miércoles, 5 de julio de 2017

REFLEXIONES DE LA VIDA TRAS UN SIGLO DECADENTE III.


La necesidad filosófica por replantear al Ser y la felicidad

Gerardo Lozada Morales[1]
Desde la antigua Grecia el enigma de la vida ha despertado un sinnúmero de interrogantes que se conectan directamente con la lógica del ser humano. Aquella capacidad de pensar y razonar con el fin de explicar cualquier tipo de circunstancia, fenómeno o sentir. De esta forma, el ser humano, desde su origen como ser racional y sensible, intentó explicar el porqué de la existencia, el porqué de la vida, el porqué del todo, y ante esto, la famosa y enigmática pregunta por el SER.
¿Qué es el ser?, ¿Por qué se es?, ¿Por qué no se es?

La vida misma muestra una un sinfín de puestas en escena que acrecientan tan enigmática pregunta, no por cualquier razón el teatro desde la antigüedad intentó plasmar las diversas etapas que la vida humana contrae mediante sus diversos géneros. Por citar un ejemplo, tenemos a las TRAGEDIAS griegas como las de Sófocles y muchos más que al pasar de los siglos, y en contraste al determinismo y al racionalismo voraz que provocó la modernidad durante los siglos XVI, XVII, y XVIII, inspiraron al famoso Romanticismo en distintas partes del planeta, para rescatar la sensibilidad humana, el caos y las pasiones de la condena que la cientificidad y la razón intentó suprimir o negar con el afán de preservar el orden social y político.
No sólo la escuela helenista intentó dar respuesta a la existencia y al propio ser, tal y como en su momento lo hiciera la escuela Socrática con sus fieles discípulos: Platón y Aristóteles. Los cuales, relataron aquellos excelsos debates que su maestro Sócrates sostenía al pervertir a la sociedad que le acontecía, es decir; al exhortar a los individuos a pensar, a cuestionar el estatus quo, razonar y generar la crítica hacia su entorno. Característica muy extraña no sólo del pasado, sino que, propia del presente y propia del ser humano, transita como constante hasta el presente. No por cualquier razón la escuela socrática (Sócrates, Platón y Aristóteles) puso todo su empeño en idear las claves que dieran pauta a una organización social que preservara la paz y el orden, fundando así, los  orígenes de la Teoría del Estado, y en efecto, sin hacer a un lado, la base misma de la teología cristiana que se difundiría a través del dominio del Imperio Romano, con la conquista Española en terreno americano y más.
De igual manera, la cultura helénica forjó de manera excelsa los cimientos que hasta la actualidad, son herencia de toda cultura que tuvo su encuentro con Occidente Europeo —esto sin denostar a las grandes civilizaciones y sus respectivas culturas que poseen un vasto conocimiento que por conflictos eurocéntricos no se conocen popularmente—, esto muy a pesar de que el propio Hegel condenara a civilizaciones como las del continente americano a ser civilizaciones accidentadas en la historia tras su encuentro con las culturas europeas.

De la misma forma, el propio Occidente que a lo largo de la historia, de su historia, y de la historia de los países que fueron presas de su colonización, muestran una conexión directa los sucesos que formalmente se presenciaron y que, durante el siglo XX colapsaron al mundo: las dos Guerras Mundiales. Si bien, es cierto que tras dichos sucesos tortuosos para la humanidad emanaron escuelas filosóficas muy importantes como la del existencialismo, o mejor dicho se reinventaron hasta el grado de afirmar que el SER es presa de muchas circunstancias, presa de la propia vida y de la alienación de ésta a distintos fines, como aquellos que bien ejemplifican a los proyectos de nación de los Estados-nación, como los fascismos, el nazismo, el socialismo soviético y, sin dejar a un lado, al democrático capitalista promovido hegemónicamente por los Estados Unidos. El existencialismo definió al ser humano como presa de la vida, del destino y de las circunstancias, y que nada vale la pena para encontrar respuesta a la existencia, y que, por consiguiente, la única respuesta a tan gran tragedia o desdicha es el SUICIDIO. Podemos encontrar que occidente heredó la guerra, la aniquilación, el exterminio, la violación de unos sobre otros, y un sinfín de determinantes para el aniquilamiento humano. La negación por el otro, la discriminación, el odio, el rechazo, las falsas idealizaciones, las falsas creencias, los adoctrinamientos masivos, la desesperanza, el odio y la muerte.

Ante dicha hegemonía que no sólo se traduce en la herencia del Occidente europeo, sino que también del Sajón, encontramos claves que nos remiten a la reflexión inicial sobre la vida. Dicha dominación hegemónica por parte de los Occidentes es revivir en las sociedades y civilizaciones ajenas a ellos, todo tipo de faceta que la vida muestra, como lo hicieron los griegos al crear su mitología y representar sus tragedias en el teatro. Es decir; la hegemonía de dominación de la colonización Occidental hasta el día de hoy reproduce de distintas formas todas las facetas de la vida humana. Sí, Generando tragedias, desgracias, podredumbre, aniquilamiento, héroes caídos, etc. Sí de manera artificial.
¿Y qué es hoy Occidente ante dicha desgracia?
Hoy es un continente sublevado, desplazado, y denostado por uno de sus vástagos americanos que históricamente —al igual que el término Freudiano de Edipo—, desplazó al padre para posicionarse sin escrúpulos por encima de él. Empero, dicha desgracia se ha materializado en distintas formas.
En la actualidad, es un hecho mirar el desespero de Occidente europeo por intentar reposicionarse a nivel mundial. Cosa muy difícil teniendo en cuenta el resurgimiento de países como China o la propia Rusia. Esto sin tomar en cuenta la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos en un momento crítico donde se reafirman los valores WASP y el patriotismo.
Ante dicho escenario complicado, y siguiendo la tradición estadounidense inaugurada el 11 de septiembre del 2001, los atentados terroristas reaparecen como constante en diversos lugares causando terror y pánico social. Aquel que tiene como remitente sin extraña razón al fundamentalismo Islámico que ha sido alimentado por los propios occidentales.
Hoy parece que la vida se ha hecho presa de quienes controlan las cúpulas más altas del poder. Aquellos que son capaces de manipular a las sociedades mediante la razón y lo sensible. Aquellos que son capaces de programar el futuro, de hacer presa a los individuos a las cosas superfluas, mundanas, vulgares y serviles como el dinero, los falsos ideales, lo superficial, lo vulgar, etc., es decir; de alienar al Ser a lo decadente.
Cabe preguntarse de nueva cuenta ¿cuál es el sentido del Ser?, ¿cuál es el verdadero sentido de la existencia?
Habría que incitar a la filosofía a regresar a su principal origen: LA BÚSQUEDA POR LA FELICIDAD HUMANA.
Ante dicho escenario trágico, habría que retomar al vitalismo. El cual, lejos se malinterpretarse como en su momento lo hicieron los nazis, o como en 2009 Peter Sloterdijk intentó reivindicar a Nietzsche como una clave de la identidad alemana en: El pensador en escena. Hoy el vitalismo nos da muestra que uno mismo como individuo puede desapegarse de todo constructo que se nos ha impuesto, como la cultura, la moral, la razón, los falsos valores, el significado simbólico del lenguaje, el materialismo, el poder y muchas expresiones más que son manifestación concreta de la alienación del ser a lo superfluo.
Hoy habría que replantearse el fin de la existencia humana a través de la búsqueda por una felicidad real desapegada de toda condición. Habría una vez más que filosofar a martillazos para buscar una felicidad completamente vinculada al amor del propio Ser. Habría que reivindicar al sentido de la vida que la razón borró. A las tragedias que aparecen para reubicar nuestro camino con el devenir. Habría mil veces que afrontar al Eterno Retorno para terminar con él. De lo contrario la filosofía estaría muerta.

Habría que regresar a LA VIDA y la superación del ser tras un siglo decadente.



[1]  Nacido en la ciudad de Puebla, licenciado en Ciencias Políticas y maestro en Ciencias Políticas por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla respaldado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Actual candidato al doctorado en Ciencias de Gobierno y Política por el ICGDE-BUAP (CONACYT).

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