¿QUÉ ES LA CRISIS DE LA MODERNIDAD?[1]
Después del esplendor del “triunfo de la luz sobre la oscuridad”, de la razón sobre el conocimiento “mítico” y religioso, que pudo ser capaz de vencer al “fanatismo social” rompiendo con las “cadenas” de imposiciones que sofocaban el progreso y desarrollo del hombre junto con la ciencia, el triunfo de la modernidad no llegó a “florecer” como se planteaba en primera instancia.
Se ha engrandecido el triunfo de la ilustración haciéndolo propio para todos, como si todos hubiesen sido parte de esta liberalización del hombre y del triunfo histórico que representó, sin embargo, esto no fue así, este triunfo ha sido, como ya mencionamos, la luz de “algunos”, que lucharon incansablemente por encontrar la verdad, de aquellos que defendieron la razón y que fueron hombres modernos, de quienes pudieron romper con las cadenas de la prisión tortuosa que los mantenía en la senda del ocaso, la modernidad así como floreció y triunfó en el Occidente de Europa fue como una “flor extraña” que no pudo “florecer” en otros lugares.
La modernidad no pudo llegar a todas partes de la manera ideal que representaba “el sueño Occidental” y al no pertenecer a todos de la misma forma, se ocasionó un desvarío, el cual representó que el ideal moderno en vez de profesar el progreso generado por la ciencia y el de facilitar la vida del ser humano, llegó a desarrollar lo contrario, abusando completamente de todas las virtudes generadas, para hacer “presa fácil” al individuo mediante el abuso de poder político, económico, creando Estados corrompidos, sometimiento tecnológico, mercantil, haciendo al hombre un ser consumista, “ciego”, incapaz de utilizar lo que al inicio representaba la “luz” del triunfo moderno (la razón), incentivando la maldad del hombre, degenerando todo a su paso basado en intereses de pocos, y cegando a la humanidad de tal forma, que ha impedido el uso de la razón, cayendo en el “ismo” de todo lo que se ofreció de inicio.
La modernidad corrompida por el hombre, por aquel hombre que ha sabido imponerse y mejor dicho ha sabido imponer su razón sobre la de los demás, llegando al extremo del racionalismo, el cual ha sido el uso excesivo de la ciencia. Ahora las sociedades parecen atadas a esto, están completamente subordinadas, han sido “presa fácil” de las imposiciones de los Estados, del Mercado, de la tecnología, en donde la Escuela de Frankfurt[2] ha enfocado con gran acierto sus críticas que han llevado a reducir al hombre, tal es el caso de Hebert Marcuse y su obra: “El hombre Unidimensional”[3], a considerar al hombre como un ser completamente dominado y sometido, individualista, preocupado solamente por saciar sus necesidades, culminando en el consumismo y el despilfarro.
La imposición de la razón ha llegado por medio de los que, gracias a la modernidad, han alcanzado el poderío necesario para situarse en la cabeza de las naciones, han provocado, generar que las necesidades del hombre se enfoquen en los requerimientos del poderío, y en el control del Estado, no hacen al hombre formar parte del poder y menos promueven la equidad o la igualdad que promete la modernidad, sino que hacen uso de la razón para servirle a éste para crear esclavos sociales, no ciudadanos sino súbditos, encadenados a las riendas tan bien ajustadas que ofrece el derecho con las leyes. La crisis de la modernidad está representada por los sucesos históricos que ocurren en Europa durante la primera mitad del siglo XX y cuyas consecuencias determinarían la época conocida como: “Guerra Fría”.
Posterior al triunfo del capitalismo democrático, el hombre ha sido moldeado a las exigencias del “degenere moderno”, tal es el caso del mercado y la economía global, donde el individuo es “amaestrado” al instrumentalismo, es decir; adaptando su formación académica al simple hecho de servir y de vivir para las empresas, privando su capacidad de razonamiento, inutilizándolo a funciones específicas, como un obrero calificado, engañando con la promesa de una felicidad quimérica, apartándose del progreso social y el desarrollo de la ciencia, encadenando a la humanidad a nuevas condiciones y esclavizando el pensamiento de las masas.
La modernidad en lugar de generar equidad, ocasionó que el hombre fuera corrompido por la avaricia y el poder, entre más fácil la modernidad le entregó la capacidad de obtener beneficios, jamás dejó de existir alguien que sobresaliera por encima de los demás, acaparando las virtudes de la modernidad, creando productos de los cuales la sociedad se haría altamente dependiente. De los cuales el individuo, en primer plano, sería el indicado para su producción y reproducción, ya sea desde la manufactura hasta la necesidad por tener el producto.
Si la modernidad ayudó a la ciencia a desarrollarse, mediante su propia crisis, también ayudó a crear armas con el desarrollo tecnológico, desde las más sofisticadas, hasta las que un simple espectador jamás podría identificar, desde la bomba atómica, hasta un televisor; mientras una destruye vorazmente arrasando todo a gran escala, la otra aún peor esclavizara la razón de todo espectador, haciéndolo como un “parásito degenerativo”, utilizado por el Estado, como por el mercado, con una herramienta de enajenación.
Actualmente el hombre lucha en contra de la dependencia que se ha generado gracias a las imposiciones del “degenere moderno”, y es cierto, el ser humano se ha hecho “unidimensional” como menciona H. Marcuse[4], pues ahora la razón está nublada por el consumismo y despilfarro, por saciar necesidades imputadas por las sociedades o sistemas, generando grados máximos de individualismo, y una perfección en la subordinación y apatía de la población. Esta es la crisis de la modernidad, así como ésta, vista desde su forma más optimista ha liberado al hombre, desde su crisis, ha sometido al hombre a nuevas imposiciones de forma trágica.
Nadie escapa de la modernidad, nadie puede ahora estar completamente excluido del mundo moderno, la producción de un hombre consumista ha llegado a todas partes, ha hecho a todos dependientes de la modernización (desarrollo tecnológico, industrial). Paranoicamente podemos encontrar esto en cada momento de nuestra vida, desde la imposición de la ropa que usamos y que ignoramos en ocasiones su procedencia, hasta la que se llega a comprar simplemente por tener un nombre reconocido, y así, esto se desencadena desde quien usó la razón para producir el bien, aquellos que han aportado su trabajo para que se realizara, hasta aquellos que necesitan tenerlo, y que es indispensable para ser parte de la sociedad en la que habitan.
Mientras las empresas se desarrollan y crecen al calor de la guerra que se vive en la competencia del mercado, al parecer ahora se vive en una guerra impulsada por la mercadotecnia y por ser el centro de atracción de la sociedad, con el arma más sofisticada que ha llegado a la faz de la tierra, el televisor/ internet. Esa arma que ahora es utilizada para bombardear las miradas de quien recibe el nombre de sociedad teledirigida, inhabilitando su razón, haciéndolo dependiente del marketing, y de forma más absurda, este medio de “destrucción de la razón”, ha sido parte principal del Estado, con fines de manipulación la sociedad.
La modernidad ha ocasionado que el hombre perezca en el intento de hacer triunfar a la razón, cabe señalar, que muchas veces se ha confundido a la modernidad con aquellos factores que se desprenden de ella, Touraine[5] es cuidadoso, el cisma que deja el significado de modernidad con otros, en especial con la modernización, él nos menciona que no hay que despreciar a la modernidad por este conflicto y por los que también se puedan presentar mediante el desarrollo que ésta nos brinde.
Si la modernidad representó “la purga” del fanatismo que anteriormente sometió a la humanidad a formar parte pragmática de creencias religiosas e ideológicas, la crisis de la modernidad ha representado ahora el reemplazo de ese vacío que se quedó marcado dentro de las civilizaciones venideras.
La modernidad también ayudó a que las enajenaciones se modificaran, evolucionaran, el ser humano siempre va a depender de ellas. Es parte de la racionalización en cierto grado la que llevará al hombre a conducir al extremo de todas sus capacidades, tal y como ocurrió con la racionalización en occidente, el Nacional socialismo y el Fascismo europeo que condenó de manera ruin al colapso de la modernidad gracias a la racionalización, generando una etapa completamente tormentosa para la historia del hombre.
Por parte del Estado, se llegó ya con la modernidad a uno de los triunfos muy importantes del hombre con su liberalización, sin embargo, éste también representó un ocaso dentro de la crisis de la modernidad, pues, el hombre siendo libre de la monarquía, emprendedor de la razón y victorioso de la modernidad, encontró en el Estado un lugar necesario para centrar la ambición de poder, y que generó consigo el encadenamiento del ser humano a él, a ese Estado que se sirvió de la liberalización de los derechos para crear leyes, abogados, que en la crisis de la modernidad más allá de beneficiar a la sociedad la ha condenado y la ha vuelto retrograda del progreso cultural, sumergiéndolo en las redes que ha representado el derecho hoy en día.
Así como en el nazismo y el fascismo, la racionalización y el Estado fueron dos titanes que sucumbieron al mundo causando un colapso culminando en la Segunda Guerra Mundial, bajo pensamiento e ideologías que envenenaron a Occidente.
Ésta es la crisis de la modernidad más clara, es el degenere que ha hecho el hombre con la modernidad, es lo que ha impulsado al individuo a caer en la ambición y en el acaparamiento de poder, sin importar lo que la modernidad ha logrado alcanzar para el bien de la humanidad.
¿En dónde ha quedado la liberación del hombre? Esa liberación democrática, cultural, religiosa, científica, ¿en dónde ha parado la razón humana que impulsaba el progreso y desarrollo? En la producción de más enajenación que nubla el caminar de la razón, en el desarrollo de nuevos mitos que pervierten a la sociedad, en el desarrollo no del bienestar, sino de la destrucción del mismo ser humano, ha desarrollado el progreso, pero el progreso mercantil y consumista, ha fortalecido a las naciones y las ha unificado religiosamente haciendo distinción entre ricas y pobres, aquellas que progresan y aquellas que enajenan y someten, con “encanto” y nuevas quimeras.
Es también cierto lo que Touraine[6] recopila de Foucault, las sociedades modernas han cambiado liberalizándose de viejos tabús y de creencias retrogradas, sin embargo, también se han desarrollado nuevos tabús en sociedades modernas, utilizando en el nombre de la moral las más sucias de las artimañas, para someter al hombre en un estado de represión inconsciente, ahora, ya no se lucha en contra de las imposiciones, la sociedad actual no defiende su lucha en contra de las injusticias y desigualdades, porque ahora, más que nunca, ya no es tan fácil darse cuenta de las atrocidades que acontecen, y también la ciencia ha quedado obsoleta, abstracta, y en su mayor parte favoreciendo a los que pueden hacerse de ella.
Se ve a la modernidad sucumbida por la avaricia que ha generado el poder alcanzar lo ideal por medio de la razón, se ha logrado alcanzar un estado de bienestar solo para algunos y solo esos han acaparado su beneficios sin hacer algo por la sociedad, es la crisis de la modernidad la que se presenta destinada tal vez al ocaso, mas no al fracaso. Tal vez es posible que el “desmantelamiento” de la modernidad nos conduzca ahora y con auge en algunas sociedades a parar en el posmodernismo como lo hace Occidente.
Podría ser culpable el sujeto de la crisis de la modernidad, tal es el caso que trascendió en el pensamiento humano, lo propuesto por Nietzsche y por Freud[7], sus críticas enfocadas en las incapacidades del ser humano, en sus enajenaciones divinas, y la peculiar crítica hacia el catolicismo, marcaron en el pensamiento del hombre un avance muy importante. La lucha interminable del individuo por saciar sus necesidades, la lucha constante del placer humano contra la realidad condicionante, esa limitante que podría ser la causa en la cual la modernidad ha parado en crisis. Esa sociedad que se ha perdido bajo los instintos casi animales en los que se guía el individuo común y corriente actual, ese individuo hedonista, que sólo basa su vida en la búsqueda de placer.
Mientras ellos describieron que el hombre basa su vida, en primera instancia, bajo la pelea interpersonal; el “Yo” que representa a la realidad del hombre, que siempre está en conflicto directo con el “Ello”, que representa todos los placeres que el hombre necesita saciar, y el Superyó que será la conciencia o juez que recaerá directamente en el Yo, ellos son considerados pensadores antimodernistas, por la concepción de reducir al hombre a ser un ente incapaz de desatarse de su conflicto interno[8].
Porque es en donde el ser humano ha incrementado la crisis moderna, es plenamente la instancia del pensamiento del hombre donde sobre sí mismo se ha inhabilitado la capacidad de razonar, o que esta misma razón gracias al hombre le ha llevado a ser el tirano de la modernidad frete a las sociedades y la conformación de cultura de masas.
Privado el ser humano, de toda la capacidad de generar razonamiento, que lo encamine hacia la equidad y que por medio de éste, el mismo individuo pueda salir de imposiciones del Estado, el mercado, las ideologías, la moral y los sistemas, que para Nietzsche y Freud, fue muestra concisa de su paso por ser: desarrolladores de pensamiento moderno, posmoderno y antimoderno, en el caso de Nietzsche en el desarrollo del nihilismo, donde surgen críticas severas hacia el sujeto y el surgimiento de sus valores y moral, hasta culminar con el desarrollo del psicoanálisis donde Freud, condena al sujeto a la incapacidad del psiquis para lograr progresar en cualquier ámbito.
Este es el sentido de la modernidad, mientras nadie escapa de ella, y mientras todos se sumergen en ella, siempre existirá un momento de crisis desprendido de la misma, el hombre, el ser humano racional ha hecho que se dude de la modernidad, ha implementado lo necesario e indispensable para creer que la modernidad no puede concretarse y no puede ser real, se puede llegar a una enajenación de modernidad, en todos los ámbitos en que ha desmantelado a la razón y a la ciencia.
Pues esta es la esencia de la modernidad, esta es la crisis que ella ha llegado a generar gracias a la razón y al uso de la misma, crisis que ha llegado a topar en cada espacio de la sociedad mundial, y que ha acompañado al hombre en cada paso que ha dado a lo largo de la historia imposibilitando el triunfo primordial que posee la modernidad.
No todo puede ser llamado como modernidad, y la diferenciación entre modernización, moda y modernismo con la modernidad son de suma importancia para no confundirla, de igual manera el peligro que representaría ver al sujeto sin razón o a la razón sin sujeto, pues la modernidad es el vínculo más fuerte que perfila al progreso y desarrollo al sujeto mediante el brillo de su razón.
La modernidad jamás llegó a ser limitada, cayó en el supuesto que llegaría a todas partes del mundo de una forma idealizada, pero al no ser así, fue reducida a diferentes instancias o disciplinas, especializándose y separándose por completo de su esencia principal, tomando en cuenta, que los lugares en donde la razón pudo triunfar como fueron: Francia e Inglaterra, a la post terminó siendo un fracaso.
La modernidad no puede ser vista sólo como un avance tecnológico o científico, pues se abusaría del instrumentalismo y se caería en solo una modernización insípida, cabe señalar que las sociedades que generan avances tecnológicos no siempre son sociedades que están en la modernidad, la modernización puede llegar simplemente y a su vez no generar ningún cambio ni beneficio alguno, como dejar un lugar vacío.
De la misma forma que la modernidad va sujeta a la razón y esta debe imponerse ante todo teniendo cuidado de no llegar a extremos como la racionalización que generaría una sociedad tecnócrata e inhumana, lo visto también con el degenere del pensamiento humano que cobró un sinnúmero de victimas bajo el nacionalismo y fascismo occidental, que ha desprotegido al individuo bajo la industrialización capitalista que sólo ha originado desigualdades más abismales, bajo el instrumentalismo o el mal uso de la ciencia que en vez de obtener beneficios sociales ha generado guerras y la producción de armas cada vez más sofisticadas para resaltar lo señalado por Freud y Nietzsche, la autodestrucción humana.
La delimitación de la modernidad a una sola instancia dejar de ser benefactora para la humanidad y solo la hace ser limitada, quedando así, como un barco sin vela perdido totalmente en el mar sin lugar a donde ir.
De esta forma la modernidad demuestra que siempre estará libre de toda limitación que la lleve a un punto abstracto, la razón llevará a revelar lo que está escrito sobre la transparencia del impedimento y logrará el ver más allá de lo escrito o estipulado, no permitirá jamás la llegada de algo que nunca pueda ser visto por los ojos de la razón, en cambio, logrará llegar a un punto más lejano para identificar lo que detiene la transparencia y para evitar la reproducción de divinidades y de limitaciones totalizadoras y, en efecto, siempre y cuando esta modernidad pueda presentarse en plena forma brindando el beneficio a la humanidad, en contraste, podríamos echar un vistazo al degenere de la modernidad, que encabezada por el abuso de la razón humana, ha llegado a ser como el racionalismo, instrumentalismo, nacionalismo, modernización, materialismo, modernismo, utilitarismo, entre otros, que como ya se mencionó, es la “destilación” de la modernidad que no siempre da beneficios a las sociedades.
[1] Parte Segunda, ¿Qué es la crisis de la modernidad?, texto obtenido de tesis de licenciatura, Cfr., Lozada Morales, Gerardo, (2011), Tragedia y Modernidad. La necesidad de nuevos paradigmas para la Ciencia Política, Tesis, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
[2] Cabe señalar que la esencia de la Escuela de Frankfurt es conocida por el planteamiento de la Crítica a cualquier teoría, o doctrina social, con el fin de generar una respuesta y reconstrucción a los conflictos que acontecen en el mundo moderno, y que tal suceso ha actuado como un “cáncer” sobre las sociedades, sometiendo al ser humano y el entorno a diferentes tipos de condiciones.
[3] Marcuse Hebert, (2001), El hombre Unidimensional, Editorial Ariel S.A., España, Barcelona.
[4]Ibíd.
[5] En la obra de Touraine, Crítica de la modernidad, podemos encontrar la distinción en las diferentes etapas en las que se desarrolla el pensamiento moderno, y lo que se genera con el individuo, con el mercado, y con las doctrinas que recayeron en las sociedades, Cfr., Touraine, Alain, (1994), Critica de la modernidad, Fondo de Cultura Económica, México,
[6] Touraine, Op. Cit., pp. 164-172.
[7] Touraine, Op. Cit., pp. 109 – 129.
[8] Freud al igual que Nietzsche destruyen al hombre reduciéndolo a la incapacidad de superar su tragedia existencial, algo que también es muestra de lo que el mismo Nietzsche considera como cíclico en la forma de ver como la tragedia es una constante en la vida del hombre.
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