lunes, 28 de noviembre de 2016

¿En qué momento los Simpsons y Volver al futuro han podido predecir hechos sociales y la Ciencia Política no?


Gerardo Lozada Morales[1]
Publicado en: http://quoruminformativo.com.mx/index.php/2016/11/29/en-que-momento-los-simpsons-y-volver-al-futuro-han-podido-predecir-hechos-sociales-y-la-ciencia-politica-no/

Sería posible afirmar que ni siquiera las Ciencias Sociales han podido determinar el futuro. Muy a pesar de afanarse durante siglos en descubrir los hilos conductores de la humanidad, es decir; de aquellas leyes universales y verdades absolutas que den las claves para manipular, controlar, y dirigir el actuar humano hacia diversos fines.
Los grandes metodólogos han intentado esto al paso del tiempo, y aunque suenen seductores los ideales trascendentales de Kant, Hegel, Marx, Comte, o Durkheim y en contraste otros como Weber que observaron la complejidad del hecho social para delimitar tipos ideales, la finalidad de sus intentos convergen en lo mismo. No obstante, en pleno siglo XX detrás de las Guerras Mundiales que devastaron la paz humana, se encontró otra guerra invisibilizada que fue la de los parangones (paradigmas) metodológicos. Aquellos mismos enfrentamientos que iban desde defender el método cuantitativo o cualitativo a ultranza y rechazar a su oponente de manera radical.
Asimismo, dicha radicalización del pensamiento quedó totalmente plasmada en la postal del terror causado por la aplicación de aquella ciencia que desde la modernidad se pensó que beneficiaría a la humanidad y a la preservación de la paz, y aquella postal no fue más que la explosión de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki. Posteriormente el emanar de la Guerra Fría y el mundo bipolar fue la continuación de los radicalismos del siglo XX. Y es durante esta época en donde las Ciencias Sociales comenzaron a tener una formalidad dentro de las academias universitarias siempre con la finalidad oculta de promover y difundir ideologías, para así suceder golpes de Estado, regímenes autoritarios, pragmatismo político disfrazado de democracias, implementación feroz de políticas neoliberales, omisión del desarrollo cultural de los países, omisión de la existencia de lo humano gracias al existencialismo. Estas y muchas características más fueron claves para que las disciplinas sociales se tecnificaran y se instrumentalizaran a priori de intereses económicos y comerciales. Empero, las Ciencias Sociales lejos de propiciar beneficios en los terrenos reales, contribuyeron a agudizar las crisis económicas, políticas y sociales de las últimas tres décadas del siglo XX, haciendo a un lado el papel del ciudadano (sociedad civil) salvo personajes como Hannah Arendt o el mismo Jürgen Habermas quienes miraron el despertar de un nuevo actor en competencia dentro de la cerrazón política mundial.
Ante esto, las disciplinas sociales no pudieron nunca predecir la caída del muro de Berlín en 1989 y mucho menos el fin de la URSS en 1990. Por el contrario, se especializaron en el adoctrinamiento masivo como la conocida escuela de Chicago o el famoso proyecto Camelot (Horowitz, 1977) que los estudiosos de la sociología llegaron a denunciar. De la misma manera después del tan cuestionado 11 de septiembre del 2001, la justificación y el utilitarismo académico culminaron por postular a nuevos enemigos para las potencias mundiales occidentales, aquellos provenientes de civilizaciones desgarradas como el Islam y como Latinoamérica. Tal fue el caso del politólogo Samuel P. Huntington con sus obras ¿Quiénes somos? (2004) Y el Choque de civilizaciones (2005), las cuales, al igual que en el pasado las novelas de Julio Verne ayudaron a reconfigurar el futuro en las mentes humanas, dicha carga de valores de la identidad occidental han permeado la política internacional y ha sido la génesis de diversos conflictos, al igual que escenarios de guerras, principalmente como las de medio oriente.
Se puede afirmar sin duda que las ideas suelen ser más peligrosas si pasan desapercibidas. Dicha génesis del radicalismo occidental sobre las sociedades desgarradas tiene hasta hoy —y no me excuso en señalar— su mayor clímax después del caos vivido el siglo pasado. El sorpresivo asenso en el poder por parte de Donald Trump tras la elección presidencial llevada a cabo el 8 de noviembre del 2016 conmociona al mundo gracias a su misoginia, xenofobia, patriotismo, ignorancia, oportunismo, racismo, y muchos más factores desdeñables que fueron los cimientos de su campaña.
Pero no es de sorprenderse que el discurso enloquecido de Trump se cimbre en las profundidades de la identidad occidental estadounidense, cuando tras años de crisis económica, política y social, el oportunismo de este personaje haya sido exitoso frente a la peor opositora que pudo tener su partido contrincante (demócrata) como lo fue Hillary Clinton que sucumbió cuando se revelaron una infinidad de correos hackeados que demostraron negocios sucios y prácticas inhumanas e inmorales. No es de sorprenderse que las virtudes de la democracia americana como las miró en su momento Alexis de Tocqueville (2007) —al sorprenderse al ver granjeros ocupando puestos públicos— llevaran al poder en pleno 2016 a un personaje de la categoría del magnate machista. Cosa que puede recordarnos otros escenarios catastróficos como el ascenso democrático de Hitler y la instauración de la Alemania nazi.
No es de sorprenderse que las Ciencias Sociales estén alejadas de la ingenuidad de pensar que sirven para el beneficio humano, cuando los estudios cientificistas pecan de formalidades y rigurosidades metodológicas que limitan la sensibilidad humana.
No es de sorprenderse que hoy existan más predicciones por parte de la serie animada de Los Simpsons o la famosa trilogía de Volver al futuro, las cuales deberían de tener más seriedad e importancia para prevenir sucesos futuros. ¿En qué están fallando las ciencias sociales?
Ante escenarios críticos y perturbadores la esperanza no puede perderse. Con Trump en el poder hoy, es la oportunidad de que México cambie y despierte. La crisis que viene azotando al mundo desde hace varios años está llevando a los Estados al endurecimiento y a manifestar el resurgimiento de identidades que la globalización supuso erradicar.
No hay que perder la cabeza por el miedo de tener a un personaje de tal magnitud como presidente de uno de los países más poderosos del mundo, si bien los colegios electorales respaldaron el triunfo de Trump, Estados Unidos cuenta con un sistema de pesos y contrapesos que impedirían muchas de las locuras que propuso en campaña. Aunque esto no evite que el futuro venidero suela complicarse más.

“El presente es de ustedes, pero el futuro, por el que tanto he trabajado, me pertenece”
Nikola Tesla

Bibliografía:
Huntington, Samuel P., (2005) El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Barcelona, Paidós.
Huntington, Samuel  P., (2004) ¿Quiénes somos?: los desafíos a la identidad nacional estadounidense, México, Paidós.
Tocqueville, Alexis, (2007) La democracia en América [1805-1859], Madrid, Ediciones Akal.
Horowitz, Irving L., (1977) Fundamentos de sociología política, Madrid, Fondo de Cultura Económica.




[1] Nacido en la ciudad de Puebla, licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Actual candidato al doctorado en Ciencias de Gobierno y Política por el ICGDE-BUAP (CONACYT).

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