La necesidad filosófica por replantear al Ser y la felicidad
Gerardo Lozada Morales[1]
Desde la antigua Grecia el enigma de
la vida ha despertado un sinnúmero de interrogantes que se conectan
directamente con la lógica del ser humano. Aquella capacidad de pensar y
razonar con el fin de explicar cualquier tipo de circunstancia, fenómeno o
sentir. De esta forma, el ser humano, desde su origen como ser racional y sensible,
intentó explicar el porqué de la existencia, el porqué de la vida, el porqué
del todo, y ante esto, la famosa y enigmática pregunta por el SER.
¿Qué es el ser?, ¿Por qué se es?, ¿Por
qué no se es?
La vida misma muestra una un sinfín
de puestas en escena que acrecientan tan enigmática pregunta, no por cualquier
razón el teatro desde la antigüedad intentó plasmar las diversas etapas que la
vida humana contrae mediante sus diversos géneros. Por citar un ejemplo,
tenemos a las TRAGEDIAS griegas como las de Sófocles y muchos más que al pasar
de los siglos, y en contraste al determinismo y al racionalismo voraz que
provocó la modernidad durante los siglos XVI, XVII, y XVIII, inspiraron al
famoso Romanticismo en distintas partes del planeta, para rescatar la
sensibilidad humana, el caos y las pasiones de la condena que la cientificidad
y la razón intentó suprimir o negar con el afán de preservar el orden social y
político.
No sólo la escuela helenista intentó
dar respuesta a la existencia y al propio ser, tal y como en su momento lo
hiciera la escuela Socrática con sus fieles discípulos: Platón y Aristóteles. Los
cuales, relataron aquellos excelsos debates que su maestro Sócrates sostenía al
pervertir a la sociedad que le acontecía, es decir; al exhortar a los
individuos a pensar, a cuestionar el estatus
quo, razonar y generar la crítica hacia su entorno. Característica muy
extraña no sólo del pasado, sino que, propia del presente y propia del ser
humano, transita como constante hasta el presente. No por cualquier razón la
escuela socrática (Sócrates, Platón y Aristóteles) puso todo su empeño en idear
las claves que dieran pauta a una organización social que preservara la paz y
el orden, fundando así, los orígenes de
la Teoría del Estado, y en efecto, sin hacer a un lado, la base misma de la
teología cristiana que se difundiría a través del dominio del Imperio Romano, con la conquista Española en terreno americano y más.
De igual manera, la cultura helénica
forjó de manera excelsa los cimientos que hasta la actualidad, son herencia de
toda cultura que tuvo su encuentro con Occidente Europeo —esto sin denostar a
las grandes civilizaciones y sus respectivas culturas que poseen un vasto
conocimiento que por conflictos eurocéntricos no se conocen popularmente—, esto
muy a pesar de que el propio Hegel condenara a civilizaciones como las del
continente americano a ser civilizaciones accidentadas en la historia tras su
encuentro con las culturas europeas.
De la misma forma, el propio
Occidente que a lo largo de la historia, de su historia, y de la historia de
los países que fueron presas de su colonización, muestran una conexión directa los
sucesos que formalmente se presenciaron y que, durante el siglo XX colapsaron
al mundo: las dos Guerras Mundiales. Si bien, es cierto que tras dichos sucesos
tortuosos para la humanidad emanaron escuelas filosóficas muy importantes como
la del existencialismo, o mejor dicho se reinventaron hasta el grado de afirmar
que el SER es presa de muchas circunstancias, presa de la propia vida y de la
alienación de ésta a distintos fines, como aquellos que bien ejemplifican a los
proyectos de nación de los Estados-nación, como los fascismos, el nazismo, el
socialismo soviético y, sin dejar a un lado, al democrático capitalista
promovido hegemónicamente por los Estados Unidos. El existencialismo definió al
ser humano como presa de la vida, del destino y de las circunstancias, y que
nada vale la pena para encontrar respuesta a la existencia, y que, por
consiguiente, la única respuesta a tan gran tragedia o desdicha es el SUICIDIO.
Podemos encontrar que occidente heredó la guerra, la aniquilación, el
exterminio, la violación de unos sobre otros, y un sinfín de determinantes para
el aniquilamiento humano. La negación por el otro, la discriminación, el odio,
el rechazo, las falsas idealizaciones, las falsas creencias, los
adoctrinamientos masivos, la desesperanza, el odio y la muerte.
Ante dicha hegemonía que no sólo se
traduce en la herencia del Occidente europeo, sino que también del Sajón,
encontramos claves que nos remiten a la reflexión inicial sobre la vida. Dicha
dominación hegemónica por parte de los Occidentes es revivir en las sociedades
y civilizaciones ajenas a ellos, todo tipo de faceta que la vida muestra, como
lo hicieron los griegos al crear su mitología y representar sus tragedias en el
teatro. Es decir; la hegemonía de dominación de la colonización Occidental
hasta el día de hoy reproduce de distintas formas todas las facetas de la vida
humana. Sí, Generando tragedias, desgracias, podredumbre, aniquilamiento, héroes
caídos, etc. Sí de manera artificial.
Hoy es un continente sublevado,
desplazado, y denostado por uno de sus vástagos americanos que históricamente —al
igual que el término Freudiano de Edipo—, desplazó al padre para posicionarse
sin escrúpulos por encima de él. Empero, dicha desgracia se ha materializado en
distintas formas.
En la actualidad, es un hecho mirar
el desespero de Occidente europeo por intentar reposicionarse a nivel mundial.
Cosa muy difícil teniendo en cuenta el resurgimiento de países como China o la
propia Rusia. Esto sin tomar en cuenta la llegada de Donald Trump a la
presidencia de los Estados Unidos en un momento crítico donde se reafirman los
valores WASP y el patriotismo.
Ante dicho escenario complicado, y
siguiendo la tradición estadounidense inaugurada el 11 de septiembre del 2001,
los atentados terroristas reaparecen como constante en diversos lugares
causando terror y pánico social. Aquel que tiene como remitente sin extraña
razón al fundamentalismo Islámico que ha sido alimentado por los propios occidentales.
Hoy parece que la vida se ha hecho
presa de quienes controlan las cúpulas más altas del poder. Aquellos que son
capaces de manipular a las sociedades mediante la razón y lo sensible. Aquellos
que son capaces de programar el futuro, de hacer presa a los individuos a las
cosas superfluas, mundanas, vulgares y serviles como el dinero, los falsos
ideales, lo superficial, lo vulgar, etc., es decir; de alienar al Ser a lo decadente.
Cabe preguntarse de nueva cuenta ¿cuál
es el sentido del Ser?, ¿cuál es el verdadero sentido de la existencia?
Habría que incitar a la filosofía a
regresar a su principal origen: LA BÚSQUEDA POR LA FELICIDAD HUMANA.
Ante dicho escenario trágico, habría
que retomar al vitalismo. El cual, lejos se malinterpretarse como en su momento
lo hicieron los nazis, o como en 2009 Peter Sloterdijk intentó reivindicar a
Nietzsche como una clave de la identidad alemana en: El pensador en escena. Hoy el vitalismo nos da muestra que uno mismo como individuo
puede desapegarse de todo constructo que se nos ha impuesto, como la cultura,
la moral, la razón, los falsos valores, el significado simbólico del lenguaje, el materialismo, el poder y muchas expresiones más que son manifestación concreta de la alienación del ser a lo superfluo.
Hoy habría que replantearse el fin de
la existencia humana a través de la búsqueda por una felicidad real desapegada
de toda condición. Habría una vez más que filosofar a martillazos para buscar una felicidad completamente vinculada al amor del propio
Ser. Habría que reivindicar al sentido de la vida que la razón borró. A las
tragedias que aparecen para reubicar nuestro camino con el devenir. Habría mil
veces que afrontar al Eterno Retorno para terminar con él. De lo contrario la filosofía estaría muerta.
Habría que regresar a LA VIDA y la
superación del ser tras un siglo decadente.
[1] Nacido en la ciudad de Puebla, licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Actual candidato al doctorado en Ciencias de Gobierno y Política por el ICGDE-BUAP (CONACYT).
[1] Nacido en la ciudad de Puebla, licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Actual candidato al doctorado en Ciencias de Gobierno y Política por el ICGDE-BUAP (CONACYT).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario