jueves, 16 de junio de 2016

CÉSAR CANSINO. LA REVUELTA SILENCIOSA DEMOCRACIA ESPACIO PÚBLICO Y CIUDADANÍA EN AMÉRICA LATINA ED. EL OTRO OCCIDENTE (RESEÑA). 2010, 447 PP.

GERARDO LOZADA MORALES[1]
Dicho en breve, la democracia a la que me refiero considera a la sociedad civil como el espacio público por excelencia, el lugar donde los ciudadanos cuestionan y enfrentan cualquier norma o decisión que no haya tenido su origen o rectificación en ellos mismos; coloca a la esfera pública política como el factor determinante de retroalimentación del proceso democrático y como la esfera de la política democrática; concibe al poder político como un espacio “vacío”, materialmente de nadie y potencialmente de todos [...] (Cansino, 2010: 180)

En pleno comienzo del siglo XXI el mundo puede encontrarse en una situación completamente caótica gracias a la crisis que arrastra la democracia desde las últimas tres décadas del siglo pasado, reflejándose en lo económico, lo político y en particular en lo social. El peligro de hoy —a diferencia de otras épocas— es que la humanidad no había experimentado con más gozo lo que representa vivir en democracia, empero, hoy los resultados no han sido completamente satisfactorios.

Los datos suelen ser abrumadores si nos remitimos a los debates que se encuentran en auge en la actualidad, aquellos que desenmascaran los resultados tan escalofriantes a nivel de distribución de la riqueza y de desigualdad social, de marginación y de pobreza, y entre muchos más que dan como resultado críticas severas hacia la democracia (Fukuyama, 2014; Meaney y Mounk, 2014; Morris, 2015; Piketty, 2014) que si bien, algunos aseguran su retiro o caducidad (Fukuyama, 2014; Meaney y Mounk, 2014; Morris, 2015), otros ante dicho derrotero defienden a la democracia arduamente puesto que es la forma de gobierno más óptima para vivir (Cansino, 2010; Piketty, 2014).
Ante dicha problemática en la que se encuentra la democracia, el magnífico ensayo de César Cansino sobresale para resaltar lo que él considera como “el otro Occidente”: América Latina, lugar en donde la democracia se ha reinventado de diversas maneras y que a pesar de contar con rezagos más viejos que los del Occidente europeo y el sajón, a pesar de enclaustrar sus resistencias en ideologías obsoletas ortodoxas como el “marxismo trasnochado”, la violencia, los golpes militares, y de pender en un hilo frágil que de romperse se encuentra más próximo al autoritarismo. Es ahí donde la sociedad civil se impone para redefinir el espacio público y para hacer a un lado a la democracia pragmática que se impuso desde el siglo pasado para asesinar literalmente a los ciudadanos de cualquier cuestión política, hasta el grado de generar que los críticos del círculo de Frankfurt concibieran al ser como presa de la “cultura de masas”; del consumismo, del despilfarro, de ser sociedades teledirigidas, apátics, y subordinadas[2] —esto similar al paradigma que inundó a la filosofía con el existencialismo encabezado por Sartre— entre más. Esto en la actualidad, aunque parezca increhíble mantiene gran presencia en el ámbito académico como lo es, el cálculo y el consenso, la elección racional y la teoría de juegos (Easton, 1976; Downs, 1973; Buchanan & Tullock, 1962; Easton, 1976).
Asimismo, el trabajo de Cansino (2010) se encuentra dividido en tres partes, la primera nos muestra como inicio una tesis atrevida que consiste en concebir a la democracia de América Latina en diferentes claves democráticas a las ya existentes, principalmente en el impacto que tiene la sociedad civil en el espacio público, mirando el malestar con la democracia que se tiene hoy; con los conflictos para consolidar regímenes democráticos, la crisis de representación, los “espejismos” para medir la democracia (calidad de la democracia) que lejos de ilustrar la realidad se ven rebasados por ésta, y los conflictos que dejó el autoritarismo al contar con la desestatización política (Cansino, 2010: 111) sumado a valores democráticos más apegados a las culturas liberales de Europa y Estados Unidos. Se llegó a la época en donde el instrumentalismo de las ciencias sociales, en específico de la ciencia política y todos los lastres que arrastra, obligan a que la democracia tenga que calificarse mediante parámetros rigurosos que contienen sesgos metodológicos que contrasten y difieren con la realidad de cada país.[3].
No obstante, Cansino (2010) es claro en aclarar las diversas fallas que la democracia ha tenido en América Latina, y de igual forma hace evidente las dificultades que mantienen a las democracias actuales como la mexicana, la cual no logra desligarse de su pasado y que continúa reproduciendo patrones autoritarios (Cansino, 2010: 48) que estancaron de lleno la consolidación democrática. “Sólo desde la ingenuidad más rampante se podría afirmar que la democracia en América Latina se encuentra en vías de una franca y segura consolidación” (Cansino, 2010: 104-105).
 De igual manera aquellas democracias que fracasaron como lo fue el caso de Perú con la presidencia de Alberto Fujimori o Brasil con Fernando Collor de Mello, nos remiten al presente, en donde estos mismos países atraviesan crisis democráticas alarmantes, esto sin hacer a un lado el caso de otros países que califican como los más corruptos del mundo. Huelga decir que Cansino (2010) no cae en la subjetividad de vanagloriar de forma exacerbada a América Latina o a la propia sociedad civil. Si bien, reconoce las condiciones que se arrastran desde el pasado al presente como el presidencialismo, el patrimonialismo, el clientelismo, el caciquismo, el corporativismo y que históricamente seamos cuna de líderes mesiánicos y de gobiernos populistas, es en la segunda parte donde nos aproxima a comprender La nueva cuestión social; proponiendo nuevas claves para pensar y entender la política del continente que la mayoría de las veces ha optado por salidas tecnócratas temporales como las políticas públicas (Cansino, 2010: 141) o las “recetas de ajustes estructurales” (Cansino, 2010: 375) que no aseguran ni siquiera un porvenir estable para las decadentes economías de América Latina, y a su vez aclara que la democracia aún no llega a su óptimo ideal puesto que se encuentra en construcción permanente al igual que amenazada por retrocesos autoritarios. Es por eso que en América Latina se encuentra una batalla constante en donde la sociedad civil ha ganado terreno pese represiones violentas para asegurar espacios más democráticos.
Los ciudadanos se encuentran más activos políticamente y lidiando día a día en contra de la difusión del control de la opinión pública que los medios de comunicación se empeñan en construir. Hoy se tienen nuevas formas de comunicación como las redes sociales que han dado muestra del malestar y los descontentos en contra de las injusticias políticas y los abusos.[4] El terreno de lo político es fundamental para salvaguardar los principios básicos de libertad y de igualdad puesto que como propone Cansino (2010), la democracia hoy en América Latina debe enternecerse en clave de la sociedad civil en el espacio público.
No obstante, Cansino (2010) es claro en pronunciar que la democracia no debe concebirse “sólo como una forma de gobierno, sino como una forma de sociedad y una forma de vida” (Cansino, 2010: 114), aunque esto contenga una carga simbólica de valores que contrasta con las “rémoras” que dejó las cultura nacionalistas autoritarias en el imaginario social, pero que lejos de condicionar a los ciudadanos a nuevos derroteros en pleno siglo XXI como los mencionados por Néstor García Canclini (1990) al definir a los “hibridajes culturales”[5], es necesario asumir la importancia de las victorias sociales en los espacios públicos. Empero, también es responsabilidad darle el valor justo a la sociedad civil que como en México se ha reposicionado ante el determinismo con victorias democráticas como la del año 2000 que muestran a través del estoicismo y la esperanza (2012) la capacidad excepcional que se tiene para revertir las vicisitudes políticas y económicas que condicionan cotidianamente la vida de los individuos.[6]
Los viejos filósofos que gestaron la cultura nacionalista partieron desde postulados eurocéntricos para concebir tanto a México y a América Latina como sociedades que tuvieron un accidente histórico para ser insuficientes tras su encuentro con Occidente (Hegel, 2009; Ramos, 1993; Uranga, 1952; Zea, 2001). Ante esto, intentaron construir un imaginario social para que la ciudadanía fuera igual a Occidente, he de ahí la cercanía de muchos gobiernos de América Latina al fascismo, el  nazismo y el comunismo. Sin embargo, dichos intentos más allá de trascender fueron ridiculizados más tarde con la llegada de los valores democráticos, del libre mercado y la globalización (Monsiváis, 1987). El despertar de la sociedad civil fue de la mano de la caída del muro de Berlín en 1989, del fin de la URSS en 1991 y de desenmascarar las viejas mitologías que se empeñaron en idealizar a sociedades homogéneas serviles al autoritarismo.
En la tercera parte Cansino (2010) ilustra la redefinición de lo público, de lo local a lo global y regreso para contrastar con las definiciones democráticas imperantes que le otorgan a la política institucional y a los representantes políticos el don de la “panacea”. “Hoy hacen falta más investigaciones sobre nuestra historia y nuestro presente” (Cansino, 2010: 252) a las que no les vendría mal alejarse del determinismo de la cultura política que no le hace justicia a lo ganado por la sociedad civil.
El autor desenmascara a aquellos intelectuales cimentados en la violencia del marxismo y de la lucha de clases que hoy se pronuncian como posmodernos: desde culturalistas, desarrollistas, sociólogos, teólogos de la liberación social, neomarxistas defensores del populismo. Los cuales, en conjunto representan ser un “cáncer” para el continente y son reflejo del estancamiento intelectual y carente de originalidad para nuestras sociedades.
Hay que abandonar las tentaciones neomarxistas, posmarxistas posestructuralistas incapaces de sacudirse las taras del pensamiento dicotómico del bien y el mal y los esquemas deterministas, tan socorridos por los Bordieu, los Negri, los Zizek y los Wallerstein, que en lugar de explicar la complejidad la significan y reducen a esquemas autorreferenciales (Cansino, 2010: 244).
El caso de Chantal Mouffe (1999) representa de mejor forma las bases en las que están cimentadas las “tentaciones” de América Latina, bajo la violencia y el resentimiento, con la concepción antagónica de la política y el determinismo de la izquierda y la derecha.[7] Bajo la concepción bien señalada por Cansino (2010) de remitirse a un personaje que buscó justificar al Estado de excepción, al dictador y a la lógica de “amigo vs enemigo” como lo fue Carl Schmitt. Ya que también se apega mucho a las ideologías que hoy se mantienen siendo incompatibles a los valores democráticos como el ya mencionado marxismo y el propio feminismo, entre más (Schmidt & González, 2015).
Hoy la crisis de representación es reflejo del despertar de la ciudadanía y la negación de los detentadores del poder para democratizarse realmente. Hoy América Latina necesita de autocrítica que le permita ver los lastres que arrastra desde el pasado y que le impiden generar alternativas originales ante sus problemáticas. Hoy la democracia si no es vista desde la sociedad civil y su reposicionamiento democrático en el espacio público es aceptar el suicidio, pero también es menester finiquitar al populismo y no concebirlo como la cura de nuestros males puesto que está más próximo al totalitarismo. El futuro para la democracia es complicado ya no sólo en América Latina sino en el mundo. Hoy la postura es salvaguardar a la democracia y a sus principios fundamentales de libertad y de igualdad.
El trabajo de Cansino (2010) se presenta como una oportunidad para enteder lo que fue y lo hay en América Latina. Su lectura es recomendable para aquellos que apuestan y se atreven a concebir a la democracia desde distintas posiciones y que son capaces de sobreponerse a todas las ideologías o los cánones que contaminan su conretar simbolólico. No obstante, nos ofrece en el epílogo final tres entrevitas contrastantes de estudiosos de América Latina para enriquecer a lecturay comprender La revuelta silenciosa (Cansino, 2010): Guillermo O´donell, Néstor García Canclini y Alain Touraine para retroalimentar la lectura.

Bibliografía:
Buchanan, J. M. & Gordon T. (1962) The Calculus of Consent, Logical Foundations of Constitutional Democracy, Ann Arbor, The University of Michigan Press.
Cansino, C. (2008), La Muerte de la Ciencia Política, Argentina, Sudamericana.
Cansino, C. (2010), La revuelta silenciosa democracia y ciudadanía en América Latina, México, El otro occidente. 
Cansino, C. (2012), El excepcionalismo mexicano entre el estoicismo y la esperanza, México, Océano.
Cansino, César, Schmidt, Samuel y Nares Rodríguez, Guillermo, (2013), ¿Democratizando la democracia? De la primavera árabe a los indignados, México, Juan Pablos-BUAP.
Chantal M. (1999), El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical, Barcelona, Paidós.
Downs, A. (1973), “Teoría económica de la acción política en una democracia”, en: Diez textos básicos de Ciencia Política, Madrid, Ariel.
Easton, D. (1976), Esquema para el análisis político, Argentina, Amorrortu Editores.
Fukuyama, F. (2014), “At the End of History‟ Still Stands Democracy”, The Wall Street Journal.
Hegel, G. W. F. (2009), La Fenomenología del espíritu [1730-1881], Valencia, Pre-Textos.
Marcuse, H. (2010), El hombre unidimensional [1964], Barcelona, Ariel.
Meaney, T., & Mounk, Y. (2014), “What Was Democracy? Democracy was once a comforting fiction. Has it become an uninhabitable one?”, The Nation, Recuperado en: http://www.thenation.com/article/179851/what-was-democracy#1.
Monsiváis, C. (1987) “Muerte y resurrección del nacionalismo”, Nexos, 1 de enero, en url: http://www.nexos.com.mx/?p=4721
Morris, I. (2015), “Democracy: The Least Bad Form of Government”, STRATFOR, Disponible en: https://www.stratfor.com/sample/weekly/democracy-least-bad-form-government
Piketty, T. (2014), El capital en el siglo XXI [2013], México, FCE.
Ramos, S. (1993), El perfil del hombre y la cultura en México [1934], México, Austral.
Schmidt, S. & González T. M. (2015), Las ideologías en el siglo XXI ¿son vigentes?, México, Instituto chihuahuense de la cultura.
Uranga, E. (1952), Análisis del ser mexicano y otros escritos sobre la filosofía de lo mexicano, México, Bonilla Artillas.
Zea, L. (2001), Conciencia y posibilidad del mexicano [1952], El Occidente y la conciencia de México [1953], Dos ensayos sobre México y lo mexicano [1952], México, Porrúa.



[1] Egresado de la Maestría de Ciencias Políticas de la FDCS=BUAP y actualmente estudiante del doctorado en ciencias de gobierno y política de ICGDE=BUAP.
[2] Dicha descripción la puede ilustrar a la perfección Herbert Marcuse (2010) con El hombre unidimensional.
[3] Ante dicha problemática también el autor es coherente a su postura sobre las condiciones en las que la Ciencia política se encuentra, véase en: La muerte de la ciencia política (Cansino, 2008).
[4] Ante esta discusión el autor posteriormente complementa la postura de la importancia de las redes sociales en el trabajo intitulado: ¿Democratizando la democracia? De la primavera árabe a los indignados (Cansino, Schmidt & Nares Rodríguez, 2013). Las redes sociales han sido cruciales para reconfigurar la democracia desde el espacio público, aunque éstas tengan también su tiempo de vigencia ya que no muestran ser definitorias en el terreno político.
[5] Canclini afirma que hay vestigios de la modernidad como la identidad nacional, la soberanía y el arte, que no desaparecen ni han sido borrados sino que se mantienen latentes, “en un registro diferente” (Cansino, 2010: 150). Esta postura aparece como determinista y de nueva cuenta flagela a la sociedad para concebirla como poseedora de rasgos autoritarios que contrastan con los valores democráticos. 
[6] Pese a que la crítica pueda arremeter en contra de la postura de defender y reivindicar a la sociedad civil, es necesario comprender que si no se le da el valor que merece  a ésta sería asumir una derrota que contrae finiquitar a todos los valores democráticos y permitir la llegada del totalitarismo como el que se vivió el siglo pasado en momentos de crisis similares a los actuales.
[7] Cansino (2010) es contundente en desenmascarar que hoy no se puede reducir las preferencias políticas en las vertientes ortodoxas de “izquierda y derecha” cuando contamos con sociedades plurales y heterogéneas.

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