[…] No es que nuestra filosofía se haya hecho mexicana, sino, por el contrario, es lo mexicano lo que ha “cuajado” decididamente en una dirección filosófica.Desde mis ojos insomnesmi muerte me está asechando,me acecha, sí, me enamoracon su ojo lánguido.¡Anda putilla del rubor helado,anda, vámonos al diablo!(Muerte sin fin, José GOROSTIZA.)[1]
Emilio Uranga.
Uno de los pilares del Grupo Filosófico Hiperión, nacido en la ciudad de México (1921-1988), fue impulsor de la búsqueda y significación del ser mexicano, asimismo con la publicación de su obra: Análisis del ser mexicano, comienza a cuestionar cuál es el ser mexicano, y a su vez mirar cómo se ha hecho de gran magnitud este debate en la mitad del siglo XX, y advierte que sería lamentable que solamente fuera una moda de época.
No obstante, aclara que este tema ha sido una preocupación por parte del grupo Hiperión, y que para muchos otros, no ha sido más que una moda a seguir, como también lo ha sido el existencialismo emanado de Occidente Europeo.
Esta declaración la da Uranga como réplica a quienes acusaron al Hiperión de seguir por moda a la corriente del existencialismo, ya que dicho tema se ha vuelto un punto central en los estudios de la cultura mexicana. Asimismo, acusa al historicismo por haber generado una historia como modelo único imitando a Occidente, porque menciona el filósofo que es el momento de estar en la cumbre de la historia, de poner a nuestro Ser mexicano como el punto central de los estudios de la cultura, y en gran medida, hacer hincapié en una de las máximas de la filosofía orteguiana, tener presentes nuestras circunstancias.
De esta forma, Uranga menciona que se tienen las herramientas indispensables para generar el estudio que ayude a aproximarse al ser mexicano, puesto que considera que México ha llegado a la edad de la madurez histórica, para poder posicionarse así como centro del universo. “[…] Lo que importa es entonces definirse en función de tales o cuales complejos o traumas psíquicos y buscar la normalidad psicológica”[2].
A su vez, el tener como base de los estudios al ser mexicano, uno puede percatarse que también ahí radican los orígenes de malestares que en una escala superior se reflejan en la clase, en la comunidad y en la cultura. Por esta razón Emilio Uranga menciona que es importante hacer un estudio de nuestra historia para que ésta nos devele, o mejor dicho, nos aproxime a lo que somos, aunque también esta sea una tarea difícil teniendo en cuenta que la historia, el historicismo y la historiografía están llenas de prejuicios religiosos, sociológicos, científicos y personales.
Sin embargo, aclara Uranga que la historia es parte complementaria del Ser, y que a partir de este complemento, uno puede tener presentes conceptos ontológicos de la existencia humana, así como también la dimensión del propio Ser que no puede caer en un simple análisis de estudio. Por otra parte, advierte Uranga tener cuidado con las definiciones rigurosas que también fungen como “espejismos ontológicos”, tal es el caso de la poesía, la cual se presenta como la manera en que habla el propio ser, y por esta razón la ontología poética no puede ser suficiente, a pesar de que mencione Emilio Uranga que los poetas como Octavio Paz tengan a la mano al ser, y éste pueda hablar a través de la visión poética.
Uranga otorga la significación de insuficiencia del ser, al producto del accidente histórico que invadió a la existencia mexicana, algo distinto al sentimiento de inferioridad que otorgó Samuel Ramos en 1934. Por esta razón, describe que el ser mexicano está constituido de una historia accidental, fusionada en el choque entre elser y la nada.
Emilio Uranga aclara que el mexicano es un accidente histórico, y no posee una inferioridad, sino una insuficienciade manera estricta y que no existe ninguna característica que salga de este término, como lo expresan muchos críticos. Dicho accidente es la respuesta del querer ser que emana teniendo como referente a Occidente europeo, sin embargo, la insuficiencia se manifiesta como la incapacidad de alcanzar la trascendencia del ser. De esta manera, Emilio Uranga expresa a través de las palabras de Heidegger que elser del hombre no es algo que esté ya dado, sino algo propuesto. Por esta razón, es que se llega a definir que el sertiene que accidentalizarse.
En algún momento Nietzsche mencionó que el hombre tiene, tanto momentos para vivir como momentos para morir[3], puesto que dicha mortalidad evoca a la trascendencia, asimismo Uranga remite a Heidegger para expresar que el Ser nace para la muerte o textualmente: “ser que tiene que morir” (Sein zum Tode), y así asociar que el ser tiene que accidentarse de forma radical. Empero, Emilio Uranga aclara que tras este proceso uno puede percatarse que es una característica del ser en general y no únicamente del ser mexicano, ya que el ser al humanizarse se sustancializa. Y por esta razón, postula a la ontología como la base del estudio del ser mexicano, por encima de la antropología, la sociología, o de cualquier corriente existencialista.
Asimismo, Uranga expresa que su análisis sitúa lo humano desde lo mexicano, de manera deconstructiva. Si se tiene como punto de partida al ser, se tiene también su aproximación al accidente en relación con la sustancia, sin embargo, es la existencia la que va definiendo al ser. Existencia, y no el cuerpo. El “aquí”.
[…] El mexicano presta continuamente oído a la voz de su ser, bajo la forma de ese sentimiento tan cotidiano en nuestra vida que es la “pena”. […] La “pena” es la voz de la conciencia en el mexicano, voz que a su vez hay que interpretar como surgida del ser mismo que nos constituye[4].
El ser mexicano se accidentalizó frente a Occidente, y ante este acontecimiento se ha permanecido con una insuficiencia, bajo una dominación, y tras el camino de una sustancialización. En suma, se generó un sinnúmero de problemáticas como las mencionadas por Emilio Uranga: zozobra, cinismo, complejo de inferioridad, resentimiento, etc., pero siempre bajo la condición de la insuficiencia.
Cabe señalar que bajo la existencia, también se gestó con la filosofía ontológica propuesta por Uranga, sustentar lo nacional, como principio fundamental de la filosofía mexicana, justificando que el ser local es la manera de regresar a nuestra circunstancia, en contraste al ser universal propuesto por otros filósofos, ya que lo universal ha estado siempre impuesto por el eurocentrismo.
Y encuentro aquí, la gran base filosófica utilizada por el grupo Hiperión, puesto que elser al humanizarse se afirma bajo el nacionalismo, como una medida de auxilio ante las exigencias de la relación con la sustancia. “[…] Por motivaciones históricas de fácil recuento, el mexicano ha buscado en la nacionalidad, un refugio, un abrigo que lo ponga salvo de la voracidad apropiativa de los extraños”[5].
El nacionalismo aparece como un estado de emergencia frente a la imposición del ser universal, aquel emanado de las potencias mundiales que dictan un referente a seguir. Es el paso a la reafirmación de una identidad patriótica que no sólo hace propio al cuerpo, sino que también al país y a la historia. Dándole respuesta a la existencia.
No es casual que la cultura nacionalista exaltó la historia mexicana, desde sucesos que jamás representaron ser hechos victoriosos como la Independencia, la Guerra de Reforma, o bien, en pleno siglo XX la Guerra de Revolución daría hincapié a la creación de un orden social, de una dominación cultural e ideológica de la cual emanaría un nuevo país con instituciones. Bajo este concepto, Uranga especifica que la insuficiencia mexicana nació con el encuentro y el accidente que tuvo frente al español, aquel que se asumió suficiente y superior, teniendo antes que el mexicano la noción de nación. Mientras que por el lado del mexicano, fue hasta después de siglos de sometimiento que surgió la noción de independencia, con el concepto de nacionalismo, para contrarrestar las secuelas de la insuficiencia histórica, y así generar una identidad que le afirmara su existencia.
Empero, remitiendo Uranga a Hegel, asegura que América es un accidente del Occidente europeo, y tanto los herederos del imperio español fueron producto de este acontecimiento, también los son los estadounidenses. Por esta razón, describe el filósofo que el mexicano tiene comportamientos opuestos a los del español, asumiendo que, mientras el español se comporta de una manera predecible bajo códigos morales “aceptables”, por otro lado, el mexicano vacila, bromea, y es impredecible.
No cabe duda que la justificación básica de Emilio Uranga es contradecir la obra de Octavio Paz, así como también acribillar los destellos poéticos de López Velarde, sustentándose primordialmente en la filosofía mexicana surgida por el Hiperión. Aquella misma que intentó a través de la identidad nacional, reafirmar al ser mexicano.No obstante, califica a los poetas de hacer suposiciones tontas que no tienen ninguna relación con la filosofía.
Por otra parte Uranga, se ve cegado ante la Revolución Mexicana como muchos otros escritores, filósofos, poetas, ensayistas y artistas, pues toma al proceso revolucionario como el momento de la creación de una nación y de instituciones, poniendo como ejemplo al Partido Nacional Revolucionario. “[…] Pero nosotros reclamamos como única originalidad la de haber escuchado a los poetas. Los complejos y los resentimientos son el habla no poética del mexicano[6].
*Trabajo de investigación actual en la maestría de ciencias políticas BUAP.
[1] Uranga, Emilio, (1952), Análisis del ser mexicano, Porrúa, México, p. 38.
[2] Ibíd., Introducción, p. 13.
[3] Cfr., Óp., Cit., Nietzsche, Friedrich, (1989).
[4] Óp., Cit., Uranga, Emilio, (1952), p. 24.
[5] Ibíd., p. 40.
[6] Ibíd., p. 100.
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