domingo, 11 de diciembre de 2016

REFLEXIONES DEL ODIO TRAS UN SIGLO DECADENTE II.


La fragilidad del amor desbordado
Gerardo Lozada Morales[1]

En el siglo XVIII un filósofo que jamás salió de su querida Könisberg (Alemania), pero que a pesar de ello, logró consagrarse como un referente del idealismo trascendental, Immanuel Kant (1724-1804), comprendió que la sensibilidad humana no siempre se presenta como una virtud del ser. Esto muy alejado a la concepción que se tiene sobre los grandes poetas, artistas o ensayistas, por su gran capacidad de beneficiarse de ello para brindarle a la humanidad grandes obras poéticas y literarias.

El viejo kant, un personaje muy racional y consciente de saber que las pasiones humanas pueden llevar a la barbarie, expresó con su célebre obra publicada en 1871 e intitulada: Crítica de la razón pura (trad. 2015) que, el ser humano debe depurar ese estado primario de conciencia que se conecta con la empiria, es decir; aquel conocimiento que llega a través de la observación y de la experiencia del ser; lo que es a priori;  lo que deja de ser racional y queda en un estado de pensamiento primitivo. Dicha concepción negativa de la sensibilidad posiblemente la encontró en las claves de los filósofos griegos que, tras la preocupación por idear leyes universales que hicieran de la organización humana un orden estable, tal y como lo hizo Platón (trad. 2014; trad. 1985; trad.2001) en sus diálogos, leyes y La república. Asimismo, Kant fue conocedor del pensamiento de Rousseau (trad. 2015), el cual tuvo también el afán por descubrir las claves sobre el mantenimiento del bien común y la voluntad general para perpetuar la paz social, empero, tuvo presente que el amor mantiene la posibilidad de desbordar las pasiones y llegar al caos; a un estado alarmante de barbarie.
Sin embargo, es necesario aclarar que la sensibilidad cuando se relaciona con el amor puede ser letal; cuando se habla de pureza, de belleza, de la admiración por algo, o en palabras de José Ortega y Gasset (1941), es la atribución que el ser le da a un objeto de manera ideológica y falsa que como consecuencia, mantiene al ser en un abismo dicotómico entre el amor y el odio, entre una brecha sensible que puede ser la máxima gloria humana o la peor de las tragedias.
La vana idealización del amor es tan trágica que puede llevar al ser humano a atribuirle falsas virtudes a una persona que carezca tanto de sensibilidad como de razonamiento, así como de destreza, inteligencia, o estética personal, entre más, y que gracias al sujeto idealizador, como consecuencia a la irresponsable inmadurez de dicho suceso, culmine en la trágica situación de ver como un ser humano intente disfrazar sus carencias psicológicas, patológicas, motrices, físicas o sentimentales, hasta el punto de degenerar la propia existencia humana y culminar con la insuficiencia, es decir; de accidentar su historia frente al devenir.
Si se sabe perfectamente que el amor y la sensibilidad aparecen como un arma de doble filo, es preciso señalar que el propio sentimiento, sumado a la capacidad del ser por detonar la sensibilidad, puede desbordar una pasión altamente peligrosa y completamente repugnante por la humanidad: el odio. El siglo pasado fue muestra concisa de la exacerbación del amor y del odio. El amor excesivo por los falsos ideales sucumbieron en periodos de Guerras Mundiales, gracias a los nacionalismos y los fascismos occidentales que, como en la Alemania nazi lo fue el volks (culto al pueblo) o el amor desbordado a una nación y sus proyectos, mostró empíricamente una línea frágil que culminó en el odio de unos sobre otros; un cisma radical entre el ser y el otro.
No bastó con idealizar proyectos de nación para atrapar las conciencias ignorantes y mediocres de sociedades que comieron y digirieron los nacionalismos. No bastó en lo mínimo con la creación de mitologías nacionalistas para crear héroes surgidos de la nada y menos para encontrar enemigos en el pueblo judío. De la misma forma en que los falsos ideales conducen a la miseria y podredumbre, dicha finalización llevó al mundo a escenarios de aniquilación humana: de muerte.
De igual forma, el odio como sentimiento puede conducir a un sinnúmero de desgracias que si no se tienen presentes y se omiten, heredarán en el futuro rémoras que como fantasmas, aparecerán cotidianamente para demostrar la miseria y la decadencia humana muy por encima de las fantasías mundanas que impiden tener consciencia de la realidad.
¿Hacia dónde conduce el odio?, como un sentimiento que se detona en contraste al amor y su afinidad por algo, menciona Ortega (1941), puede conducir a la destrucción por el otro (del ser a la otredad). Y de igual forma, puede encontrarse la raíz de la idealización del odio en los viejos diálogos de Platón (trad. 2014) con el sofista, en aquel razonamiento y debate entre el ser y el otro; el ser y la nada; lo que se es y no se es; lo que existe y no existe, porque al igual que el amor, se encuentra enraizado en principios vulnerables de la creación, también el odio como el contrario puede conducir a la destrucción y la aniquilación. De igual forma, afirmó Platón (trad. 2014) en aquel debate sobre el ser y la nada (la otredad) que ésta existe en el momento en el que uno la piensa o la imagina, es decir; lo que no es, también es; también existe, y lo hace porque nos encontramos idealizando su existencia. Igualmente, el amor como sentimiento irradia de facto los temores contrarios ante la pérdida de lo amado, y despierta la consciencia sobre lo que no se quiere vivir.
Asimismo, el siglo XX dio muestra de la destrucción y el odio que abanderó el nacional socialismo alemán bajo la lógica de “amigo-enemigo” promovida y teorizada por Carl Schmitt (trad. 1999), personaje que justificó la identidad nacional y el amor exacerbado por un proyecto de nación con el fin de contrarrestar a una crisis sin parangón, hasta el grado de intentar afirmar al nazismo ideológicamente como lo hizo Adolf Hitler (trad. 2000) en Mi lucha, bajo la lógica del odio pleno hacia la comunidad judía. Esto sin mencionar que el pensamiento de Kant, Hegel, Schopenahuer y Nietzsche[2], fue una herramienta indispensable para argumentar la afirmación de la raza aria en la historia mundial.
¿Hasta dónde se pueden desbordar las pasiones del ser humano?, la respuesta es clara cuando se entiende que el propio ser conserva órdenes dionisiacos en su interior que le hacen luchar constantemente contra órdenes apolíneos, es decir; la exaltación de lo sensible y el control de ello. La respuesta puede ser sencilla cuando sabemos que el ser humano no puede erradicar la sensibilidad, a pesar de que la ciencia, las leyes o el orden social, busquen hegemónicamente el racionalismo.
El ser humano es capaz de generar amor hacia algo servil y vulgar, así como también puede amar sin condiciones socioculturales. También puede odiar en exceso y puede desatar las peores crisis y tragedias que no sólo se manifiestan en el aspecto individual, sino que maximizado puede conducir a la humanidad al caos, la destrucción, la muerte, la decadencia, y a una tragedia irrevocable: AL ETERNO RETORNO DE LO MISMO.

Bibliografía:
Ortega y Gasset, José (1941) “Estudios sobre el amor”, en Obras completas Tomo V [1933-1941], Madrid, Revista de Occidente.
Platón (trad. 1985), Las leyes, México, Porrúa.
Platón (trad. 2001), La República o de lo justo; Fedro o del amor; Timeo o de la naturaleza; Critias o de la Atlántida; el sofista o del ser, México, Porrúa.
Platón (trad. 2014), Diálogos de Platón : Apología de Sócrates ; Fedro o del amor ; Simposio (Banquete) o de la erótica ; Fedón o del alma ; Protágoras o los sofistas ; Critón o del deber ; Ion o de la poesía ; Menón o de la virtud ; Parménides o de las ideas ; Cratilo o del lenguaje, México, Editores mexicanos unidos.
Schmitt, Carl (trad. 1999), El concepto de lo político [1932], Madrid, Alianza.
Hitler, Adolf (trad. 2000), Mi lucha [1925], México, Editorial del Partido Nacional Socialista de América Latina.





[1] Nacido en la ciudad de Puebla, licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Actual candidato al doctorado en Ciencias de Gobierno y Política por el ICGDE-BUAP (CONACYT).
[2] Cabe mencionar que el pensamiento de Nietzsche fue mal interpretado por los ideólogos nazis ya que, el mismo filósofo demostró desprecio hacia los principios del nacionalismo alemán muchos años atrás.

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