandes civilizaciones orientales: la China, indostánica, la persa, la egipcia y la caldeoasiria[12].
Hago una aclaración importante, ya que es basta la obra de Antonio Caso, la cual, nos puede ir proporcionando un rompecabezas que sirve para comprender el surgimiento de aquella búsqueda de identidad nacional que se genera a inicios del siglo XX, mediante el surgimiento de la filosofía mexicana. Y a pesar de todos los descontentos y críticas que podemos encontrar en sus publicaciones -al igual que en muchas de diversos personajes-, quiero rescatar algo muy importante, presente en la diferenciación que el maestro Caso realizó sobre el heroísmo[13], tomando en cuenta la dualidad entre la juventud y la vejez:
El heroísmo es diverso en el joven y en el viejo. El joven tiene por delante la vida; el viejo, dice Schopenhauer, la va teniendo por detrás. El joven parecería mejor dispuesto al heroísmo que el viejo, y, sin embargo, acaso pueda ser lo contrario. Digo acaso, porque el heroísmo es una gran pasión del alma que, en un momento dado, nos arrastra fuera de nuestra vida ordinaria como poseídos por un demonio o un dios, a cuyo conjuro oculto y mágico brotan las hazañas más estupendas de la historia. En el fondo, sin embargo, el joven está siempre dispuesto al heroísmo. No sabe todavía, plenamente, lo que vale la vida. El viejo ya lo ha podido probar[14].
Puedo afirmar que el heroísmo, como semilla que brota de la juventud, no se encuentra tan lejos de aquel estoicismo que los positivistas encontraban en el indígena -algo que fue una herencia acribillada-, ya que esto ha sido una de las cualidades principales que se ha tenido en la cultura mexicana para generar cambios -o al menos intentarlos-, así como él ir contra corriente a diversas imposiciones u opresiones -muchas que podemos encontrar desde el México precolombino, la conquista, colonia y las exigencias modernas de Occidente-, el ejemplo que bien puede ilustrar lo señalado, es el surgimiento del ateneo de la juventud que Caso y muchos más conformaron y que posteriormente, sería fuente de inspiración o detonante para el surgimiento de otros grupos de intelectuales como el de los siete sabios o el grupo Hiperión.
“El verdadero redentor no es el iluso que desconoce el suelo que pisa, sino el sabio que combina lo real y lo ideal en proporciones armoniosas. Lo ideal no es lo irreal, sino la realidad misma que se combina con la inteligencia y se depura y magnífica en ella”[15].
En suma, podemos encontrar muchas características distintivas del mexicano; negativas y positivas, algunas que se presentan como virtudes en la filosofía del mexicano, para ir formando diferentes arquetipos o características nacionales.
*Trabajo de investigación actual en la maestría de ciencias políticas BUAP.


[1] Texto íntegro tomado taquigráficamente de la conferencia sustentada por el maestro Caso en el casino español, en Krauze de Kolteniuk, Rosa, (1971), Antonio Caso Obras completas (Tomo I- Polémicas), Universidad Nacional Autónoma de México, México, p. 93
[2] Cfr., Krauze, Enrique, (2007), Caudillos Culturales en la Revolución Mexicana, Tusquets Editores, México.
[3] Óp., Cit., Bartra, (2006), pp. 55-61.
[4] La polémica Sobre el Porvenir de América Latina Óp., Cit., Krauze de Kolteniuk, Rosa, (1971), Tomo I- Polémicas,
[5] Cfr., Krauze de Kolteniuk, Rosa, (1971), Tomo I, IV.
[6] Óp., Cit., Bartra, (2006), pp. 55-61
[7] La universidad centroamericana II, 28 de octubre de 1923, Revista de Revistas, en Ibíd., Tomo IV p. 108
[8] Publicado el 16 de diciembre de 1923 en Ibíd., Tomo IV, pp. 117-119
[9] Cfr., Ibíd.
[10] Óp., Cit., Tomo I, p.93
[11] Ibíd.
[12] Óp., Cit., Bartra (2006), p. 59.
[13] El heroísmo de los jóvenes, publicado en Revista de Revistas, 16 de septiembre de 1923, en Óp., Cit., Tomo IV, pp. 103-105.,
[14] Ibíd., p. 103.
[15] México ¡Alas y plomo! En Óp., Cit., Bartra p. 60.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario